(Agencias/InfoCatólica) «Cuánta hipocresía pedir una autorización para ir de excursión en los colegios y no para poder abortar sin los padres», señaló el obispo, quien también lamentó la «falsedad» de «pedir receta médica para comprar 'algidol' o antibióticos y dar unos choques hormonales a niñas sin control, fomentando la irresponsabilidad y sin hablar de las consecuencias psicológicas y biológicas que ello puede originar».
Mons. Mazuelos, que se licenció en medicina antes de entregar su vida al Señor en el sacerdocio, advirtió:
«Veremos a alguna niña morir por la noche en su casa con una complicación del aborto por unas hemorragias porque no se atreverá a decirle a su padre que ha ido sin su consentimiento a abortar»
El obispo indicó igualmente que «la vida es la gracia más grande que podemos recibir. Y lo peor que nos puede pasar es olvidar que la vida es un don de Dios».
Y agregó:
«Cuando se olvida que la vida es un regalo de Dios, ya no hay a quién serle fiel. La ausencia de fidelidad permite solo acuerdos pasajeros entre soledades sin proximidad. Por eso, una sociedad sin Dios, es una sociedad de personas solitarias, egoístas y agresivas donde los débiles sobran».
El prelado aseguró que ser madre es «un don y no una desgracia como quiere hacernos ver la cultura de la muerte donde ya no se escucha bendito el fruto de tu seno, sino rechaza el fruto de tu seno: aborta».
Obligadas a trabajar
El obispo hizo un llamamiento para que la maternidad sea «parte esencial de todo programa de promoción de la mujer. A la hora del trabajo no se le deben poner trabas por su maternidad, sino favorecerla» y para ello «la sociedad o el estado debe ayudar económicamente a aquellas mujeres que quieran dedicarse sólo a ejercer su maternidad y no obligar a la mujer a tener que trabajar para poder tirar adelante con su casa en un mundo cada vez más materialista; se debe favorecer las ayudas por tener hijos»