Pigmalión en la Iglesia
Pigmalion, Jean-Baptiste Regnault

Pigmalión en la Iglesia

A Satanás no se le vence con sus propias armas (que, sin duda alguna, las maneja mejor él), sino con las de Dios.

Cualquier persona que haya sido formada en la fe cristiana antes de la implantación de la LOGSE eclesial, o lo que es lo mismo, antes de la degradación del sistema educativo asentado en la catequesis de la infancia y la juventud, sabe que la principal misión de la Iglesia es la Evangelización.

Por eso, la Iglesia no solo ha tenido siempre las puertas abiertas a todo el mundo, sino que ha salido activamente al encuentro misionero de los no creyentes y los alejados, para mostrarles la Luz de la Verdad y atraerlos a Cristo, como Camino de Vida y único Salvador.

Cuando se enseñaba la Historia Sagrada y el cuerpo doctrinal recogido en los catecismos, sin descuidar la práctica de la oración que completaba la experiencia sobrenatural, el compromiso de fe brotaba de manera espontánea. Entonces, se aprendía que somos hijos de Dios por el bautismo; que este sacramento, primero y principal, exige la conversión y la profesión de fe.

Desde que el «adoctrinamiento» se dejó en manos de los políticos, que «a tiempo y a destiempo» desarrollan su currículum ideológico, laicista y cristianófobo, mientras que gran parte de la jerarquía eclesiástica actual parece más preocupada por exhibir lazos de sintonía con las nuevas corrientes sociales y culturales, se detecta en muchos católicos un profundo sentimiento de desamparo, bastante desconcierto y no poca confusión.

Lo que tal vez muchos eclesiásticos no sepan es que las expectativas en general tienden a cumplirse, sencillamente porque nuestra actuación se acomoda indefectiblemente a las ideas preconcebidas. Y esto hace que acabe materializándose aquello que imaginábamos, por muy erróneo y desatinado que objetivamente resultara en el principio. Esto es lo que en psicología se llama efecto Pigmalión o profecía autocumplida.

Si estamos convencidos de vivir en una sociedad que no le interesa el discurso teológico, metafísico o trascendente y que va a rechazar de plano toda referencia a lo divino o sagrado, partimos, en efecto, de una predisposición negativa que va a condicionar decisivamente nuestra manera de afrontar la catequización, y por tanto nuestro estilo pastoral. Sobre el supuesto de que únicamente adoptando el leguaje y las formas secularizadas o paganas podemos conectar con el hombre contemporáneo, en realidad, lo que estamos haciendo es contribuir eficazmente a la secularización y paganización del ambiente; incluso del ambiente que un día fue religioso, sumándonos así neciamente al proyecto diseñado por los enemigos de la fe. A Satanás no se le vence con sus propias armas (que, sin duda alguna, las maneja mejor él), sino con las de Dios.

La acogida y el amor incondicional al ser humano, como creatura predilecta de Dios, no le otorga automáticamente la condición de «hijo», si éste se empeña en permanecer inmerso en el pecado y alejado del proyecto divino de salvación. Al banquete nupcial hay que entrar con vestido de fiesta (cf. Mt 22, 1-14). Dar cabida en la Iglesia a las ideologías que atentan contra los principios de la moral cristiana o que promueven una deformación esperpéntica de la naturaleza humana, con el pretexto de que no se puede rechazar a las personas involucradas, a los hombres y mujeres que las defienden o comparten, es una insensatez que nos introduce en el terreno cenagoso de la apostasía. A la Iglesia se entra revestidos de Cristo, es decir, renunciando a todo lo pernicioso o destructivo que hay en este mundo y asumiendo incondicionalmente, en su lugar, los valores del Evangelio.

Difícilmente puede presentarse como tolerante, aperturista, creativo y renovador, la aceptación acrítica de postulados que llevan en germen el debilitamiento, la disolución o directamente la erradicación de la fe. No obstante, para Pigmalión todo es posible. Ni siquiera ha necesitado colarse por la puerta de atrás.

Parece haber encontrado su sitio en la Iglesia sin necesidad de convertirse ni hacer profesión de fe. ¡Con el bien que podía haber hecho, si se hubiera catequizado previamente!

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11 comentarios

Garrincha
Brillante artículo. Totalmente de acuerdo
3/05/22 5:39 PM
Marian
Buenísimo de nuevo.Gracias D.Juan Antonio. La cruda realidad es que en general se tolera y se ve "normal" lo que se va filtrando de las diferentes ideologías y nos quedamos impasibles ante el ataque de las armas de Satanás..."con quién sea así ni compartir la mesa" (1Cor5,11). Somos libres (y responsables) de elegir con quién sentarnos a comer.
3/05/22 5:51 PM
Juan Mariner
Lo que pasa en la Iglesia desde hace décadas es lo mismo que pasaría si un chico actual (o una chica) quisiese ser abogado, debería estudiar Derecho en su casa con lo que encuentre en internet, porque no habría ni facultades ni profesores ni libros de texto, a lo sumo podría asistir a juicios y quedarse con la idea y nada más; sería una forma de que no hubiese casi ningún abogado nuevo.
3/05/22 6:18 PM
Rosario Valverde
Es un gran artículo,es la realidad que estamos viviendo tristemente ,un saludo cuidaros mucho
3/05/22 11:26 PM
Carlos Dueñas
El tema de la secularización y la estrategia de la Iglesia para combatirla es complicado. Secularizar el catolicismo para debatir en la esfera pública laica con las filosofías actuales, como hizo el personalismo, fue, en teoría, inteligente, pero no dio resultado. Ir más lejos y reinterpretar la Biblia y las enseñanzas para adaptarlas al pensamiento dominante tampoco funciona, como se vio con el catecismo holandés en los 70, por ejemplo. Hablar al mundo con el discurso de la doctrina tradicional resulta inaccesible para el hombre de hoy.

Fijándonos en la historia, podríamos averiguar qué hizo la Iglesia para convertir su doctrina en la cosmovisión institucionalizada durante siglos, y la cosa está clara: tener o aliarse con el poder político. ¿Por qué actualmente es hegemónico el progresismo cultural? Porque tiene poder. ¡Es el poder!
4/05/22 12:57 PM
maru
Qué buen artículo Padre!!!! Le felicito.
4/05/22 5:11 PM
Juan
Pues Francisco sigue R que R con esa puerta ancha que es el diálogo con el mundo, donde "todos somos hijos de Dios", etc. Pero no gusta oír que el rey va desnudo. No será porque el verdadero está en un monasterio orando y sosteniendo?
4/05/22 6:08 PM
Néstor
"Si estamos convencidos de vivir en una sociedad que no le interesa el discurso teológico, metafísico o trascendente y que va a rechazar de plano toda referencia a lo divino o sagrado, partimos, en efecto, de una predisposición negativa que va a condicionar decisivamente nuestra manera de afrontar la catequización, y por tanto nuestro estilo pastoral."

Esto hay que enmarcarlo y colgarlo en la puerta de entrada de todo Seminario o Facultad de Teología, así como en las Curias y porqué no en las Parroquias.

Saludos cordiales.
5/05/22 12:01 AM
Maribel
Totalmente de acuerdo,
No por querer que la Iglesia sea de una manera , dejara de ser lo que es.
5/05/22 1:01 PM
Gerardo S. I.
Somos hijos adoptivos de Dios por el bautismo.
6/05/22 6:25 PM
Martinna
¿Cuando dejará la actual iglesia de auto engañarse con excusas políticas, culturales, económicas, anticristianas?
S. Pedro y S. Pablo bien sabían que en Roma estaban matando a los cristianos. No se quedaron en casa orando por ellos, cumpliendo con lo mandado fueron a predicar y dar la vida… Actualmente tenemos el mismo mandato de dar testimonio cristiano, pero nos mentimos a nosotros mismos diciendo que no es posible tal y como está el mundo, que Cristo cuida de su iglesia. ¡La iglesia languidece por nuestra dejadez, Cristo intercede por nosotros pero nos manda predicar con palabras y obras!
9/05/22 10:57 PM

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