(Asia News/InfoCatólica) Una espiritualidad «sencilla», una persona «humilde y religiosa», que se distinguió «por la fuerza de su fe», de lo que «somos testigos hoy, en este camino» que lo lleva al honor de los altares. El actual patriarca armenio Rafael Bedros XXI Minassian recordó a su predecesor y cardenal Gregorio Pedro XV Agagianian, cuya causa de beatificación y canonización se ha abierto hoy en Roma. Fue el único cardenal de la Iglesia armenia y en dos oportunidades (1958 y 1963) participó en un cónclave. Falleció en 1971 y fue una las figuras destacadas del Concilio Vaticano II como miembro de la comisión directiva. La celebración, presidida por el cardenal vicario de la capital Angelo De Donatis, se celebró en la basílica de San Juan de Letrán, con la presencia del actual primado.
«Recordamos con gratitud -cuenta el patriarca Minassian en una entrevista con abouna.org- que él comenzó con la construcción de escuelas, lugares de culto, centros para el cuidado y protección de los huérfanos y muchas instituciones eclesiásticas, espirituales y monásticas». De ellas, añade, «probablemente la más importante es la institución de la Orden de Santa Madre Teresa», que refleja su manera de vivir la fe y de dar testimonio de Cristo «por medio de las obras», como dice san Pablo.
El patriarca, nacido Ghazaros Agagianian el 18 de septiembre de 1895 en Akhaltsikhe -que en aquel momento estaba dentro del Imperio Ruso y actualmente forma parte de Georgia- completó sus estudios en la Universidad Urbaniana de Roma y fue ordenado sacerdote el 23 de diciembre de 1917. Pocos años después obtuvo su doctorado y ejerció algún tiempo como párroco en Tbilisi. Regresó a Roma y fue nombrado vicerrector y posteriormente rector del Colegio Armenio. En la Urbaniana, donde también fue rector, enseñó Cosmología y Teología Sacramental; hablaba con fluidez no solo armenio sino también italiano, francés, inglés, georgiano, ruso, latín y griego.
En 1935 fue nombrado obispo de Comana, Armenia y dos años más tarde Catholicos Patriarca de Cilicia por el Sínodo de los Obispos de la Iglesia Católica Armenia. Confirmado por el Papa el 13 de diciembre de 1937, tomó el nombre de Gregorio Pedro XV. Bajo su conducción, la Iglesia armenia recuperó prestigio y valor en la diáspora, después de los atroces sufrimientos del genocidio a manos del Imperio Otomano en 1915, durante la Primera Guerra Mundial. Creado cardenal en 1946, en 1955 fue elegido presidente de la comisión pontificia para la redacción del Código Oriental de Derecho Canónico, razón por la cual decidió renunciar a la conducción del patriarcado.
En 1960 fue nombrado prefecto de Propaganda Fide. Acompañó de manera cercana desde ese cargo la formación de los misioneros en todo el mundo y liberalizó las políticas de la Iglesia en los países en desarrollo. En el Concilio desempeñó un papel destacado en la preparación del Decreto misionero «Ad gentes» y de la Constitución sobre la Iglesia en el mundo moderno «Gaudium et spes». El 19 de octubre de 1970 renunció como prefecto del dicasterio vaticano y fue nombrado cardenal obispo de la diócesis suburbicaria de Albano, fijando su residencia en el colegio armenio. Pocos meses después, el 16 de mayo de 1971, falleció en Roma tras una breve enfermedad y fue enterrado en la iglesia armenia de San Nicola da Tolentino.
El actual patriarca Minassian ha vivido en primera persona la experiencia de algunas obras «antinaturales», como él las llama. Entre ellas que «su cuerpo siguió sudando durante más de tres días después de la muerte», signo de «algo anormal». Además, «mientras estábamos rezando junto a su lecho, en los últimos momentos de su vida, de pronto le oímos decir que tenía sed, pero no de agua, sino de 'la santidad de vuestras almas'. Dijo eso exactamente». «Él», concluye el actual primado, «no es el primer santo de la Iglesia armenia», que está «llena de mártires y santos comenzando por las víctimas del genocidio, pero con su testimonio nos enseña a estar presentes en este tiempo y a dar un mejor ejemplo de santidad, inmersos en los acontecimientos que hoy estamos viviendo».
