(Aica/InfoCatólica) «El Evangelio de Jesucristo, no es mío: es de Jesucristo. Se adapta a las diferentes culturas, pero es el mismo. La fe crece, la fe se inculturiza, pero la fe es siempre la misma», dijo ayer el papa Francisco en su discurso improvisado a los 5.500 miembros de las comunidades del Camino Neocatecumenal a los que recibió en el Aula Pablo VI.
Francisco llegó en pie; usó el bastón para trasladarse hasta la silla donde presidió la audiencia. Al inicio del encuentro el fundador del Camino Neocatecumenal, Kiko Argüello, de 83 años, saludó efusivamente al pontífice y le agradeció por haber aceptado enviar en misión a «estas familias», centenares presentes en el aula Pablo VI del Vaticano.
«Dios está llamando a las familias a llevar la alegría del amor de Dios a los hombres que aún no lo conocen. 430 familias esperan ser confirmadas y enviadas por usted, para que, llenas del Espíritu Santo, puedan partir para ser testigos del amor de Cristo Resucitado», dijo Argüello al pontífice.
En su intervención, Argüello recordó que el Camino Neocatecumenal es un fruto del Concilio Vaticano II que lleva a las personas a una fe adulta, mediante el redescubrimiento de las riquezas del bautismo y se felicitó porque «familias enteras tomen la decisión de emigrar con sus hijos a las zonas más pobres del mundo para llevar la buena noticia, en una sociedad marcada por el fenómeno de la secularización, del ateísmo, de la crisis de los valores morales, culturales y filosóficos».
A continuación presentó brevemente al Santo Padre a las Familias en misión enviadas a varios países de Europa, empezando por las que se encuentran en Ucrania y en Rusia, y también en Letonia, Lituania, Estonia, Rumanía, Bulgaria, y otros 14 países del continente europeo; presentó a las familias que operan en Asia: Kazakstán, Mongolia, Japón, Corea del Sur, Taiwán, Camboya, Laos; en América: Canadá, Estados Unidos, México, Puerto Rico, Jamaica, Ecuador (Amazonía), Argentina; en África: Egipto, Túnez, Etiopía, Sudán, Kenia, Camerún, Uganda, Gabón, Guinea Ecuatorial, Cabo Verde y Sudáfrica. Ha concluido con las familias que trabajan en Australia y en Oceanía.
A continuación, el Santo Padre bendijo las cruces que las familias llevarán consigo, como signo de la presencia del Señor, muerto y resucitado por ellas y saludó a algunas de ellas, con sus hijos, en representación de todas.
Las 430 familias de hoy, que elevan el número de las Familias del Camino en misión a más de 2.000, se componen de dos grupos: 157 familias son nuevas, mientras que las otras 273 son familias que ya habían partido para la misión en estos últimos años, pero que, a causa del Covid-19, el Papa todavía no los había enviado.
Evangelización
«La historia de la evangelización consiste en que todos son iguales en la fe: Creo en Dios Padre, en el Hijo y en el Espíritu Santo, en el Hijo que se encarnó, la misma fe. Pero todo a la manera de su propia cultura o de la cultura del lugar donde se predicaba la fe», expresó el Papa en modo espontáneo.
«Este espíritu misionero, de dejarse enviar, es una inspiración para todos ustedes. Les doy las gracias por ello y les pido docilidad al Espíritu que los envía, docilidad y obediencia a Jesucristo en su Iglesia».
«Todo en la Iglesia, nada fuera de la Iglesia. Esta es la espiritualidad que debe acompañarnos siempre: predicar a Jesucristo con la fuerza del Espíritu en la Iglesia y con la Iglesia», expresó el Papa en su discurso sin hojas en la mano.
«Y el que es la cabeza -digamos- de las distintas Iglesias es el obispo: Vayan siempre adelante con el obispo, siempre. Él es la cabeza de la Iglesia, en este país, en este Estado…. ¡Adelante! ¡Ánimo! Gracias por su generosidad. No olviden la mirada de Jesús, que los ha enviado a cada uno de ustedes a predicar y a obedecer a la Iglesia. ¡Muchas gracias!».
Durante la audiencia también estuvieron presentes el cardenal Kevin Joseph Farrell y los miembros del Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida, además del equipo internacional del Camino; el padre Mario Pezzi y María Ascensión Romero.