(Agencias/InfoCatólica) Todavía no hay una cifra oficial definitiva,un legislador local estima que entre 70 y 100 muertos, el vicepárroco disminuye la cifra a 39 en estos momentos:
Hay ya 39 muertos confirmados. Un número que todavía tendrá que ser actualizado. Quizá antes de que termine esta semana podamos tener una cifra definitiva.
Hay niños y mujeres embarazadas. El gobernador del estado de Ondo, Arakunrin Oluwarotimi Akeredolu, calificó el incidente del domingo como «una gran masacre» y un «ataque vil y satánico». El presidente Muhammad Buhari condenó el ataque del domingo como «repugnante».
Los obispos advirtieron al gobierno que si no consigue acabar con los responsables de la matanza se acelerará la caída del país en la anarquía.
«Ningún lugar parece ser de nuevo seguro en nuestro país; ni siquiera el recinto sagrado de una Iglesia», afirmó el presidente de la Conferencia Episcopal Nigeriana, y añadió:
«Condenamos enérgicamente el derramamiento de sangre inocente en la Casa de Dios. Los criminales responsables de un acto tan sacrílego y bárbaro demuestran su falta de sentido de lo sagrado y del temor de Dios. Si el gobierno no actúa con decisión acerca de una cuestión tan grave, se corre el riesgo de acelerar la caída del país en la anarquía».
Los obispos sostienen que los gobernantes deben asumir la responsabilidad principal de garantizar la vida y los bienes de los ciudadanos: «¡El mundo nos está mirando! Y también Dios nos observa».
El padre misionero Giulio Albanese descarta que se trate de una guerra religiosa e identifica a los fulanis como autores: «son pastores nómadas que siempre han estado en conflicto por la tierra con la población asentada, buscando constantemente en todo el país un territorio que ocupar». Atacar una iglesia, refiere el sacerdote, es «un mensaje político». Una venganza por las medidas del gobernador que ha emitido varias «restricciones» contra ellos.
«Dicen que el presidente es del mismo grupo étnico, pero eso no es lo importante. La cuestión es que la policía, el ejército y las fuerzas del orden son incapaces de detenerlos», advierte el cardenal John Olorunfemi Onaiyekan, que también señala: «el Islam no está en guerra con nosotros». En la actualidad, «prevalece una sensación de inseguridad entre la población. Dolor y rabia. La gente se siente impotente frente a estos criminales, sin ninguna forma ni nadie que nos defienda».
Pocos medios para atender a los heridos
El hospital donde están siendo atendidos los heridos contaba con solo cuatro médicos. El gobierno envió otros tres, pero aun así la situación es muy complicada dada la gravedad de muchos de los heridos.