(InfoCatólica) Mons. Batzing ha indicado que la tarea que se proponen «no es fácil». El episcopado alemán están dividido. Una mayoría apoya el cambio de la doctrina moral de la Iglesia -especialmente en todo lo relacionado con la homosexualidad, la fornicación y al adulterio-, de la doctrina sobre el sacramento del orden, con la ordenación de mujeres, y el papel de los laicos como supervisores con autoridad sobre los obispos. En definitiva, se trata de cambiar la fe católica para que encaje con la mentalidad de la época. Mentalidad en Alemania y buena parte de Europa, que no es la misma que en otros países y continentes.
De poco ha servido la carta que el papa Francisco envió «Al pueblo de Dios que peregrina en Alemania», en la que les indicaba que «cada vez que la comunidad eclesial intentó salir sola de sus problemas confiando y focalizándose exclusivamente en sus fuerzas o en sus métodos, su inteligencia, su voluntad o prestigio, terminó por aumentar y perpetuar los males que intentaba resolver» y les advertía que «la Iglesia Universal vive en y de las Iglesias particulares, así como las Iglesias particulares viven y florecen en y de la Iglesia Universal, y si se encuentran separadas del entero cuerpo eclesial, se debilitan, marchitan y mueren. De ahí la necesidad de mantener siempre viva y efectiva la comunión con todo el cuerpo de la Iglesia, que nos ayuda a superar la ansiedad que nos encierra en nosotros mismos y en nuestras particularidades...».
Precisamente la deriva del sínodo alemán ha encontrado cumplida respuesta en obispos de todo el mundo, que han advertido del peligro de un cisma si la Iglesia en Alemania pretende cambiar la doctrina por su cuenta. Incluso desde la Secretaría de Estado se advirtió mediante una nota a los obispos alemanes que no deben cambiar la doctrina ni poner en peligro la unidad de la Iglesia.
Entre los cardenales y obispos que han advertido del peligro que sufre la Iglesia y la fe debido al sínodo alemán, destacan los cardenales Koch (curial), Müller, Burke, Kasper (muy cercano al Papa), Schönborn (alabado por el Papa como teólogo), Brandmüller y Woelki (líder del sector ortodoxo del episcopado alemán). A ellos hay que sumar muchos arzobispos y obispos e incluso conferencias episcopales como la de Polonia y la de los Países nórdicos. En abril, unos 70 obispos de todo el mundo firmaron una carta advirtiendo del riesgo de cisma.
Dentro de la propia Iglesia en Alemania, además del cardenal Woelki, han destacado en la defensa de la fe de la Iglesia varios obispos como Mons. Voderholzer, Mons. Oster, Mons. Schick, Mons. Meier y Mons Ipolt.
Hace unos días, en la rueda de prensa que concedió en el avión que le llevaba de vuelta a Roma tras su visita a Baréin, el papa Francisco se refirió a la situación de la Iglesia en Alemania con estas palabras:
«A los católicos alemanes les digo: Alemania tiene una gran y hermosa Iglesia evangélica; yo no quisiera otra, que no será (nunca) tan buena como esa; pero la quiero católica, a la manera católica, en fraternidad con la evangélica. A veces se pierde el sentido religioso del pueblo, del Santo Pueblo Fiel de Dios, y se cae en discusiones eticistas, discusiones de coyuntura, discusiones que son consecuencias teológicas, pero que no son el núcleo de la teología».
Más allá de las palabras, lo cierto es que la Santa Sede no ha tomado ninguna medida contra las declaraciones de los obispos alemanes contrarias a la fe católica ni contra aquellos sacerdotes, apoyados por esos mismos obispos, que contraviniendo la advertencia del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, y en consonancia con el desprecio hacia la misma por parte del presidente del episcopado alemán, celebraron ceremonias religiosas para bendecir parejas homosexuales.
En cuanto al papel de los laicos en este proceso, la división es también palmaria. El sector mayoritario, al menos el que controla el sínodo, tiene como presidenta a una mujer proabortista, Stetter-Karp y entre los jóvenes figura como líder Gregor Podschun, que se ha permitido amenazar a los obispos y al resto de la Iglesia si no se aceptan sus tesis. En defensa de la fe católica figuran grupos como María 1.0 y Nuevo Comienzo. En agosto pasado un grupo de seglares escribieron una carta pública a Mons. Bätinzg advirtiendo también del peligro de cisma.