(LNB/INfoCatólica) «Una Iglesia, para llamarse tal, razoné, debería tener un cuerpo estable de enseñanzas capaz de perdurar a lo largo de los siglos y de manera universal», declaró el padre Michael Nazir-Ali a La Bussola. Se había hablado de él como posible nuevo arzobispo (*) anglicano de Canterbury, pero hoy es sacerdote católico.
Nacido en Karachi, la ciudad más poblada de Pakistán, fue ordenado sacerdote anglicano en 1976 y en 1984 se convirtió en el obispo más joven de la Comunión Anglicana, el único con sangre asiática en sus venas y el único nacido en el extranjero. Criado en una familia de tradiciones cristianas y musulmanas, Nazir-Ali fue recibido en la Iglesia católica el 29 de septiembre de 2021, fiesta litúrgica de los Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael, y fue ordenado sacerdote católico el 30 de octubre.
En abril de 2022, el Papa Francisco le nombró Prelado de Honor de Su Santidad. «Al entrar en la Iglesia católica, me di cuenta de que gozaba de la autoridad que buscaba. Pero no es sólo un reconocimiento formal: las enseñanzas magisteriales de la Iglesia me han ayudado a resolver cuestiones teológicas que me habían preocupado».
El padre Michael Nazir-Ali, de 73 años, procedía del ala evangélica del anglicanismo: «Mi contacto con los católicos romanos, aparte de los asuntos ecuménicos habituales, fue a través de mi larga pertenencia a Arcic, la Comisión Internacional Anglicano-Católica Romana, creada por Pablo VI y el arzobispo de Canterbury, Michael Ramsey, para restablecer la plena unidad sacramental entre católicos y anglicanos. Arcic ha trabajado para dar pasos decisivos hacia la unidad, pero la comunión se ha visto saboteada en algunas cuestiones».
¿En qué sentido «saboteada»?
Habíamos llegado a un acuerdo sobre el sacerdocio ministerial. La Iglesia católica rogó a los anglicanos que no ordenaran mujeres, pero todos los esfuerzos fueron en vano. Estuve presente en la tormentosa reunión del Arcic que condujo a la ordenación de un obispo homosexual practicante y, una vez más, surgió la cuestión de la autoridad.
¿Y cómo reaccionó?
Con el tiempo, me di cuenta de todas las debilidades de la Comunión Anglicana y empecé a darme cuenta, cada vez más, de que lo que buscaba estaba en la Iglesia Católica.
¿Cuál es exactamente el punto de vista anglicano?
Parece imposible responder a la pregunta. Creo que fue el Papa Benedicto XVI quien observó que no basta con confesar las fórmulas creenciales de la Iglesia primitiva: también hay que adherirse plenamente a la fe y a la vida sacramental de la Iglesia patrística. Creo, pues, que no se puede pretender la continuidad con la Iglesia patrística y adoptar una actitud laxa ante cierta innovación que procede sin tener en cuenta los principios.
En cambio, ¿cuál es la actitud de la Iglesia católica?
La Iglesia católica ha mantenido, providencialmente, todo el depósito de la Fe. No sólo el sagrado depósito de la Fe, cuya norma es la Escritura, sino también el sagrado ministerio. La imposición de manos no es sólo algo mecánico: es la transmisión de toda la Tradición Apostólica como manifestación e interpretación de lo que ha sido revelado de una vez para siempre.
¿Cuál es la relación entre el anglicanismo y el papado en la actualidad?
Hay muchos malentendidos sobre el papado en el anglicanismo, y en otras iglesias en general. Por ejemplo sobre si lo que dice el Papa es siempre de fide. Una vez me explicaron: 'El Papa no puede cambiar la fe de la Iglesia'. Y estoy de acuerdo. Creo que la tarea del oficio petrino es definir, clarificar la Fe, pero no cambiarla.
Poco antes de ordenarse sacerdote católico dijo: «Dejo una Iglesia obsesionada con la corrección cultural, el cambio climático, el multiculturalismo, la raza y el género». Ha pasado poco más de un año desde su ordenación. ¿Ha cambiado algo desde entonces?
La situación en las iglesias anglicanas, y en las iglesias protestantes en general, está empeorando, ¡no mejorando! Es urgente que ante las grandes decisiones haya una autoridad adecuada que diga: 'Este es el camino, no aquel'. Y el protestantismo y el anglicanismo no tienen forma de hacerlo.
Usted nació en un país donde la persecución contra los cristianos es generalizada. Los cristianos también son perseguidos en Europa. ¿Por qué se habla tan poco de ello?
Es cierto. En Europa, la persecución aún no tiene la dimensión del encarcelamiento o el martirio. Pero la gente piensa que no es persecución perder tu trabajo, tu cualificación, tu derecho a ocupar un cargo público o tu libertad de expresar tu fe si eres cristiano. Todavía no es como Irán o Pakistán, por supuesto, pero está al principio. Hace poco escribí el prólogo de un libro de una enfermera católica británica sobre cómo las oportunidades para los católicos practicantes son limitadas en el mundo de la medicina.
Además, usted mismo acabó bajo protección por resistirse al islamismo y a la infiltración de la sharía en Inglaterra.
No sólo me han amenazado los musulmanes de este país, sino también los radicales occidentales.
Conoce el Islam muy de cerca, porque es pakistaní y porque su padre, musulmán, se convirtió al cristianismo. ¿Por qué cree que el Islam está cada vez más extendido en Europa?
Si se crea un vacío moral y espiritual, ¡algo tiene que llenarlo! Los países europeos tienen una población en declive y necesitan la inmigración para trabajar. Al mismo tiempo, Occidente ha abandonado sus raíces cristianas. A los recién llegados no se les ofrece nada desde el punto de vista moral, espiritual y cultural. Tenemos tanto que dar, pero sólo ofrecemos la insulsa tolerancia del multiculturalismo.
¿Cree que el cristianismo en Europa es una minoría reprimida por las instituciones?
Los cristianos son aceptables siempre que estén dispuestos a transigir con el Zeitgeist (ndt:espíritu de la época). Si no, se les excluye y discrimina.
Es usted un converso. Hoy se habla mucho de ecumenismo y sinodalidad. Según su experiencia, ¿qué sugiere?
La sinodalidad no es sólo consulta. Los consultados necesitan ser catequizados, quizá incluso evangelizados. De lo contrario, todo lo que obtenemos es un reflejo de la cultura que rodea a las personas. La dimensión eclesial de la consulta debe mantenerse, tanto en la Iglesia local como en la Iglesia universal, pero consultar con el pueblo de Dios es diferente de ser presionado por activistas. El sensus fidelium no es lo que puedan pensar los laicos y los sacerdotes en un momento dado, sino la correspondencia entre los obispos y hasta el último de los fieles, en todo el mundo, a lo largo de los siglos.
Explíquese mejor.
El sensus fidei también debe estar informado por lo que la Tradición Apostólica ha enseñado siempre y debe articular el pensamiento de la Iglesia a lo largo de los siglos, así como en todo el mundo, todavía en el presente. No todo lo que la gente quiere se le dará. Es importante dejar esto claro.
¿Cuáles son las perspectivas de futuro del cristianismo?
Si la Iglesia no es una Iglesia orante, no será una Iglesia auténticamente sinodal. La sinodalidad no es sólo activismo. Se trata de compartir el cuerpo y la sangre de Cristo en la Eucaristía que se nos ha dado desde el principio y que renueva la Iglesia. Habrá que tomar decisiones difíciles y mantener una disciplina piadosa. Todo deberá plantearse en continuidad con el Evangelio y la Tradición Apostólica. No todos tienen el mismo papel en la Iglesia: todos pueden ser consultados, pero los obispos, junto con el Obispo de Roma, tienen el deber, en el momento oportuno, de articular la mente de la Iglesia.