(ACN/InfoCatólica) Recientemente, se ha dado a conocer por la diócesis de Kafanchan, ubicada en el estado de Kaduna, en Nigeria, la muerte del sacerdote John Mark Cheitnum, quien laboraba como Director de Comunicación de la diócesis.
Lamentablemente, el padre Mark fue asesinado, después de haber sido secuestrado el 15 de julio junto a otro servidor, el padre Donatus Cleopas.
Un comunicado oficial firmado por el canciller de la diócesis, el padre Emmanuel Okolo, y enviado a la fundación católica Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), indicó que fue «asesinado brutalmente el mismo día» y que «su cadáver fue descubierto posteriormente ya en descomposición el martes 19 de 2022».
Por su parte, el padre Cleopas sobrevivió pues logró escapar de las manos de los secuestradores también el mismo día del suceso.
El padre Mark tenía 44 años y 9 ejerciendo como sacerdote. Trabajaba en la diócesis de Kafanchan como director de comunicación, pero también en la Iglesia de San Jaime como su párroco. Era, asimismo, presidente de la Asociación Cristiana de Nigeria (CAN) en el gobierno local de Jama’a, y presidente coordinador de la misma área en el sur de Kaduna.
En 2017, el padre Mark se había reunido con el ya fallecido obispo Joseph Bagobiri y los representantes de la ACN para profundizar acerca de los fuertes ataques de violencia que los terroristas del grupo Fulani habían estado ejerciendo recientemente contra la diócesis de Kafanchan, en la parte sur del estado de Kaduna.
La directora del departamento de prensa de ACN Internacional, María Lozano, quien compartía delegación con el padre Mark, expresó su profundo dolor por lo ocurrido: «Es muy trágico, otro sacerdote asesinado en Nigeria, ya son cuatro solamente en este año».
«El padre Mark estaba profundamente comprometido en dar voz a las víctimas inocentes de la violencia en su diócesis, que se cuentan por cientos… Ahora él se ha convertido en una víctima de este capítulo de muerte interminable», agrega.
«Desde hace muchos años, -continúa la directora- la diócesis de Kafanchan sufre terror y violencia. Recuerdo que cuando visitamos la diócesis de Kafanchan había toque de queda y no pudimos pasar mucho tiempo allí, teníamos que salir por la tarde porque era demasiado peligroso. El terror y el miedo afectan ahora no solo a Kafanchan, sino también a todo el estado de Kaduna. Y se ha extendido a Benué y otras partes del Cinturón Medio».