(InfoCatólica) Mediante un decreto publicado ayer 3 de septiembre, el Papa Francisco ha revocado los títulos de los cuatro Altos Oficios de la Orden de Malta, disuelto el actual Consejo Soberano, establecido la constitución de un Consejo Soberano provisional y convocado un capítulo general extraordinario para el 25 de enero de 2023, fiesta de la Conversión de San Pablo. La entrada en vigor es inmediata.
De este modo se intenta culminar un proceso «después de escuchar y dialogar con varios representantes de la Orden, ha llegado el momento de completar el proceso de renovación», expresa el Papa en el documento, con la intención habitual de llevarlo a cabo «en fidelidad al carisma original».
Además, en el texto promulgado, el Santo Padre confirmó todas las facultades atribuidas a su delegado especial para la Orden de Malta, el Cardenal Silvano María Tomasi, quien será el encargado de preparar el próximo Capítulo General junto al Consejo Soberano provisional.
Hace quince días varios presidentes de las asociaciones nacionales de la Soberana Orden de Malta enviaron una carta preocupados por el futuro de la Orden. Pedían al Pontífice que se detuviesen los actuales planes de reforma y que, en su lugar, se elaborasen nuevas propuestas con una amplia participación de los miembros. De lo contrario, afirmaban, la orden y sus obras podrían «sufrir graves daños». También hubo cartas a favor, lo que muestra que entre los miembros de la orden hay disparidad de criterios sobre el proceso. El propio Papa dice «que han dado muchos pasos, pero también ha habido impedimentos y dificultades encontrados en el camino».
«Sujeto de la Santa Sede»
Uno de los aspectos más conflictivos, y que requerirá ulteriores explicaciones, es el de la soberanía de la Orden de Malta, que tiene reconocimiento internacional por muchos países.
La Orden de Malta, formada por laicos de familias nobles, es un estado sin fronteras territoriales, pero que mantiene relaciones diplomáticas con 106 países y posee embajadas en los cinco continentes. Es un Estado apolítico y sin territorio que cuenta con unos 13.500 miembros permanentes, 82.000 voluntarios y 30.000 dependientes repartidos por todo el mundo, muchos de ellos relacionados con la antigua nobleza europea.
La propia expresión del decreto hace temer a muchos caballeros que la Orden Soberana se vea reducida a una «asociación de religiosos», lo que consideran que no sería fiel al carisma:
Según la Sentencia de 24 de enero de 1953, dictada por el Tribunal de Cardenales instituido el 10 de diciembre de 1951 con el quirógrafo de mi predecesor el Papa Pío XII, de venerada memoria, las «prerrogativas inherentes a la Orden [...] como sujeto de derecho internacional [...], que son propias de la soberanía, [...] no constituyen en la Orden ese complejo de poderes y prerrogativas, que es propio de las entidades soberanas en el pleno sentido de la palabra». De hecho, la Orden es «una Orden religiosa, aprobada por la Santa Sede [...]. No sólo persigue la santificación de sus miembros, sino también fines religiosos, caritativos y asistenciales». Además, «las dos cualidades de Orden soberano y Orden religioso [...] están íntimamente relacionadas. La cualidad de la Institución como Orden soberana es funcional, es decir, dirigida a asegurar la realización de los fines de la Orden y su desarrollo en el mundo» (Acta Apostolicae Sedis 45 [1953], 765-767).
Por lo tanto, al ser una Orden religiosa, depende, en sus diversas articulaciones, de la Santa Sede.
Historia de la crisis de la Orden
La batalla de la Soberana Orden de Malta para proteger su soberanía tuvo uno de sus primeros episodios en diciembre del 2016, cuando la Secretaría de Estado del Vaticano nombró una comisión para investigar la sustitución del gran canciller Albrecht von Boeselager, debido al reparto de preservativos en campañas humanitarias de la orden. Entonces la Orden publicó un comunicado en el que se podía leer:
El Gran Maestre de la Soberana Orden de Malta ha tenido conocimiento de la decisión de la Santa Sede para nombrar a un grupo de cinco personas para arrojar luz sobre la sustitución del anterior canciller.
La sustitución del anterior Gran Canciller es un acto interno de gobierno de la administración de la Soberana Orden de Malta y por lo tanto corresponde exclusivamente a su competencia. La medida es el resultado de una mala interpretación de la Secretaría de Estado.
En enero del 2017 el Gran Maestre Frey Matthew Festing, OBE, consideró oportuno reiterar que la sustitución del antiguo Gran Canciller fue un acto interno de la Gobierno de la Orden.
El Gran Maestre citó la Carta Constitucional de la Orden, que afirma que «el carácter religioso de la Orden no perjudica el ejercicio de prerrogativas soberanas relativas a la Orden en la medida en que es reconocida por los Estados como sujeto del derecho internacional» e indica que «la Orden tiene representación diplomática ante la Santa Sede, de acuerdo con las normas del derecho internacional».
El por entonces máximo dirigente de la Orden de Malta recordó que la confirmación de tal estatuto en virtud del derecho internacional también estaba confirmada en el Anuario Pontificio de la Santa Sede, donde la Orden se menciona sólo una vez y no entre las órdenes religiosas, sino entre los Estados con Embajadas acreditadas en la Santa Sede.
La Santa Sede reaccionó ratificando su apoyo a la comisión de investigación ordenada por la Secretaría de Estado. Apenas una semana después se informó de la dimisión de Festing a petición del Papa. Dos días después el Pontífice declaró nulas las últimas decisiones del cesado Gran Maestre. Albrecht von Boeselager volvió a ser gran canciller. Es decir, la soberanía de la Orden de Malta quedó claramente sometida a la soberanía del Papa.
Se supo entonces que el Cardenal Patrono de la Orden, S.E.R Raymond Burke, se había entrevistado meses atrás con el Papa para explicarle la situación interna de la organización y había recibido de Francisco apoyo para tomar las medidas que se estimaran oportunas. El Pontífice escribió al cardenal una misiva en la que indicaba que «se deberá evitar que en la Orden se introduzcan manifestaciones de espíritu mundano, así como pertenecer a asociaciones, movimientos y organizaciones contrarios a la fe católica o de cuño relativista». La referencia era a la supuesta infiltración de la masonería entre los Caballeros de Malta que el Papa en conversaciones privadas, había mencionado varias veces. «Si esto ocurriese –proseguia Francisco– se invitará a los Caballeros que eventualmente fuesen miembros de tales asociaciones, movimientos y organizaciones a retirar su adhesión, siendo incompatible con la fe católica y la pertenencia a la Orden».
El Pontífice se refirió igualmente al problema de la difusión de anticonceptivos en los países pobres:
«se tendrá también cuidado de que las iniciativas y obras asistenciales de la Orden no se utilicen para difundir métodos y medios contrarios a la ley moral. Si en el pasado ha surgido algún un problema en esta área, espero que puede ser resuelto completamente. Me disgustaría profundamente, en efecto, que algunos altos Oficiales –como usted me ha referido– aun sabiendo de estas prácticas concernientes, sobre todo a la distribución de anticonceptivos de cualquier tipo, hasta ahora no hayan intervenido para ponerlas fin»
Era claro el objetivo puesto por el Papa. Pero, ¿cómo lidiar con los responsables del escándalo? «No dudo, sin embargo –escribe el Papa Francisco–, que, siguiendo el principio paulino de ‘la verdad que obra por la caridad’ (Ef 4, 15), usted será capaz de entablar un diálogo con ellos y realizar los ajustes necesarios».
Sin embargo, cuando el cardenal quiso realizar esos ajustes, se encontró con que el Pontífice apoyó abiertamente a quien había sido señalado como responsable de la distribución de anticonceptivos.
Burke acusado
Una vez restituido en su cargo por decisión del Papa, Boeselager se permitió señalar al antiguo Gran Maestre de la Orden, Frei Matthew Festing, y al cardenal Raymond Burke como instigadores de la crisis. En un mismo sentido se pronunció el jefe interino de la orden, nombrado por el Papa. El cardenal estadounidense se defendió:
«El relato dado por Fra 'Ludwig Hoffmann von Rumerstein no es exacto. No tenía autoridad para pedir al Gran Canciller que dimitiera. Simplemente declaré que la persona que a sabiendas permitió la distribución de anticonceptivos en las obras de la Orden debería asumir la responsabilidad, y luego el Gran Maestre nuevamente pidió al Gran Canciller que dimitiera, lo que se negó a hacer. Entonces el Gran Maestro procedió a su despido sin mi participación en absoluto. La explicación del Gran Maestro y mi persona permanecen.
Para ser franco, estoy sorprendido por lo que afirma Hoffmann von Rumerstein en el artículo. Lo considero una calumnia».
Censura a Festing
Ante la posibilidad de que Frey Mattthew Festing influyera en la elección del Nuevo Gran Maestre, o incluso él mismo fuera reelegido -algo que, según Festing, le hubiera parecido bien al Papa-, la Secretaría de Estado del Vaticano, por medio de Mons. Becciu, le prohibió estar en Roma durante el proceso electivo. Becciu ejercía de delegado pontificio para la orden.
En medio de todo este proceso, se hizo público un informe que confirmó que la Soberana Orden de Malta había repartido anticonceptivos potencialmente abortivos.
Dalla Torre, elegido. Becciu, delegado pontificio
Con el control absoluto de la Orden por parte de la Santa Sede, Frey Giacomo Dalla Torre del Tempio di Sanguinetto fue elegido como Gran Maestre interino para un mandato de un año de duración. Terminado ese año, fue confirmado como Gran Maestre, cargo vitalicio.
Al día siguiente de la elección de Dalla Torre, el Papa confirmó a Mons. Angelo Becciu como su Delegado ante la Orden. Su función era monitorizar la institución «hasta la conclusión del proceso de reforma y, en todo caso, hasta cuando lo considerará útil para la misma Orden. Hasta ese momento usted continuará gozando de todos los poderes y será mi único portavoz para todo lo que concierne a las relaciones entre esta Sede Apostólica y la Orden».
Fallecimiento de Dalla Torre. Becciu relevado
Tras un tiempo sin que se dieran noticias destacadas, a finales de abril del 2020 se produjo el fallecimiento de Dalla Torre.
En noviembre de ese mismo año, el escándalo financiero en torno al cardenal Becciu, que supuso el cese de todas sus responsabilidades, llevó al Papa a nombrar al cardenal Silvano Tomasi como nuevo delegado pontificio ante la Soberana Orden de Malta.
Poco después, Marco Luggazo fue elegido como Lugarteniente del Gran Maestre –cargo que quedó vacante–, para un periodo de al menos un año.
En octubre del 2021, el Pontífice confirmó al cardenal Tomasi como su Delegado para la Orden, concediéndole expresamente los siguientes poderes:
«Convocar el Capítulo General Extraordinario para la fecha que usted determine y copresidirlo; definir un reglamento ad hoc para la composición y celebración del Capítulo General Extraordinario; aprobar la Carta Constitucional y el Código de la Orden; proceder a la renovación del Consejo Soberano de conformidad con los nuevos textos reglamentarios; convocar el Consejo de Estado compuesto para la elección de un nuevo Gran Maestre».
El cardenal italiano formó un grupo de trabajo para la anunciada reforma de la Orden, del que significativamente no formó parte el Gran Canciller Albrecht von Boeselager, quien se quejó asegurando que se estaba restando soberanía a la institución –algo de lo que no se había quejado en los años precedentes–. También dijo que había perdido el contacto directo con el Vaticano
Declaraciones del cardenal Tomasi, enero 2022
A finales de enero, el purpurado respondió a esa queja durante una entrevista al NCRegister:
El Gran Canciller Albrecht von Boeselager ha dicho recientemente que se le ha cortado el contacto directo con el Vaticano, ¿es esto cierto?
No es cierto, y lo digo claramente. El embajador de la Orden ante la Santa Sede (ndr: la Orden tiene un embajador como los estados soberanos) está disponible para cualquier consulta y tiene que ser el canal. Por parte del Vaticano he recibido a todos los miembros del gobierno, a otros presidentes nacionales, a quien ha pedido verme y discutir algunos temas. Ninguno se ha negado. Debe pasar por el embajador, el Gran Canciller tiene que pasar por el embajador. Hablé con el embajador después de que se expresara públicamente esta preocupación y me dijo: «Estoy disponible, sólo tienen que decirme lo que tengo que hacer». Tenía algunos asuntos que tratar con el gobierno de la orden, llamé al embajador y le dije que por favor le dijera esto y esto al gran canciller y que me hiciera saber lo que pensaba. Tenemos que utilizar las estructuras que hay y confiar en su funcionamiento.
En dicha entrevista, del Delegado pontificio explicó cómo quedaría todo y negó que se fuera a producir un menoscado a la soberanía de la Orden:
«La reforma mantiene la orden como una orden religiosa. La dimensión religiosa es deseada por la gran mayoría de los miembros de la orden, sean profesos o no, no hay ninguna diferencia. Quieren formar parte de una estructura y organización fundamentalmente religiosa, así que esto es lo que quiere la mayoría de los miembros. El Papa también quiere esto. Hemos estado trabajando en esto. Las reformas no quitan nada de la soberanía, la autonomía o las tradiciones privilegiadas especiales que la orden tiene, y que ha recibido a lo largo de los siglos».