(Asia News/InfoCatólica) Los expertos en antigüedades ya habían dado la voz de alarma y la UNESCO había amenazado con retirar a Santa Sofía (y Chora) de la lista del Patrimonio Mundial, porque bajo el control del gobierno turco y convertida en mezquita perdería su valor universal. Al mismo tiempo, existía el riesgo de que sufriera daños serios, comprometiendo irremediablemente su valor histórico, cultural y simbólico como elemento de unidad para todos los habitantes de Turquía, independientemente de su confesión religiosa. Ahora, con los primeros daños en la estructura, los temores se están haciendo realidad.
Los destrozos en Santa Sofía ocurrieron el mes pasado y afectaron a las puertas imperiales de la ex basílica cristiana, que ahora funciona como lugar de culto musulmán por decisión del presidente Recep Tayyip Erdogan y como parte de una campaña de progresiva «islamización» de la sociedad turca. Según las noticias, los vándalos arrancaron pedazos de una imponente puerta de roble en la entrada del templo. Hasta la fecha, se desconoce la identidad de los agresores y tampoco se ha llevado a cabo una investigación adecuada para localizar a los autores y los responsables del hecho. Al mismo tiempo, desde el principio los actuales custodios del edificio han intentado minimizar los daños y la gravedad de lo ocurrido.
Se teme que en un futuro próximo puedan producirse otros incidentes más graves. Serif Yasar, director del sindicato turco que agrupa a los especialistas en Historia del Arte, señala que los daños en las puertas «podrían ser el primero de muchos desastres en el sitio del patrimonio mundial» debido al creciente estado de «abandono». Advierte que «si no se toman medidas para proteger» el edificio, la cúpula de Santa Sofía «podría derrumbarse sobre los fieles antes de 2050».
En las últimas semanas, expertos y activistas lanzaron acusaciones contra el gobierno de Ankara y el presidente Erdogan, quienes estarían «fracasando» en la tarea de «proteger su historia, su belleza y su valor» histórico, cultural y arquitectónico. Las crítica también cuentan con el apoyo de la Unesco, el organismo de la ONU para la educación, la ciencia y la cultura, según el cual Ankara «no está siguiendo» las directrices que se requieren para proteger el patrimonio.
Desde que esta estructura simbólica pasó del Ministerio de Cultura turco al control del Departamento de Asuntos Religiosos, «no se lo valora realmente» ni recibe una protección adecuada de los «riesgos medioambientales y estructurales» que corre. Este descuido, concluye un grupo de estudiosos consultados por al-Monitor, podría «comprometer seriamente este enorme pero al mismo tiempo frágil edificio».