(LifeSiteNews/InfoCatólica) En un encuentro de dirigentes de empresa católicos, el Arzobispo Paul Coakley alertó contra la «plaga del relativismo» y el «eclipse de la verdad», que están barriendo cada aspecto de la vida estadounidense, y denunció al movimiento transgénero como «una locura bienintencionada».
El Arzobispo de Oklahoma City, quien fue electo secretario de la Conferencia Episcopal de los EEUU el mes pasado, hizo estos comentarios en la reunión del 30 de noviembre del Napa Institute, un grupo de empresarios católicos fundado «para servir como levadura en la educación, formación y creación de redes de católicos» en respuesta a la creciente secularización de la cultura estadounidense y al creciente rechazo de las raíces cristianas de la nación. El discurso del arzobispo se tituló «El trans-generismo y el eclipse de la verdad».
El Arzobispo Coakley dijo: «Vemos la plaga del relativismo en casi todos los aspectos de la vida. En la política hablamos de hechos alternativos, en la educación [se da] este énfasis en las perspectivas igualmente válidas, y lamentablemente a veces incluso en la Iglesia, con la presión para cambiar su doctrina moral, especialmente su ética sexual. No hay prueba más contundente de que vivimos en una cultura donde la experiencia y el deseo eclipsan la verdad que el movimiento transgénero».
Coakley señaló los pasos graduales que llevaron a la actual ola de propaganda LGBT, comenzando con la revolución sexual de la década de 1960, la aceptación y práctica prevalecientes de la anticoncepción, la legalización del aborto en la decisión de la Corte Suprema Roe v. Wade de 1973 –ahora anulada por Dobbs v. Jackson– y la creciente aceptación de la homosexualidad y el «matrimonio entre personas del mismo sexo». Estos hitos culturales y morales en la sociedad estadounidense, argumentó Coakley, sentaron las bases para que la agenda LGBT se extienda hoy por la nación.
«La píldora dio la ilusión de desvincular completamente el sexo de la reproducción, alimentando la ficción de que el deseo sexual podía ser perseguido sin costos o consecuencias», lo que resultó en la aceleración de la «rápida ruptura de la familia» y el establecimiento del aborto como un derecho constitucional por si acaso la anticoncepción fallaba, dijo Coakley.
«En 1973 la Asociación Estadounidense de Psiquiatría eliminó a la homosexualidad como una categoría de enfermedad mental», señaló el arzobispo, estableciendo una conexión entre la homosexualidad y el relativismo moral que subyace a la ideología transgénero. «El apoyo a la homosexualidad cortó la conexión entre la actividad sexual y la diferencia innata entre los cuerpos de los hombres y los de las mujeres, convirtiendo a la orientación sexual en una elección individual basada únicamente en el deseo», dijo.
Continuó: «Ahora el género está determinado simplemente por cómo uno se siente y cómo uno se identifica. A fin de evitar ser etiquetados como transfóbicos, estos sentimientos deben ser aceptados como los verdaderos indicadores del género y deben ser apoyados incluso hasta el punto de cirugías inalterables de «afirmación de género»… Las «identidades no binarias» se han multiplicado y su difusión se ha generalizado. Esta ideología transgénero… se basa en una antropología falsa, defectuosa y totalmente inadecuada.»
Denunciando la locura a la que ha descendido el movimiento transgénero, Coakley declaró que «el movimiento trans está causando un gran daño a la sociedad». El arzobispo calificó de «locura bien intencionada» a la oposición a la práctica de la «terapia de conversión», que busca ayudar a hombres y mujeres a aceptar su sexo natural y biológico.
Coakley también defendió los derechos de los padres y la integridad de los deportes femeninos, criticando a los que «marginan a los padres a fin de proteger los así llamados derechos de género de sus hijos» y denunciando «la injusticia de los hombres que se identifican como mujeres en los deportes».
El arzobispo advirtió que, debido a las medidas de la administración Biden y la agenda de la izquierda progresista, la Iglesia enfrenta ahora «crecientes amenazas legales» a las obras de caridad en las que está comprometida. «Las nuevas amenazas a las buenas obras de la Iglesia se deben a la intolerancia de algunos extremistas dentro de la izquierda política y su matrimonio con las formas más radicales de movimientos sociales».
Coakley señaló que la administración Biden ha «promovido regulaciones que obligarían a los médicos y hospitales a realizar procedimientos de «transición de género» y exigirían un seguro para cubrir estos procedimientos».
Pidiendo una respuesta pastoral auténticamente católica, basada tanto en la caridad como en la verdad, el arzobispo dijo: «Frente a todos estos peligros del movimiento trans, estamos llamados a amar y acompañar a todas las personas que luchan contra la disforia de género, especialmente porque por lo general están sufriendo un dolor inmenso». Pero, advirtió, «si el diablo puede confundir a la sociedad sobre el sexo y el género, él oscurece nuestra comprensión del plan de Dios para la humanidad desde sus mismas raíces».