(Ecclesia/InfoCatólica) Los obispos aseguran que «no basta con que llueva un poco, sino que es necesario que llueva mucho y que las reservas de agua vuelvan a rellenarse, sin que ello provoque inundaciones y otras catástrofes».
Lluvia necesaria para sobrevivir
Así, en este mes de septiembre, el obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, ha pedido hacerlo «en la Santa Misa, en las preces de los fieles, en el Santo Rosario y en la Liturgia de las Horas», rogando por «la lluvia necesaria para poder sobrevivir».
«Dios sabrá cuándo y cómo nos la enviará pero nosotros no dejemos de pedirla. Hagamos que una necesidad grave, como es ésta, se convierta en ocasión de renovar nuestra fe en el Dios que nos cuida todos los días», ha destacado.
Así lo hicieron también los obispos de Extremadura, que hablaron de «la necesidad de lluvia abundante, que riegue nuestros campos y haga revivir la vida en la agricultura, en la ganadería, en nuestros embalses y en el consumo humano del agua, pues, donde hay agua hay vida».
También se dirigen a las administraciones para no «abandonar los bosques a su suerte». «Es de vital importancia que todos miramos a la naturaleza no sólo como una fuente de utilidad y rendimiento económico. Hay que respetarla y valorarla, en su armonía y equilibrio, como un regalo que recibimos y un legado que hay que esforzarse por transmitir a las generaciones futuras. Es necesario un cambio de mentalidad y de hábitos sociales, sensibilizando y movilizando a toda la sociedad».
Desarrollo humano
Y es que la Iglesia nunca es ajena a los problemas, las esperanzas y las angustias de los hombres. «Todas ellas lo son también de la comunidad cristiana, la cual sale al paso de las necesidades humanas, en primer lugar, con la oración. Una oración llena de confianza en Dios, creador del cielo y de la tierra y Padre misericordioso, cuyo amparo no falta a quienes se confían a su providencia. Esta es la confianza que mueve al creyente, la misma que Cristo vive y transmite en su enseñanza acerca de la oración», expresó en una misiva el obispo de Cartagena, José Manuel Lorca Planes.
Y es que, subrayó, «el agua, un bien tan necesario y esencial para la vida y el desarrollo humano, viene siendo, por otra parte, tan escasa e insuficiente en nuestra región, que nos ha creado una profunda preocupación ante el futuro de nuestros cultivos y el abastecimiento para uso humano».
«El don de la lluvia y de la paz»
Precisamente este verano, en la festividad de San Lorenzo, el arzobispo de Valladolid, Luis Argüello, enviaba una carta a todos los feligreses de la archidiócesis para pedir «el don de la lluvia y de la paz» y trabajar «por el bien común».
«Vivimos una larga sequía en un verano de calor y guerra. La escasez del agua es ya dramática y las consecuencias de la guerra, en medio de la gran lucha global, nos hacen avizorar dificultades económicas quizás inéditas para las generaciones más jóvenes».
Argüello subrayó que «el Señor también pasa y se hace especialmente presente en los que sufren en su proprio cuerpo estos problemas; desde ahí nos llama a la conversión que se manifiesta en la oración, el ayuno y la limosna».
El arzobispo de Valladolid advirtió además que las crisis generan desigualdades en sus consecuencias y «exigen combatir sus causas, en la medida que dependan de la voluntad humana». Por eso, Luis Argüello invitó a los feligreses a la «limosna del compartir con los que menos tienen y al compromiso público en favor del bien común en los ambientes e instituciones económicas o políticas de las que formamos parte».
También contra los incendios
Ha sido este verano, con tres de los mayores incendios en tierras gallegas, que calcinaron más de 27.000 hectáreas. La diócesis de Lugo emitió un comunicado, en la que ha pedido a los fieles, sacerdotes y consagrados rezar para que cesen «las graves circunstancias provocadas por los incendios y también por la sequía consecuencia de la ola de calor«.
En el escrito se recordaba que »los sacerdotes pueden celebrar la Misa con el formulario «Para pedir la lluvia» o «En cualquier necesidad» del Misal Romano y, además, que es posible introducir una petición en la oración de los fieles.
En este sentido, la diócesis de Lugo recomendó que también «se ofrezca el rezo del Santo Rosario« encomendando »encarecidamente a todas las personas que sufren las graves consecuencias de los incendios y de la sequía».
La nota pedía que, »confiando en el Señor, que nos trata con misericordia, nos encomendamos a San José María de Suegos y a nuestro patrón San Froilán y a la poderosa intercesión de nuestra Santísima Madre, la Virgen de los Ojos Grandes«.
Ad petendam pluviam
Casimiro López, obispo de Segorbe-Castellón ha pedido a los sacerdotes «que incorporen una petición por la lluvia en las preces de la Misa, especialmente en la de los Domingos y Víspera, así como en la oración de Laudes y de Vísperas; a ello invito también a las comunidades religiosas y a quienes rezan la Liturgia de las Horas». Además, ha recordado que »el Misal Romano contiene una oración colecta (pág. 956) «para pedir la lluvia» (Ad petendam pluviam), que sería bueno utilizar cuando sea litúrgicamente posible«.
También la diócesis de Ciudad Real ha tenido en cuenta la «sequía pertinaz« que está sufriendo la provincia en las últimas semanas y ha confiado en la oración peticionaria, recordando las palabras de Dios «pedid y recibiréis».
Otra de las provincias afectadas por la sequía es Huelva. Su obispo, Santiago Gómez Sierra, también ha pedido que se intensifiquen las oraciones en este sentido. El pasado domingo, al concluir la Misa celebrada por el obispo, »todos los presentes dirigieron una oración a la Virgen María, tal y como se viene haciendo en la Santa Iglesia Catedral durante las últimas semanas, como rogativa para pedir a Dios el don de la lluvia y pidió que esta oración se haga extensible en toda la diócesis, afectada de un modo especial por la ausencia de la lluvia.
Rogativa a la Santísima Virgen de la Cinta
para pedir el don de la lluvia.
Dios te salve Virgen Pura
Reina del cielo y la tierra.
Madre de misericordia
de gracia y virtudes llenas.
Vida y dulzura en quien vive
toda la esperanza nuestra.
A ti, Reina, suspiramos
gimiendo y llorando penas.
En este tan triste valle
de lágrimas y miserias.
Ea pues Reina y Señora
Madre y Abogada nuestra.