(Fides/InfoCatólica) Se trata de llevar los sacramentos, el don del Evangelio y una presencia siempre cercana, que incluye la ayuda material y las obras de caridad.
Monseñor Jozef Roszynski, misionero polaco y obispo de Wewak, agradece, entre los donantes, la contribución de las Obras Misionales Pontificias, que ha servido para comprar barcos y motores para las canoas. Los sacerdotes y catequistas de la diócesis pueden llegar más fácilmente a los habitantes de las riberas del río. «La alegría de estos fieles al recibir la Eucaristía con frecuencia, o al celebrar la procesión mariana en el río es impagable», señala el obispo, contando que «hasta la Virgen viaja en barca». Esta es una de las características que explica a la Agencia Fides el P. Víctor Roche, SVD, un misionero indio de 70 años de la Sociedad del Verbo Divino, que vive y presta su servicio en Papúa Nueva Guinea desde 1981. Después de varios destinos pastorales en la diócesis de Wewak, ahora es Director Nacional de las Obras Misionales Pontificias.
El padre Roche recuerda: «Como párroco, conocía los nombres de mis 3.000 feligreses. Tardaba incluso tres días en viajar a algunos pueblos aislados. Celebrábamos los bautizos en Navidad y Pascua. Es una experiencia misionera muy enriquecedora que ahora llevan a cabo otros párrocos y hermanos», dice, refiriéndose a los cerca de 70 misioneros Verbitas que hay actualmente en Papúa Nueva Guinea.
Después de un compromiso pastoral centrado en la animación misionera, el padre Roche se dedicó a los medios de comunicación y durante ocho años fue director de la emisora católica «Trinity FM», con sede en Mout Hagen. «En nuestra zona - confirma, - el uso de la radio es muy importante como medio de evangelización; la utilizamos tanto para emitir liturgias y catequesis, como para programas en los que los jóvenes pueden hablar y debatir sobre temas de actualidad y valores relacionados con la fe y la vida», dice.
El encargo, recibido posteriormente de los obispos de Papúa Nueva Guinea y de las Islas Salomón, de ocuparse de la Secretaría General de la Conferencia Episcopal le ha permitido «tener una visión más amplia de la misión en esta tierra», señala, y hoy sigue ocupándose de la Dirección Nacional de las OMP.
«Nuestra misión aquí hoy es sobre todo un 'estar con'. Es cierto que llevamos a cabo programas pastorales de formación para laicos y catequistas que son importantes; organizamos un camino de formación, nos ocupamos de los niños, estamos activos en las obras de caridad y en la educación. Pero vemos que el aspecto crucial de la misión es la alegría de compartir el Evangelio. Es la alegría de estar con la gente en pueblos remotos, gente sencilla que se emociona en la oración y recibe la Eucaristía. A principios de noviembre se celebró la primera misa en una capilla construida en el pueblo de Kotai. Fue un momento de profunda alegría comunitaria en el que el Señor se hizo presente en medio de nosotros. Vivimos con todas nuestras dificultades en Papúa, una misión que da esperanza porque está fundada en Cristo que es la roca y en la alegría de su Evangelio», señala.
El padre Roche recuerda con pasión y emoción a los primeros misioneros del Verbo Divino que llegaron a Papúa Nueva Guinea, a Alexishafen, el 13 de agosto de 1896, y desde allí se trasladaron a la isla de Tumleo, cerca de Aitape, para iniciar la labor misionera con sencillez. Los misioneros Verbitas contribuyeron a la evangelización de Papúa Nueva Guinea a principios del siglo XIX, con miembros procedentes de Alemania y Estados Unidos, que luego se extendieron por el vasto territorio, fundando varias misiones.
Muchos de los misioneros pioneros fueron martirizados y luego, durante la Segunda Guerra Mundial, sufrieron la persecución de los ocupantes japoneses. Los misioneros estadounidenses fueron exiliados a Australia y los alemanes sufrieron restricciones. Más de 100 misioneros del Verbo Divino, hechos prisioneros, fueron martirizados en los barcos Akikaze y Yorishime Maru. Entre ellos estaba el obispo Joseph Lörks), SVD, vicario apostólico alemán de Nueva Guinea Central, que más tarde se convirtió en la diócesis de Wewak. Su ejemplo y testimonio, concluye, «es siempre una inspiración para nosotros hoy en día en el don incansable de nuestras vidas para la proclamación del Evangelio».