(CNA/InfoCatólica) El pasado viernes 30 de septiembre durante el 14° Congreso Mundial de las Familias realizado en México, el Prefecto Emérito de la Congregación para la Doctrina de la Fe, Gerdhard Müller, presentó una ponencia en la que alertó a la población mexicana sobre los peligros del nihilismo y sus capacidades de conducir a la sociedad a un gran «suicidio colectivo».
«El cristianismo promueve una civilización de la vida y desafía la cultura del nihilismo antropológico, que tendría que terminar en el suicidio colectivo de la humanidad. El ateísmo es nihilismo. Su fruto es la muerte», comenzó a explicar el cardenal.
El congreso llevado a cabo, según se explica en su propia página web, consiste en «un evento público internacional e interreligioso que busca unir y equipar a líderes, organizaciones y familias para afirmar, celebrar y fortalecer a la familia como el entorno fundamental y natural clave para el florecimiento de individuos maduros y sociedades sostenibles».
El cardenal Müller aprovechó su ponencia para exponer este importante tema. Inició explicando que «el nihilismo, es decir, “el sentimiento de la nueva era” de que “Dios mismo ha muerto”», como afirmaba el filósofo Hegel, puede provocar el sentimiento de que «no hay nada malo en el ser humano y está permitido todo lo que le plazca, si creemos en la amable racionalidad divina sobre y en todo el ser de su creación».
En otra de sus conferencias, la cual llevó por nombre «El hombre hecho a imagen y semejanza de Dios: Un manifiesto contra el nihilismo antropológico», Müller habló sobre las tesis de Nietzsche, «profeta del nihilismo postcristiano» y quien anunció «la muerte de Dios», y del conocido historiador Yuval Noah Harari, quien «se ha convertido en algo así como el gurú del llamado trans y posthumanismo».
Respecto a estos personajes, el cardenal afirma: «como historiador, el propio Harari debería saber lo rápido que la visión de un superhombre divino puede convertirse en un inhumano diabólico. El siglo XX lo ha demostrado de forma cruel. En Europa Occidental y Oriental. Especialmente en Alemania y Rusia», y, «si el hombre deja de ser una criatura a imagen y semejanza del Dios trino, se hunde en las profundidades del nihilismo antropológico».
Además, explica: «El nihilismo antropológico tiene como padre el orgullo de la criatura que quiere llegar a ser como Dios (Gn 3,5) y quiere establecer la diferencia entre el bien y el mal, lo verdadero y lo falso por sí misma».
Este tipo de filosofía, según ilustra el Prefecto Emérito, «es significativamente hostil a la vida», pues impulsa el hecho de «matar a los niños en el vientre materno como un derecho humano y la exigencia utilitaria de la llamada “muerte piadosa” (eutanasia) para los seres humanos “agotados” o “ya no utilizables”».
«Pero los frutos podridos del nihilismo antropológico también se muestran en el cuestionamiento del matrimonio entre el hombre y la mujer que se ve como una variante entre cualquier número de posibilidades del disfrute orgiástico de la satisfacción sexual sin la plena entrega en el amor y sin la autotrascendencia a un tercero, a saber, el niño como fruto del amor y el vientre de sus padres».
Es así como «se niega la referencia a la fecundidad del matrimonio, con la que el Creador ha bendecido al hombre y a la mujer para que transmitan, guarden y promuevan la vida creada por Dios».
Además de los abortos, la eutanasia, y el matrimonio, el cardenal Müller también toco el tema de la ideología de género, comentando: «Aparte del hecho biológicamente probado de que no es posible un cambio real del sexo, la ficción de una libre elección del género es una negación de la voluntad de Dios para nuestra persona. Cada ser humano existe en su naturaleza corporal ya sea en expresión masculina o femenina».
Y continúa acerca del nihilismo, advirtiendo que dicha corriente «se vuelve realmente peligrosa para la Iglesia cuando incluso los teólogos católicos en posiciones centrales ya no asumen el hecho de la revelación históricamente única e insuperable de Dios en Jesucristo, sino que hacen un compromiso perverso con el posthumanismo, solo para que la Iglesia ‘sobreviva’ como organización social en un mundo moderno sin Dios».
«Si el cristianismo fuera solo una colección de visiones dispares de lo incognoscible divino que se difunde sobre nuestra interpretación teórica del mundo y la forma práctica de hacer frente a la contingencia, entonces realmente no valdría la pena luchar, sufrir y morir por la verdad de Cristo», explicó el clérigo.
Finalmente, el cardenal Müller, destacó el hecho de que «nuestra fe en el Dios y Padre de Jesucristo supera la cultura de la muerte y el nihilismo antropológico. La fe nos abre a una cultura de la vida en el amor del Dios Trino porque somos liberados de la “esclavitud de lo pasajero a la libertad y la gloria de los hijos de Dios”».