(Asia News/InfoCatólica) La persecución contra los cristianos no se produce sólo en sus propios países, sino que puede continuar también con aquellos que se han visto obligados a abandonarlo todo para ponerse a salvo. Así lo revela un nuevo informe publicado hoy por Open Doors, una ONG internacional que a través de su World Watch List monitorea constantemente las situaciones más graves de persecución contra los cristianos en el mundo. El estudio - titulado «Iglesia prófuga. Informe 2022 sobre desplazados internos y refugiados» que se dio a conocer con motivo del Día Mundial del Refugiado que se celebra el 20 de junio- cruza datos sobre la libertad religiosa con los que recientemente llevaron a la ACNUR a registrar que hay 100 millones de personas en el mundo actual que fueron obligadas a huir de sus comunidades.
El resultado que se desprende es que en 58 de los primeros 76 países de la World Watch List de Open Doors, hay cristianos que declaran haber sido expulsados por la fuerza de sus hogares debido a su identidad religiosa. Entre los desplazados internos -es decir, aquellos que se han visto obligados a abandonar sus hogares pero permanecen dentro de las fronteras de su propio país- casi la mitad (46%) proviene de 5 países que también están incluidos en la lista de aquellos donde los cristianos sufren. mayor persecución: Siria (ndr:no por parte del gobierno sirio), Afganistán, República Democrática del Congo, Colombia y Yemen.
Precisamente esa fuerte superposición entre los países de origen de los refugiados y los países conocidos como los peores violadores de la libertad religiosa en el mundo, lleva a Open Doors a afirmar que sería vital una mejor comprensión del papel que tiene la identidad religiosa para responder a las necesidades de los que huyen y, en particular, de las minorías cristianas. «Para tener una imagen completa de la persecución religiosa debemos observar tanto la Iglesia en su patria como la Iglesia que huye», comenta Helene Fisher, experta del equipo que hizo la investigación. «Dividir las comunidades religiosas es parte de una estrategia deliberada. El desplazamiento no es solo un subproducto de la persecución, sino que en muchos casos forma parte intencionalmente forma parte de una estrategia más amplia para erradicar el cristianismo de la comunidad o del país».
En Oriente Medio es emblemático el caso de Irak, donde según Open Doors sólo quedan 166.000 cristianos, cuando hace veinte años había un millón. E incluso después de la derrota militar de ISIS en 2017, el regreso de los desplazados sigue obstaculizado por la falta de seguridad y la falta de apoyo de las autoridades en la recuperación de las propiedades perdidas en los últimos diez años debido al conflicto.
En cuanto a la situación en el resto de Asia, los principales factores que llevan a las personas a abandonar sus hogares son la familia y la comunidad local, con una fuerte presión sobre quienes se convierten al cristianismo desde otra religión. Especialmente grave es el caso de Pakistán, donde las minorías religiosas viven a la sombra de leyes contra la apostasía y la blasfemia e incluso dentro de las mismas familias una conversión se puede considerar como una amenaza contra su honor.
La inestabilidad política y el auge de los grupos religiosos extremistas son otros factores que alimentan los desplazamientos en la región, como está sucediendo, por ejemplo, en Myanmar, sobre todo en los estados de Karen, Chin, Kayah y Kachin. En Corea del Norte, donde no se permite ninguna religión, los que huyen buscan una mayor libertad del otro lado de la frontera, por ejemplo en China. Pero según un experto regional, el Covid-19 ha complicado aún más la situación, con la consecuencia de que los hombres norcoreanos están más expuestos a las amenazas de denuncias por parte de los empleadores chinos, mientras que las mujeres corren el riesgo de ser víctimas de la trata.
Sensibilizar sobre la presencia de muchos cristianos entre los desplazados internos y los solicitantes de asilo - concluye Open Doors - es también una forma de protegerlos en su huida. En efecto, a veces sus sufrimientos continúan incluso en los campos de acogida, precisamente porque no se presta suficiente atención al tema de la violencia por motivos religiosos. «En algunos casos, explica Eva Brown, Senior Specific Religious Persecution Analyst de Open Doors, los gobiernos e incluso las organizaciones internacionales con buenas intenciones pueden lamentablemente ser cómplices en la agudización de la discriminación contra los cristianos desplazados. Por eso la conciencia de esta vulnerabilidad en múltiples niveles es vital. para que se puedan atender mejor las necesidades de los desplazados y de los refugiados marginados».