(InfoCatólica) El Papa presidirá la clausura en la basílica de San Pablo Extramuros, junto con los representantes de las demás comunidades cristianas.
La Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos se trata de un período en el que las iglesias y confesiones cristianas están llamadas a reflexionar, invocando más intensamente el espíritu de comunión.
El origen del octavario
El movimiento ecuménico nació en Escocia alrededor de los años 1740, de la mano del predicador evangélico Jonathan Edwards quien pidió un día de oración y ayuno por la unidad, para que las Iglesias pudieran encontrar su impulso misionero común.
En 1902, el Patriarca Ecuménico de Constantinopla, Joaquín III, escribió la encíclica patriarcal y sinodal Carta irénica, en la que invitaba a orar por la unión de los creyentes en Cristo. Unos años más tarde, en 1908, el reverendo Paul Wattson instituyó, y celebró por primera vez en Graymoor (Nueva York), un «Octavario de Oración por la Unidad», con la esperanza de que se convirtiera en una práctica común.
Watson, que en ese momento aún era episcopaliano, impulsó esa oración por la unidad de los cristianos durante ocho días, comenzando el 18 de enero, día en el que la Iglesia católica celebraba en esos años la Cátedra de San Pedro, y el 25 de enero, Fiesta de la Conversión de San Pablo (después del Vaticano II, la Fiesta de la cátedra de San Pedro fue trasladada en el calendario romano general al 22 de febrero). Wattson cambió el nombre de esta práctica, llamándole «Octava de la Cátedra de la Unidad», para enfatizar la relación entre la unidad cristiana y la Sede Petrina. Watson fue recibido en la Iglesia católica.
San Pío X y Benedicto XVI
Benedicto XVI explicó los orígenes en 2012 y su propósito desde la perspectiva católica, que no es un 'cierto' indiferentismo:
Hoy comienza la Semana de oración por la unidad de los cristianos que, desde hace más de un siglo, celebran cada año los cristianos de todas las Iglesias y comunidades eclesiales, para invocar el don extraordinario por el que el Señor Jesús oró durante la última Cena, antes de su pasión: «Para que todos sean uno; como tú, Padre, en mí, y yo en ti, que ellos también sean uno en nosotros, para que el mundo crea que tú me has enviado» (Jn 17, 21). La celebración de la Semana de oración por la unidad de los cristianos fue introducida el año 1908 por el padre Paul Wattson, fundador de una comunidad religiosa anglicana que posteriormente entró en la Iglesia católica. La iniciativa recibió la bendición del Papa san Pío X y fue promovida por el Papa Benedicto XV, quien impulsó su celebración en toda la Iglesia católica con el Breve Romanorum Pontificum, del 25 de febrero de 1916.
El octavario de oración fue desarrollado y perfeccionado en la década de 1930 por el abad Paul Couturier de Lyon, que sostuvo la oración «por la unidad de la Iglesia tal como quiere Cristo y de acuerdo con los instrumentos que él quiere». En sus últimos escritos, el abad Couturier ve esta Semana como un medio que permite a la oración universal de Cristo «entrar y penetrar en todo el Cuerpo cristiano»; esta oración debe crecer hasta convertirse en «un grito inmenso, unánime, de todo el pueblo de Dios», que pide a Dios este gran don. Y precisamente en la Semana de oración por la unidad de los cristianos encuentra cada año una de sus manifestaciones más eficaces el impulso dado por el concilio Vaticano II a la búsqueda de la comunión plena entre todos los discípulos de Cristo. Esta cita espiritual, que une a los cristianos de todas las tradiciones, nos hace más conscientes del hecho de que la unidad hacia la que tendemos no podrá ser sólo resultado de nuestros esfuerzos, sino que será más bien un don recibido de lo alto, que es preciso invocar siempre.
Benedicto XV, con Romanorum Pontificum, ya en 1916, establecía indulgencias parciales y plenarias con las condiciones acostumbradas a quienes rezasen diariamente en esa semana.
Impulso desde el Concilio Vaticano II
En 1964, año marcado por el histórico encuentro entre el papa Pablo VI y el patriarca Atenágoras I, que rezaron juntos en Jerusalén la oración de Jesús «para que todos sean uno» (Jn 17, 21). Pero también es el año del Decreto sobre el Ecumenismo del Concilio Vaticano II, Unitatis Redintegratio, que subraya que la oración es el alma del Movimiento Ecuménico, y anima a la observancia de la Semana de Oración.
Desde 1968, el documento que indica cómo orar con espíritu ecuménico, en esta semana, es producido por la Comisión Fe y Constitución del Consejo Mundial de Iglesias y por el Consejo Pontificio para la Promoción de la Unidad de los Cristianos. Desde 1975, estos textos -lecturas bíblicas, comentarios y oraciones para cada día de la semana- son preparados sobre la base de un proyecto elaborado cada año por un grupo ecuménico local en un país diferente.