(RC/InfoCatólica) El cardenal reflexiona sobre el futuro de la Iglesia tras celebrar la misa de la Epifanía. Sostiene que «no somos una organización política o meramente humana, sino una creación de Jesucristo» con la tarea de «trabajar por la salvación eterna de la humanidad.» Cita a Francisco, que «denuncia a menudo la mundanidad de la Iglesia», un tema que comparte con su predecesor: Joseph Ratzinger «advirtió contra la autosecularización».
En el actual ámbito católico se abre un escenario de nuevos enfrentamientos entre las distintas facciones, sobre todo entre los círculos más conservadores y la galaxia más progresista. Müller confirma amargamente que «desgraciadamente existen estas tensiones». Insta a «no confundir la Fe con estos juegos de poder, consecuencia del amor propio o de la búsqueda de la gloria»
El Prefecto emérito del antiguo Santo Oficio confía en que «se acaben las oposiciones. Si no, hacemos daño a la gente», e indica que lo más grave hoy es la «confusión doctrinal. Hay que volver al camino de los grandes Concilios ecuménicos. El Papa, todo Papa, debe estar al servicio de la unidad de la Iglesia y de la fe revelada». La primera misión del Pontífice es «predicar el Evangelio». Y la Doctrina de la Iglesia «no es el programa de un partido político; los políticos cambian a menudo de ideas según los gustos de los votantes. La Doctrina de la Iglesia es la expresión de la Palabra de Dios, y nosotros, los hombres, no podemos completar, corregir o modernizar la Palabra de Dios.» Se puede explicar «más claramente en los desafíos del mundo contemporáneo». Pero «no hay posibilidad de cambiar la revelación en Jesucristo».
El cardenal critica a Francisco por el Motu Proprio Traditionis custodes: cree que «el Papa ha cometido una imprudencia, porque no ha tenido en cuenta algunas sensibilidades dentro de la Iglesia, las de los fieles apegados a la liturgia antigua.» Además, «tenemos más de 20 ritos de la misma Misa: Yo hubiera sido más tolerante, para no provocar problemas que en este momento en mi opinión son superfluos, dado que no se trata de cuestiones dogmáticas, y ya tenemos muchas y más importantes. No era prudente insistir intransigentemente en disciplinar a los llamados tradicionalistas».
Según Müller, «habría bastado con mantener el Motu Proprio de 2007 del Papa Benedicto, que era más prudente porque abarcaba todo el panorama eclesial.» Y a continuación, da un consejo al Papa:
«El de estar más atento a todas las sensibilidades, incluso a las más alejadas de la suya, para tratar de mantener a todos unidos. Escuchar a todos, incluso a los que no piensan como él. También porque a veces algunos de los que se llaman enemigos del Papa en realidad no lo son».