(Asia news/InfoCatólica) En una entrevista con Radio Free Asia relató su experiencia en la cárcel y expresó su dolor por no poder pasar los últimos años con su familia, pero también alivio por haber llegado, por fin, a Estados Unidos gracias a los reiterados pedidos del Departamento de Estado. «La sensación que tuve cuando estaba aterrizando fue que extrañaba a mi madre, a mi padre - que falleció cuando yo estaba en la cárcel- y a mi hermano menor, que también murió durante mi reclusión», dijo.
Hoa pasó por cuatro centros de detención, tres temporales y uno permanente:
«De estos, el centro de detención en la provincia de Nghe An fue el peor en cuanto a condiciones de vida. Yo vivía en el área reservada a los presos políticos, separada de los lugares para los presos comunes. En cada centro de detención he experimentado en carne propia la discriminación contra los presos políticos. Por ejemplo, teníamos que vivir en celdas minúsculas y calurosas y acostarnos junto al inodoro. El agua estaba tan sucia que a menudo nos picaban y nos dolían los ojos después de ducharnos».
Su único consuelo eran las Escrituras y los libros religiosos que, al principio, Hoa podía consultar todos los días: «Cuando estaba en los centros de detención temporal se me permitía recibir las Escrituras y leerlas todos los días»; pero las cosas cambiaron en 2020, cuando se le permitió leer el Evangelio sólo los domingos. «Como pedía el derecho a leer las Escrituras a diario, me acusaron de violar las normas del centro de detención», siguió explicando. «Entonces hice una huelga de hambre de 10 días porque creo que la práctica religiosa debe ser un derecho, no un favor. Pero las duras políticas en relación con los presos religiosos no han cambiado. Estaba muy débil durante la huelga de hambre y desde entonces mi salud ha empeorado mucho».
Hoa llegó a Estados Unidos el 11 de mayo -en vísperas de la visita del primer ministro Pham Minh Chinh a Washington para la cumbre con otros países del sudeste asiático-, pero ahora que ha recuperado la libertad no olvida el sufrimiento de todos los otros presos, a los que recomienda que cuiden todo lo posible su salud física y mental: «Seguiremos rezando por ustedes y haciendo todos los esfuerzos posibles para que sean liberados y para que reciban mejor atención, sobre todo aquellos que tienen problemas graves de salud».
Precisamente el estado de salud del activista fue lo que hizo posible la libertad anticipada a los 9 años. Las autoridades penitenciarias le habían negado el tratamiento médico y hace tres años Hoa contó en una carta a su familia que sufría dolores abdominales, hipertensión , entumecimiento en las extremidades y debilidad.
Desde 2016, activistas y blogueros vietnamitas han sido objeto de una campaña del gobierno contra la disidencia. Los opositores al régimen sufren hostigamiento, intimidación, vigilancia e interrogatorios policiales y a menudo se les somete a largos períodos de prisión preventiva sin acceso a abogados.