(Guillermo Altarriba) La revista First Things es una de las publicaciones de corte conservador más influyentes en el debate religioso y cultural estadounidense, e incluye en sus páginas aportaciones de católicos, protestantes y judíos. El teólogo y escritor Russell R. Reno se desempeña como editor desde 2011, y reflexiona sobre su labor en El Efecto Avestruz, una serie de entrevistas de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP).
Reno visitó España para participar en el 23º Congreso Católicos y Vida Pública organizado por la ACdP, al hilo de la publicación en nuestro país de su último libro, El retorno de los dioses fuertes (Homo Legens). En él, Reno señala que las democracias liberales enfrentan su ocaso. Nuestras sociedades, reflexiona, han ido degradándose a medida que las afirmaciones sólidas de la tradición -como Dios, nación o justicia- se iban sustituyendo por una cohorte de «dioses débiles».
«Dioses débiles», «dioses fuertes»… ¿de qué estamos hablando en realidad?
Son metáforas. Los dioses débiles, o blandos, son el comercio, el individualismo… Representan la idea de que podemos organizar nuestra sociedad en torno a cosas poco intensas, que no despiertan pasiones. Así, piensan, lograremos crear un orden social más pacífico, con menos conflictos. Si no hay nada por lo que valga la pena luchar, nadie luchará. Si no hay nada por lo que valga la pena morir, nadie morirá…
¿Pero…?
El problema es que estos «dioses débiles» no nos ofrecen anclas para la vida. No nos proveen de las lealtades fuertes que galvanizan nuestra vida, y le dan un significado y un propósito. Lo que vemos en el siglo XXI es que la gente busca compromisos, busca pasiones a las que poder entregarse, y estos son los «dioses fuertes». Es una metáfora que uso para describir los objetos de nuestro amor.
Asegura que la idea de ‘verdad’ es un dios fuerte, pero la noción de ‘sentido’ es uno débil.
Sí, porque todo el mundo tiene su propio sentido, pero el concepto de ‘verdad’ es más adamantino, más afilado. No es casualidad que hoy hablemos mucho de sentido y muy poco de verdad. El retorno de los dioses fuertes sugiere un regreso de la noción de verdad a nuestro modo de pensar sobre el futuro.
¿Cómo se relaciona la idea de libertad con este paradigma?
Una paradoja de nuestro tiempo es que la promesa tras la guerra de una sociedad abierta fue una promesa de libertad, pero vivimos en una época en que la gente tiene cada vez más miedo de decir en público lo que cree. Hoy tenemos una cultura de la libertad disminuida, aunque la promesa de la libertad se repite una y otra vez. Es solo otro indicador de que el proyecto liberal democrático tras la II Guerra Mundial ha llegado a un punto muerto.
Cita como «dioses fuertes» a Dios y la nación, ¿qué relación ve entre ellos?
Tal y como yo lo veo, hay tres áreas vitales donde la gente tiene las lealtades más fuertes: la familia, la nación y la fe, la Iglesia. Para que la nación no domine las lealtades de las personas, es importante alentar las tres. El equilibrio se alcanza fácilmente al entender que la política no lo es todo: porque la familia es importante, primero, y porque hay una verdad trascendente que supera la política. La familia limita la política por debajo, y la Iglesia, por arriba, pero pienso que las tres lealtades son necesarias en nuestra época.
Usted se convirtió al catolicismo tras desmoralizarse por cómo la Iglesia Episcopaliana vivía las enseñanzas de Cristo. ¿Esta ‘teología liberal post-cristiana’ -como la llama- se está extendiendo entre los creyentes?
Es una tentación que siempre está ahí. La teología liberal es un tratado de paz entre los hombres de fe y las actitudes dominantes de nuestra época. Es la búsqueda de un modo de minimizar esta tensión, y siempre se extiende entre los creyentes, porque estamos tentados a hacer las paces con el mundo. Una teología liberal moderada no siempre es tan mala… pero el mundo se ha vuelto tan desordenado, y tan fanático, en cierto modo -la ideología transgénero es un ejemplo de este tipo de fanatismo-, que esto puede ser bueno para los cristianos.
¿Por qué?
Porque nos hace darnos cuenta de lo que ocurre, y decir: «No, necesito defender lo que la Iglesia enseña y el Evangelio proclama». En nuestra época, cada vez está más claro que o estás en un bando, o estás en el otro, y esta polarización puede -de hecho- ayudar a fortalecer nuestra fe, en lugar de debilitarla.
¿La Iglesia Católica corre el riesgo de convertirse en «una ONG con incienso», como ha dicho en alguna ocasión?
Es un riesgo, pero -en mi experiencia- los líderes de la Iglesia Católica están comprometidos con su misión sobrenatural, la salvación de las almas. En este sentido, no me preocupa mucho que la Iglesia se convierta en una ONG con incienso. A veces, la retórica pública de nuestros líderes se acerca demasiado a ello, pero mi experiencia en la parroquia es que no, que la dimensión espiritual permanece muy fuerte.
Tras ser editor de First Things desde hace más de una década, ¿cuál piensa que es hoy el rol de los medios de comunicación cristianos?
Dos cosas a tener en cuenta. Por un lado, siempre ha sido tarea del periodismo cristiano animar a los fieles. Hoy, no obstante, es particularmente importante que el periodismo cristiano ofrezca a los fieles un retrato de la realidad certero y verdadero. Una de las grandes víctimas de la corrección política es la verdad, pero nuestra fe nos da la valentía de comprometernos y decir la verdad.