(ACPrensa/InfoCatólica) Este lunes en Luisina, Estados Unidos, fueron encontrados dos cadáveres quemados víctimas de un asesinato, cuyas heridas eran tan avanzadas que no era posible identificarlos. Tras varias investigaciones, se descubrió a quienes pertenecían los cuerpos: la extrabajadora parroquial Ruth Prads y el sacerdote católico Otis Young.
Ambos habían permanecido desaparecidos desde el domingo por la noche, pero la policía solo alcanzó a encontrar sus cuerpos sin vida detrás de un local comercial en la ciudad de Covington.
El cuerpo de Prats, de 73 años, fue identificado el 1er de diciembre, mientras que el del padre Young fue identificado a inicios de la semana.
Aunque la policía local no accedió a dar amplios detalles sobre lo sucedido, informaron que, en el momento del ataque, el padre Young se encontraba en la vivienda de Prats. Ambos solían trabajar juntos en la Iglesia San Pedro, en Covington.
Asimismo, los responsables de la investigación del caso han compartido el nombre del principal sospechoso: Antonio Tyson, quien rondaba en bicicleta por el barrio ese día, y se detuvo para hablar con ambos antes de irse.
Un rato después volvió caminando y forzó las cerraduras de la casa de Prats. Sin embargo, el portavoz de la policía, James Hartman, asegura que no se cuenta con evidencia sobre posibles relaciones entre el sospechoso y las víctimas.
Más allá de esto, solo han confirmado que Prats y el padre Young fallecieron por heridas graves.
Respecto a este caso, el monseñor Gregory Aymond, arzobispo de Nueva Orleans, compartió un comunicado el 30 de noviembre.
«El horror de los eventos que se desarrollaron aquí en Covington es más que impactante. El dolor, la tristeza y la incredulidad de que algo así pueda suceder permanecerá con nosotros, pero particularmente con aquellos que se ven más afectados», dijo.
A mediados de este mismo año, el padre Young se acababa de retirar como sacerdote. Un mes antes de jubilarse, Prats había compartido una reflexión sobre su amigo sacerdote durante una misa en la Iglesia San Pedro, en la que aseguró: «Fue un regalo absoluto trabajar con usted como su ayudante pastoral durante ocho de los 10 años que estuvo aquí en la parroquia de San Pedro. Usted nos enseñó a llevar nuestras cruces».
Además, la señora Prats recordó cómo la iglesia mejoró desde que el padre Young se unió a ella, y habló sobre el alegre sentido del humor que solía mantener el presbítero.