(ACN/InfoCatólcia) Rahgeed Ganni era natural del pueblo cristianos de Karemlesh en la Llanura de Nínive, cerca de Mosul. En 1996 su obispo le envió a Roma para ampliar sus estudios como seminarista, gracias a una beca ofrecida por Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), en la Universidad Santo Tomás de Aquino. Ordenado sacerdote en Roma, una vez concluidos sus estudios, decidió volver a Irak en el 2003, pese a la situación de guerra que vivía el país con la caída de Sadam Husein.
Es entonces cuando aparecen nuevos grupos yihadistas en Irak y comienzan ataques, secuestros y atentados contra la comunidad cristiana. Tras sufrir numerosas amenazas, el sacerdote iraquí Rahgeed Ganni fue asesinado el 3 de junio de 2007 junto a tres de los subdiáconos (Basman Yousef Daud, Wahid Hanna Isho, y Gassan Isam Bidawed) de la parroquia del Espíritu Santo de Mosul. Después de la celebración de la Eucaristía, aquel día era la fiesta de la Trinidad, el sacerdote y sus tres acompañantes fueron detenidos en la calle por varios hombres armados y asesinados después de haber renunciado a convertirse al Islam.
«¿Cómo voy a cerrar la casa de Dios?»
El padre Rahgeed Ganni fue increpado antes por uno de los asesinos que la había advertido de no abrir la iglesia. El sacerdote le contestó: «¿Cómo voy a cerrar la casa de Dios?». Es honrado como mártir por la Iglesia católica caldea y su testimonio es conocido como un ejemplo de fe fuerte y perdón.
Proceso de canonización
El Patriarcado Caldeo de Babilonia anunció el 12 de mayo del 2018 que la Santa Sede dio “Nihil Obstat” al proceso de canonización del sacerdote y de sus compañeros para los cuales se presentará la causa como «pro martirio in odium fidei». El estudio de su testimonio trata de verificar y certificar que los cuatro mártires beatificados fueron masacrados por sus verdugos debido a su fe en Nuestro Señor Jesucristo.
Con respecto a la vida del padre Ganni, el sacerdote Fabio Rosini, director del Servicio para las Vocaciones en la Diócesis de Roma, ha expresado: «se ha realizado algo que sólo la gracia puede lograr. Un mártir no es un héroe, sino un testigo».
Los que conocieron al padre Ragheed Ganni afirman que, sin lugar a dudas fue un testigo. También lo corroboran quienes lo vieron morir y fueron testigos de las amenazas que recibía, y sobre todo, de su firmeza en la fe y de su profundo amor sostenido en la Santa Misa.