(La Nuova Bussola Quotidiana/InfoCatólica) Se lo llama Qatargate y da toda la impresión de ser un escándalo que recién empieza. Los servicios de seguridad de cinco estados europeos investigan el intento del gobierno de Catar de sobornar a parlamentarios de la Unión Europea: un presunto sistema de corrupción, con el objetivo principal de afectar a los expedientes que estudia la Eurocámara. La investigación crece cada día más. Hasta la fecha, los involucrados son sobre todo políticos del ala socialdemócrata del Parlamento Europeo, entre ellos varios italianos. Están, por ejemplo, el ex eurodiputado del Partido Demócrata, hoy de Artículo Uno, Antonio Panzeri, suspendido tras el escándalo, pero también Niccolò Figa-Talamanca de la ONG No Peace Without Justice [No hay Paz sin Justicia], fundada en 1993 por Emma Bonino.
Pero la asociación entre Italia y Catar no es reciente. Tejer una red de conocidos capaces de influir es una estrategia de Doha a nivel global que, desde hace años, ve a Europa como un elemento fundamental y a Italia como un país de especial interés. Las inversiones estratégicas a lo largo de los años no fueron desperdiciadas. Doha, a través de la Catar Investment Authority (QIA), el fondo soberano del país creado en 2005 para invertir en todo el mundo, ha invertido mucho en Italia en los últimos quince años. Un tesoro cuyo valor estaría en torno a los 5.000 millones de euros. Catar, un poco más grande que Abruzzo, en 2022 tiene una población de tres millones de personas para un PBI de 223.000 millones de euros y un PBI per cápita que es más del doble que el de Italia.
1995 fue el punto de inflexión para el país, cuando, con un golpe de estado, Hamad bin Khalifa Al Thani derrocó a su padre y se convirtió en emir. Su objetivo inmediato es transformar al pequeño estado en una potencia mundial. Las enormes ganancias de la industria del gas y el petróleo le cubren las espaldas y ya en 1996 financió con 150 millones de dólares la creación de la estación de televisión Al Jazeera, que con los años se ha convertido, según la BBC, en el canal de noticias en lengua árabe más importante del mundo. Y mientras tanto Al Thani inició una larga y floreciente amistad con la Hermandad Musulmana para apuntar, a través del tejido religioso, cultural y económico, a la expansión hacia Occidente, incluida Italia.
Catar es desde hace tiempo un socio importante de Italia en cuanto a la energía: en virtud de un contrato a largo plazo firmado por Edison, Italia recibe 6.500 millones de metros cúbicos de gas por año, es decir, más del 10% del total del gas que Italia compra en el exterior. Pero la amistad Italia-Catar no se limita a la energía. Moda, hoteles de lujo, Costa Smeralda, Milán: la lista de los negocios de Catar en Italia crece cada año. En 2021, las exportaciones cataríes hacia Italia ascendieron a 2.100 millones de euros, cifras que se mantienen así, sin cambios particulares, desde 2019; además, Italia es el segundo proveedor europeo de Catar (después de Alemania) y el décimo del mundo.
En Milán, QIA es propietaria del Hotel Gallia, un hotel de 5 estrellas adquirido en 2006. Y en pocos años se convirtió en propietaria del Gritti Palace de Venecia, del St. Regis y el Excelsior de Roma, y del Baglioni y el Four Seasons de Florencia. En cuanto a la moda, en 2012 Catar compró la maison Valentino por 700 millones de euros. Ese mismo año, Smeralda Holding, propietaria de hoteles de lujo, fue comprada por 650 millones de euros: 2.300 hectáreas de terreno inmaculado en la costa de Gallura que se convirtieron en cuatro hoteles. En 2014, Pigliaru como presidente y Renzi como primer ministro firmaron un acuerdo con Rispo, responsable en Italia de la Catar Foundation Endowment: así nació el hospital Mater Olbia. En 2015, le toca de nuevo a Milán. Los rascacielos de Porta Nuova, símbolo del skyline de la capital lombarda, se convierten en propiedad de Doha por 2.000 millones. En 2016 fue comprado el hotel San Domenico en Taormina y en 2017 Catar Airways concluyó el proceso de adquisición del 49% de Meridiana.
La política exterior también se implementa con suministros militares; y el Emirato, a lo largo de los años, se ha vuelto un óptimo cliente del complejo militar-industrial italiano. En 2017, Catar firmó con Fincantieri la compra de siete buques de guerra (cuatro corbetas, dos patrulleros de altura y una nave anfibia polivalente) con un contrato de 4.000 millones de euros. A esto se agregan los 3.000 millones de euros para NHIndustries, en parte propiedad de Leonardo, para comprar 28 helicópteros. Por otra parte, las exportaciones agroalimentarias de Italia a Catar crecieron un 291% de 2009 a 2019. Solo en 2021 se registró un crecimiento del 38%.
Catar también ha financiado la construcción de muchas mezquitas y escuelas coránicas. En 2019 causó sensación la publicación de los Qatar Papers, el libro sobre los miles de millones del Emirato para «comprar Europa». Christian Chesnot y Georges Malbrunot, dos periodistas franceses, encontraron en sus manos miles de documentos internos de la Qatar Charity (una fundación controlada por el Emir de Catar, nodo central del poder blando del pequeño estado) y demostraron cómo, al son de los millones, el islam de Doha estaba penetrando en la cultura, el deporte y la economía europea. El libro reveló la existencia de 113 proyectos financiados en toda Europa solo en 2014, por un total de 71 millones de euros: el país donde más había gastado Qatar Charity en ese entonces era Italia, con 22 millones repartidos en 45 proyectos.
El islam a predicar es el sunita, el más cercano a Catar. Para ello Doha invierte tiempo y dinero. Uno de los proyectos más conocidos se refiere a la ciudad de Bérgamo, donde gracias a fondos cataríes se construirá una macro-mezquita por un valor de cinco millones de euros. Un proyecto nacido en 2015, que acabó en los tribunales por irregularidades en los fondos y que en los últimos meses fue relanzado por el imán local. Luego está la mezquita de Rávena: inaugurada en 2013, la segunda más grande de Italia después de la mezquita de Roma, costó 1.300.000 euros, de los cuales 800.000 provinieron de la Qatar Charity. Puede ser una coincidencia, pero Ravenna produjo por sí sola el 10% de los combatientes extranjeros italianos que partieron hacia Siria en 2015. Catar también quería construir una macro-mezquita en Sesto San Giovanni, pero el origen sospechoso de los fondos indujo al alcalde de la Liga a bloquear todo. En Centocelle, un populoso barrio de Roma, la Qatar Charity compró una antigua fábrica de muebles por cuatro millones y la transformó en una mezquita para 800 fieles. También la mezquita de Catania tiene la firma de Qatar Charity; y hay varias mezquitas y centros culturales en construcción en toda Sicilia.
Hoy Catar se encuentra en el centro de los problemas geopolíticos más urgentes del momento. Cercano a Irán y a los Estados Unidos de Biden, cuenta con un canal directo con los talibanes en Afganistán. Y gracias a la daʿwa, la acción de proselitismo del islam realizada en numerosas mezquitas, ya está listo para controlar a los musulmanes de Italia.