(Asianews/InfoCatólica) Las autoridades derribaron el lugar de culto (que funcionaba en una gran carpa) porque el párroco local, el padre Dong Baolu, se negó a unirse al grupo controlado po la dictadura
En febrero de 2018, el Partido impuso el «Nuevo Reglamento de Actividades Religiosas», según el cual el personal religioso solo puede desempeñar sus funciones si se adhiere a los organismos «oficiales» y se somete al PCC.
El espacio de oración fue derribado mientras el padre Dong, quien sufre de problemas motrices, se encontraba hospitalizado para un chequeo de salud. El sacerdote explica que de los 100 párrocos de la diócesis, él es el único que no ha jurado lealtad a la Iglesia oficial controlada por el Partido.
A pesar de que en 2018 se firmó el Acuerdo Sino-Vaticano sobre el nombramiento de obispos -renovado posteriormente en octubre de 2020-, no ha cesado la persecución de la comunidad católica, especialmente la clandestina.
Por el contrario, luego de que Xi Jinping ordenó reprimir las actividades de todos los grupos religiosos, el margen de maniobra de los católicos chinos se ha reducido cada vez más. El primero de junio entraron en vigor las «Medidas para la gestión financiera de los sitios religiosos». Desde el primero de marzo, el régimen adoptó las «Normas administrativas para los servicios de información religiosa en Internet».
En febrero, la Administración Estatal de Asuntos Religiosos, entidad gubernamental bajo el control del Frente Unido del PCC, difundió las «Medidas Administrativas para el Personal Religioso», un documento sobre la gestión del clero, monjes, sacerdotes, obispos, etc.
En una reciente entrevista con Reuters, el Papa Francisco manifestó su deseo de que el acuerdo con el gobierno chino -que expira en octubre- se renueve pronto.