(Aica/InfoCatólica) En su discurso el Santo Padre destacó el «gran papel» que juegan los catequistas dentro de la comunidad cristiana y recordó que por eso el 10 de mayo de 2021, con el motu proprio Antiquum ministerium había establecido formalmente el «ministerio» del catequista. Un reconocimiento a la «presencia» de los laicos que, en virtud del bautismo, colaboran al servicio de la evangelización en un mundo que ve «la imposición de una cultura globalizada». Con una Editio typica, nuevamente el año pasado, el Papa también había introducido un Rito específico con el que todo obispo del mundo, a partir del 1 de enero de 2022, puede instituir catequistas durante una celebración litúrgica. Eso también es un signo para conferir mayor dignidad a quienes ocupan este oficio que, como subrayó «no es un trabajo sino una vocación«.
«Una vocación que concierne a todos los creyentes, incluidos los obispos, los sacerdotes, las personas consagradas, «porque el Señor nos llama a todos a hacer resonar su Evangelio en el corazón de cada persona», dijo Francisco y confesó que le encanta «la cita de los miércoles», la audiencia general, «cuando cada semana me encuentro con mucha gente que viene a participar de la catequesis». Para Francisco «es un momento privilegiado»
Reflexionando sobre la Palabra de Dios y la tradición de la Iglesia, caminamos como Pueblo de Dios, y también estamos llamados a encontrar las formas necesarias para dar testimonio del Evangelio en la vida cotidiana.
No se cansen de ser catequistas
El Papa espera que ese entusiasmo no se pierda: «Por favor -les dijo- no se cansen nunca de ser catequistas. No para 'dar la lección' de la catequesis». Por supuesto, observó, tenemos que encontrar los mejores caminos para que la comunicación de la fe sea «adecuada» a la edad y a la preparación de las personas que nos escuchan. Pero, sobre todo, es decisivo «el encuentro personal que tenemos con cada uno de ellos», porque eso «abre el corazón para recibir el primer anuncio y el deseo de crecer en la vida cristiana con el dinamismo que la catequesis nos permite realizar».
En este sentido, dijo el Papa, el nuevo Directorio para la Catequesis anunciado en los últimos meses, será «muy útil» para comprender «cómo renovar la catequesis en las diócesis y las parroquias».
Francisco también citó el Catecismo de la Iglesia Católica para recordar a los catequistas el llamado a ser «testigos de la vida nueva»
No olviden nunca que la finalidad de la catequesis, que es una etapa privilegiada de la evangelización, es ir al encuentro de Jesucristo y dejarlo crecer en nosotros.
El mandamiento del amor en el catequista
De esta «nueva vida» el verdadero y único mandamiento es el «amor», aseguró Francisco. El amor «que viene de Dios y que Jesús reveló con el misterio de su presencia entre nosotros».
«Queridos catequistas -agregó el pontífice-, ustedes están llamados a hacer visible y tangible la persona de Jesucristo, que los ama a cada uno de ustedes y por eso se convierte en regla de nuestra vida y en criterio para juzgar nuestra acción moral. No se alejen nunca de esta fuente de amor, porque es la condición para ser felices y llenos de alegría siempre y a pesar de todo».
Finalmente, el Papa afirmó que está seguro de que «este camino llevará a muchos de ustedes a descubrir plenamente la vocación de ser catequistas, y por lo tanto a pedir acceder al ministerio de catequistas».
Y concluyó: «No temas si el Señor te llama a este ministerio, ¡Síguelo! Participarás en la misma misión de Jesús de anunciar su Evangelio».
Los catequistas del Papa
Un recuerdo personal del papa argentino concluye la audiencia: «No quisiera terminar -lo considero bueno y justo- sin acordarme de mis catequistas», dijo, desprendiéndose del discurso escrito. «Hay una monja que dirigía el grupo de catequistas, a veces enseñaba a dos buenas señoras. Ambas se llamaban Alisia. Siempre las recuerdo. Y esta monja, dio las bases de mi vida cristiana, para prepararme para la Primera Comunión. El Señor también me dio una gracia muy grande. Ella era muy vieja, yo era estudiante, estaba estudiando afuera, en Alemania, y después de terminar mis estudios regresé a la Argentina. Al día siguiente (refiriéndose a la catequista) ella murió, yo pude acompañarla ese día, y cuando estuve allá, orando frente a su ataúd, agradecí al Señor por el testimonio de esta monja que pasó su vida casi sólo dando catequesis, preparando a niños y jóvenes para la Primera Comunión. Se llamaba Dolores«.
La experiencia del Papa es la demostración de que «cuando hay un buen catequista deja una huella»: «No sólo la huella de lo que siembra, sino la huella de la persona que sembró», dijo Francisco. Y se despidió deseando a los catequistas «que sus niños, sus adultos, los que acompañen en la catequesis, los recuerden siempre ante el Señor como una persona que sembró cosas bellas y buenas en el corazón».
Finalmente, un último pensamiento para todos los »mártires catequistas«: »Son muchos, son muchos, es importante. También lo son en nuestro tiempo. Para ellos también, gratitud y oraciones».+