(InfoCatólica) A principios del mes de diciembre, el periodista holandés afincado en Polonia, Ekke Overbeek, acusó en el diario NOS al Papa Juan Pablo II, entonces obispo de Cracovia de haber encubierto abusos.
Aseguró que había encontrado «casos concretos de sacerdotes en la Arquidiócesis de Cracovia, donde el futuro Papa fue Arzobispo, que abusaron de niños. El futuro Papa lo sabía y sin embargo los transfirió, lo que llevó a nuevas víctimas».
Overbeek se refiere al sacerdote Eugeniusz Surgent y a «muchos otros», y que había indagado en «archivos polacos».
La acusación fue convenientemente publicitada, nada sorprendentemente, por el portal de los obispos alemanes, Katholisch, a los pocos días del varapalo vaticano a sus pretensiones de un catolicismo a su manera. En España solo le han dado credibilidad las publicaciones habituales.
Una investigación periodística desmiente las acusaciones
Los periodistas polacos Tomasz Krzyżak e Piotr Litka de ‘Rzeczpospolita’ (República) publicaron una investigación respondiendo a las acusaciones de Overbeek, y señalan exhaustivamente lo contrario: San Juan Pablo II no encubrió abusos y fue firme al lidiar con estos casos cuando fue Arzobispo de Cracovia, entre 1964 y 1978.
En el resumen de las investigaciones publicado en la agencia de los obispos polacos, KAI, se señala que las acciones de Wojtyła diferían significativamente de las prácticas comunes de indulgencia hacia los perpetradores
«En la opinión de los especialistas en derecho penal eclesiástico - leemos - esta acción difería significativamente de la práctica común entonces de indulgencia para los perpetradores».
Los periodistas de «Rzeczpospolita» encontraron la documentación en los archivos del Instituto de la Memoria Nacional. Los materiales obtenidos arrojan luz, como se afirma sobre la forma en que el futuro Papa trató a los delincuentes sexuales cuando trabajaba en Cracovia.
La primera en la frente. Hacen notar al 'periodista' holandés y palmeros, que Surgent no perteneciía de la Arquidiócesis de Cracovia sino de la Diócesis de Lubaczów.
Sin embargo, el entonces Cardenal Wojtyla también tomó algunas decisiones respeto a él y «parece haber demostrado de modo bastante convincente que actuó en el ámbito de sus competencias y dejó la última palabra sobre una eventual sanción al sacerdote a su ordinario, el Obispo de Lubaczów».
Los periodistas explican que «sobre el hecho de que Surgent trabajó en otras dos diócesis, el entonces Arzobispo Metropolitano de Cracovia no pudo hacer nada».
Walter Sánchez Silva, en la agencia ACI, lo ilustra con un caso paradigmático de la firmeza del entonces Cardenal Wojtyla: el del P. Józef Loranc, acusado de haber abusado de algunas niñas.
«La falta de medidas punitivas del tribunal eclesiástico no anula el delito ni cancela la culpa», escribió el Cardenal Wojtyla a Loranc en una carta en 1971, luego que este salió de la cárcel.
Para Krzyżak y Litka «esta conducta» del futuro San Juan Pablo II «difiere de modo significativo de la práctica, entonces común, de indulgencia ante quien había cometido tales delitos».
En el caso de Loranc, que este sí era sacerdote de la Arquidiócesis de Cracovia hasta su fallecimiento en 1992, Krzyżak y Litka detallan que «el Cardenal Wojtyla tomó decisiones inmediatas, de conformidad con el derecho canónico. Y si bien poco a poco abrogó las penas canónicas y demostró amplia misericordia, siempre se mantuvo vigilante».
Cuando el Cardenal Wojtyla supo del caso en 1970, lo envió con su madre a esperar su decisión, que llegó solo días después de las acusaciones en contra de Loranc.
En una carta el futuro San Juan Pablo II establecía que Loranc estaba «suspendido y no puede desarrollar ninguna función sacerdotal» y «deberá residir por cierto periodo en el monasterio y hacer ejercicios espirituales y deberá recibir ayuda».
Los periodistas precisan que «en ese momento Wojtyla tomó todas las decisiones necesarias: rápida remoción del sacerdote de la parroquia, suspensión hasta que se aclare el asunto y obligación de residencia en un monasterio», donde fue arrestado por las autoridades civiles.
El caso no llegó al Vaticano porque la disposición de transferir los casos a la entonces Congregación para la Doctrina de la Fe no se aprobó hasta 2001.
Aunque poco a poco se le permitió celebrar Misa, Loran no podía volver «a la misión canónica de catequizar niños ni jóvenes», ni al ministerio de la confesión.
Los periodistas Rzeczpospolita sí han buscado en fuentes
Como señala Walter Sánchez, algunos archivos de Cracovia solo podrán abrirse hasta 2042, pero los periodistas Krzyżak y Litka consultaron los archivos del Instituto de Memoria Nacional IPN Kr 07 /4342; los fascículos de control de investigaciones IPN Ka 230/9130, que tienen que ver con el P. Józef Loranc.
También revisaron los catálogos de las iglesias y del clero de la Arquidiócesis de Cracovia: los anuarios de 1958, 1962, 1967, 1972, 1977, 1983, 1989, 1991, 1992 y 1994.
Las notificaciones de la Curia de Cracovia desde 1957 hasta 1979; y los elencos del clero en Polonia publicados por el Instituto de Estadística de la Iglesia Católica en Polonia en 1975, 1980, 1985, 1991, 1994.