(Aica/InfoCatólica) El pontífice también recordó que la Iglesia católica inició un proceso sinodal y resaltó que, para que este camino común sea tal, no puede faltar la contribución de la comunión anglicana. «Sentimos que son valiosos compañeros de viaje», expresó.
El Papa encomendó a la oración de los integrantes de la comisión «una etapa importante»: El viaje que realizará con el arzobispo de Canterbury, Justin Welby, y el moderador de la Iglesia de Escocia, Jim Wallace, a quienes llamó «dos queridos hermanos». Se refirió al viaje ecuménico que realizará a Sudán del Sur, previsto para los días 5, 6 y 7 de julio, y que había sido postergado por las dificultades del país africano.
«Pero el hermano Justin envía a su esposa, antes, para hacer las labores de preparación y de caridad. Y este es el lindo trabajo que hacen como pareja, con la mujer: le agradezco tanto», afirmó Francisco.
«Recemos para que inspire a los cristianos de Sudán del Sur y del mundo a ser promotores de reconciliación, tejedores de concordia, capaces de decir no a la perversa e inútil espiral de violencia y de las armas», auguró.
Asimismo, recordó que este trayecto inició en el Vaticano hace años, con un retiro espiritual realizado junto con los dirigentes de Sudán del Sur, con Justin Welby y el moderador de la Iglesia en Escocia. «Un camino ecuménico con los políticos de Sudán del Sur», puntualizó.
El segundo concepto escogido por Francisco fue «don». Cada búsqueda de una comunión más profunda solo puede ser, de hecho, un intercambio de dones, donde cada uno asimila como propio lo que Dios ha sembrado en el otro, añadió el Papa. Esta preocupación –dijo- fue también el centro de los últimos trabajos de su Comisión.
Según Francisco, hablar con franqueza de cuestiones eclesiológicas y éticas, enfrentarse a lo que nos resulta incómodo, es arriesgado, podría aumentar las distancias en lugar de favorecer el encuentro. Pensamos, en cambio, que esto requiere, como condiciones fundamentales, la humildad y la verdad.
Para el Papa, el primer paso es «no preocuparse por aparentar lindos y seguros ante el hermano, presentándose ante él como soñamos ser, sino mostrarle con corazón abierto cómo somos verdaderamente».
Los pecados que han llevado a nuestras divisiones históricas –afirmó Francisco- solo pueden ser superados con humildad y verdad, empezando a sentir dolor por las heridas de los demás y sintiendo la necesidad de dar y recibir el perdón.
«Esto exige coraje, pero es el espíritu del don, porque todo verdadero don conlleva una renuncia, requiere transparencia y coraje, y sabe estar abierto al perdón. Solo así los diferentes intercambios de regalos y experiencias ayudarán a superar las debidas formalidades y a tocar los corazones. Solo así se sintonizará con el Espíritu Santo, el don de Dios, el que se entrega a nosotros para recomponer la armonía, porque Él mismo es armonía, reconciliando la diversidad en la unidad».
El Papa concluyó su mensaje con una reflexión:
«Los dones del Espíritu Santo no son de uso privado, sino una bendición para todo el pueblo de Dios: la gracia que recibimos también está destinada a los demás, y la gracia que reciben los demás es necesaria para nosotros».
En el intercambio de dones aprendemos así –prosiguió Su Santidad- que no podemos bastarnos a nosotros mismos sin la gracia concedida a los demás. Que el Espíritu Santo, dador de dones, inspire la continuación de vuestra obra; que cada uno de nosotros experimente la alegría y el consuelo de su gracia.