(Ecclesia/InfoCatólica) Después de un año de espera, al tener que retrasar su celebración con motivo de la pandemia, este Congreso es el momento para que todos los implicados en la Pastoral penitenciaria se vuelvan a encontrar. El Congreso se ha estructurado en torno a las tres áreas de la Pastoral penitenciaria. En cada jornada la ponencia marco y la mesa redonda tratan sobre el tema del Congreso, pero desde la visión del área religiosa, social y jurídica. Intervienen especialistas que con sus aportaciones ayuden a avanzar en el trabajo que se realiza en cada uno de estos campos.
En su intervención, el cardenal Omella, arzobispo de Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal Española, ha asegurado que esta pastoral «constituye para la Iglesia no una pesada carga o una obligación, sino un gozoso servicio. Nuestra Pastoral Penitenciaria es una pastoral de esperanza. La Iglesia tiene una gran red de compromiso en las prisiones, 168 capellanes y casi 2.000 voluntarios», ha recordado.
En los centros penitenciarios «es posible edificar una comunidad cristiana, con una dinámica peculiar, comunidad de predilectos del Señor».
El purpurado ha añadido:
«Aunque estamos llamados inequívocamente a hacernos cercanos y hermanos de los presos, la convocatoria evangélica se amplía a procurar evitar que nadie tenga que pasar por este doloroso trance. Y, por supuesto, que, una vez, superado este paréntesis doloroso en la vida de las personas, se faciliten los apoyos institucionales y sociales suficientes para que nadie tenga que volver a sufrir la privación de libertad. Creemos que hay otras formas de pagar el error cometido, de cumplir la pena impuesta y de evitar la prisión».
Como Iglesia, ha explicado, «creemos que otro cumplimiento de pena es posible, y nuestra primera apuesta es abolir la pena de muerte». A día de hoy, 108 estados han abolido la pena de muerte para todos los delitos, siete la han abolido para los delitos de derecho común y 29 mantienen una moratoria sobre las ejecuciones, lo que suma 144 estados en total. Sin embargo, se sigue aplicando la pena de muerte en 55 estados y territorios.
El cardenal ha recordado que el Papa Francisco aprobó al principio de su pontificado la modificación de la legislación de la Santa Sede y del Estado de la Ciudad del Vaticano que contemplaba , entre otras, la supresión de la cadena perpetua. «Una condena sin futuro no es una condena humana: es una tortura», ha indicado citando al Papa. Como Iglesia, como Pastoral Penitenciaria, «somos personas de esperanza. Nuestra presencia en la cárcel quiere ser futuro, reinserción, pensar en un mañana. Y la cadena perpetua nos dificulta hablar de futuro, porque no sabemos cuándo va a llegar, no sabemos la fecha final de la condena. La cadena perpetua no es la solución a los problemas porque cierra la esperanza e impide el derecho a empezar de nuevo».
El congreso concluirá el domingo
Mercedes Gallizo Llamas, presidenta de SIEPSE y exsecretaria general de Instituciones Penitenciarias, presentará la ponencia marco del sábado 22, dedicada a la visión del área social. En la mesa redonda se sentarán la directora general de la Fundación Integra, Ana Muñoz de Dios; el director de la Fundación Cesal, Pablo Llano Torres; y la subdirectora general de Medio Abierto y de Penas y Medidas Alternativas, Guadalupe Rivera González.
La tercera sesión del Congreso, el domingo 23, se centrará en el área jurídica, con una ponencia marco a cargo de Manuela Carmena Castrillo, que fue Juez de Vigilancia Penitenciaria y alcaldesa de Madrid.
Participarán en la mesa redonda el coordinador del Servicio de Orientación Jurídica (SOJ) penitenciario de Madrid, Carlos García Castaño; el especialista en Mediación general, penal y familiar, Pepe Castilla; y el director general de Ejecución Penal y Reinserción Social de Instituciones Penitenciarias, Ángel Vicente Cuenca.
Monseñor Fernando García: La prisión no es la única forma de cumplir una pena
Monseñor Fernando García Cadiñanos, Obispo de Mondoñedo-Ferrol y responsable de la Pastoral Penitenciaria, en una carta dirigida a los capellanes, delegados diocesanos y amigos de la Pastoral Penitenciaria, dice que «La pandemia nos ha enseñado mucho, y en el mundo de las prisiones nos ha dicho que «Otro cumplimiento de pena es posible».
«En los meses de confinamiento muchos presos salieron en tercer grado, otros no ingresaron en prisión, y siguieron cumpliendo condena en libertad…¡y no hubo más delitos!. Lo cual quiere decir que la prisión no es la única forma de cumplir una pena y de pagar un error»
Monseñor García cree que el título del Congreso no es una utopía, sino un camino que está abierto» y por tanto «como Iglesia apostamos por otro tipo de cumplimiento, que lleve al penado, que sigue siendo persona, a no desvincularse con la sociedad.