(ACI/InfoCatólica) Tras manifestar que la fe y la esperanza en la época actual "han sido relegadas a al esfera privada y ultraterrena, mientras en la vida concreta y pública se ha afirmado la confianza en el progreso científico y económico", el Papa aseguró que "sabemos que este progreso es ambiguo: abre posibilidades de bien junto a perspectivas negativas", pero "no basta para garantizar el bienestar moral de la sociedad".
"El ser humano tiene necesidad de ser librado de las opresiones materiales, pero debe ser salvado, más profundamente, de los males que afligen el espíritu. ¿Y quién puede salvarlo sino Dios, que es Amor y ha revelado su rostro de Padre omnipotente y misericordioso en Jesucristo? Cristo es nuestra firme esperanza".
El Santo Padre señaló que "aquí como en todas partes, en los siglos pasados muchas personas sufrieron por mantenerse fieles al Evangelio y no perdieron la esperanza; muchos se sacrificaron por devolver la dignidad al ser humano y libertad a los pueblos, encontrando en la adhesión generosa a Cristo la fuerza para construir una nueva humanidad".
"También en la sociedad actual, donde tantas formas de pobreza nacen del aislamiento, del no ser amados, del rechazo de Dios y de una cerrazón profunda y trágica del hombre, que se cree autosuficiente, o simplemente un hecho insignificante y pasajero; en este mundo nuestro que está alienado ‘cuando se entrega a proyectos exclusivamente humanos’, solo Cristo puede ser nuestra esperanza segura. Este es el anuncio que nosotros los cristianos estamos llamados a difundir cada día, con nuestro testimonio", concluyó.
Por último Benedicto XVI ha animado a todos a testimoniar esta realidad fundada en Cristo. A los sacerdotes, les ha invitado a permanecer íntimamente unidos a Cristo, ejerciendo con entusiasmo su ministerio. A los religiosos y religiosas, con la feliz y coherente práctica de los consejos evangélicos. Y a los fieles laicos jóvenes, el Papa ha puesto como ejemplo la vida de los santos Cirlilo y Metodio -patrones de Moravia-, santa Zdislava madre de familia-, san Juan Sarkander –sacerdote y mártir-, san Clemente María Hofbauer –sacerdote religioso-, y la beata Restituta Kafkova, nacida en Bro y asesinada por los nazis en Viena.
Tras la Eucaristía, el Papa presidió el rezo del Angelus. En sus palabras previas el Papa comentó que "Moravia está bendecida por muchos santuarios marianos, que multitud de peregrinos visitan durante todo el año".
Benedicto XVI pidió a la Virgen que mantenga "la llama de la fe de todos, la fe alimentada también por numerosas tradiciones populares que tiene profundas raíces en el pasado, pero que justamente tratáis de conservar para que no se pierda el calor de la convivencia familiar en los pueblos y en las ciudades. A veces se constata con cierta nostalgia que el ritmo de la vida moderna tiende a borrar algunas huellas de un patrimonio rico de fe”.
“Es importante que no se pierda de vista el ideal expresado por las costumbres tradicionales, y que por encima de todo se mantenga el patrimonio espiritual de vuestros antepasados, para conservarlo, y que responda a las exigencias del tiempo presente", finalizó.