(InfoCatólica) Juan Pablo II y el cardenal Joseph Ratzinger, ambos gigantes de la fe, estaban unidos por una sincera amistad y un profundo deseo de servir a la Iglesia, escribió el cardenal Stanisław Dziwisz en una declaración después de la muerte del Papa emérito. El ex secretario del Papa Wojtyla señaló que este Papa «no tomó ninguna decisión en el ámbito doctrinal sin consultar con el Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que era también uno de los teólogos más destacados de nuestro tiempo». El Papa emérito Benedicto XVI murió esta mañana en el Vaticano. Tenía 95 años.
Publicamos el contenido de la declaración del Cardenal Stanisław Dziwisz, Metropolitano Emérito de Cracovia
Con pesar, pero al mismo tiempo con fe cristiana en el Señor Resucitado, vivimos la partida del Papa Benedicto XVI a la casa del Padre. Durante el pontificado de San Juan Pablo II, durante más de 20 años, tuve el privilegio de mantener contactos regulares con el Cardenal Joseph Ratzinger, que como Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe fue uno de los más estrechos colaboradores del Santo Padre. Hoy puedo decir con gratitud que me honró con su amistad. Como pontífice, en los primeros meses de su pontificado, Benedicto XVI me nombró arzobispo metropolitano de Cracovia y más tarde cardenal. Por su parte, siempre he experimentado mucha amabilidad y bondad.
Sus personalidades, su espiritualidad y sus extraordinarias capacidades intelectuales y sensibilidades se complementaron y dieron mucho fruto para el bien de la Iglesia. El Santo Padre Juan Pablo II no tomó ninguna decisión en el ámbito doctrinal sin consultar al Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, que era también uno de los teólogos más destacados de nuestro tiempo.
La fidelidad y la estima recíproca que caracterizaron la colaboración de estas dos personalidades de la Iglesia edificaron al Pueblo de Dios, a los presbíteros, a los obispos y a las personas consagradas.
Hoy, cuando Benedicto XVI, de bendita memoria, ha cruzado el umbral de la eternidad y se ha cerrado el libro de su vida, damos gracias a Dios por haber suscitado en medio de su pueblo a un humilde pastor y servidor, gran maestro y testigo fiel de la santidad de Dios.
Le agradezco personalmente, especialmente su amor a nuestra patria, Polonia, que tantas veces ha expresado durante su servicio en la Sede de Pedro, y también por la visita realizada poco después del inicio del pontificado a la patria de su amado predecesor Juan Pablo II. Todos recordamos sus palabras: «La Cracovia de Juan Pablo II es también mi Cracovia».
Confiamos su alma a Dios misericordioso, pidiéndole que acoja a su siervo fiel en su reino de vida, amor y paz.
Cracovia, 31 de diciembre 2022
Stanislao Cardenal Dziwisz