(ADN/Infocatólica) El tradicional acto contó con la presencia del mandatario Mario Abdo Benítez y otras autoridades nacionales.
El prelado llamó a las autoridades a combatir los síntomas de la desigualdad, la corrupción y la presencia del crimen organizado en las instituciones públicas.
«Sueño con una patria sin hambre y sin cadenas. Paraguay es un país bendecido, produce alimentos y es rico en recursos naturales, sin embargo, tenemos muchos paraguayos con hambre», dijo el arzobispo. «La patria soñada puede convertirse en una pesadilla que requiere de nuevos próceres patriotas para profundizar la gesta de Independencia que recordamos hoy», acotó.
Afirmó que «está en nuestras manos liberarnos de las ataduras. Trabajar por el bien común es una tarea en la cual estamos llamados. Caminar hacia un nuevo país urge realmente. Podemos soñar, pero debemos despertarnos».
El arzobispo recordó las profundas desigualdades que afectan a miles de familias, que pasan hambre o que son obligadas a emigrar, producto de la desigualdad y el acaparamiento de bienes por algunos pocos.
Agregó que la atención adecuada a de la población y las garantías de condiciones de vida dignas permiten combatir a la inseguridad y la violencia, así como reducir la inequidad social.
«El Paraguay de hoy tiene hijos desgraciados porque lamentablemente existen amos insaciables que usurpan sus bienes», denunció Mons. Martínez.
Dijo que «la presencia del crimen organizado es más fuerte, la delincuencia también actúa de varios modos, el sicariato está en aumento, se practica a plena luz del día, cegando vidas».
«El asesinato de Marcelo Pecci (fiscal) enluta al país, no debe considerarse un caso aislado. Este hecho criminal exige adoptar todos los mecanismos legales para el pronto esclarecimiento e identificar a los autores para que se aplique todo el peso de la Ley», indicó.
Recordó igualmente a los secuestrados por el EPP. «Acompañamos a las familias de Óscar Denis, Félix Urbieta y Edelio Morínigo, quienes son víctimas de este grupo radicalizado», enfatizó.
«La Independencia patria no será completa ni posible sin el amor entre hermanos. Alrededor del 90% de la población se declara cristiana, la realidad social y política del Paraguay nos interpela como cristianos», concluyó.