(InfoCatólica) Está previsto que una familia ucraniana y una rusa lleven la cruz en la celebración del Viernes Santo en el Coliseo. Los textos de las meditaciones se narran los sufrimientos: «¿Dónde estás Señor? Habla en medio del silencio de la muerte y la división y enséñanos a reconstruir lo que las bombas habrían querido destuir».
Dos sanitarias y amigas, una rusa y una ucraniana, están llamadas a portar la cruz en la XIII estación acompañadas de sus familias. Este gesto de paz y reconciliación no ha sentado bien a muchos católicos en Ucrania.
Se llaman Irina y Albina y llevan años en Italia. La primera trabaja como enfermera en el Campus Biomédico de Roma; la segunda estudia allí enfermería. «Nuestra amistad nació en el departamento de cuidados paliativos», explica Irina, pues allí recibió Albina como alumna. «Aquí, ante estos pacientes, aprendí que hay que ayudar a todas las personas, independientemente de su nación, o del color de su piel», asegura la futura enfermera rusa.
Prácticamente el mismo día, el embajador de Ucrania manifestaba públicamente que no lo veía claro y que «estamos trabajando en el tema tratando de explicar las dificultades de su realización y las posibles consecuencias»
Pero no solo ha sido desde el punto de vista político, también el Arzobispo mayor de los greco-católicos ucranianos, Mons. Shevchuk, se ha manifestado en contra, calificándolo como «idea inoportuna» y «ambigua» y que ha transmitido su malestar al Vaticano, en nombre propio y en el de muchos:
«Considero tal idea inoportuna, ambigua y que no tiene en cuenta el contexto de la agresión militar de Rusia contra Ucrania. Para los greco-católicos de Ucrania (UGCC), los textos y gestos de la XIII estación de este Vía Crucis son incomprensibles e incluso ofensivos, especialmente en el contexto del esperado segundo ataque, aún más sangriento, de las tropas rusas sobre nuestras ciudades y pueblos. Sé que nuestros hermanos católicos romanos comparten estos pensamientos y experiencias».
El titular de la UGCC dijo que ya había trasladado al Vaticano las numerosas reacciones negativas de muchos obispos, sacerdotes, monjes y monjas y laicos que están convencidos de que los gestos de reconciliación entre nuestros pueblos sólo serán posibles cuando termine la guerra y aquellos los culpables de crímenes de lesa humanidad sean justamente condenados.
El titular de la UGCC pidió revisar este proyecto. «Espero que mi petición, la petición de los fieles de nuestra Iglesia, la petición de los fieles de la Iglesia Católica Romana en Ucrania sea escuchada», dijo Su Beatitud Sviatoslav.
También el Nuncio del Papa en Ucrania, Visvaldas Kulbokas, ha acusado recibo de la polémica y reconocido que «la reconciliación debe llegar cuando se detenga la agresión, cuando los ucranianos puedan no sólo salvar sus vidas, sino también su libertad. Sabemos que la reconciliación se produce cuando el agresor admite su culpa y pide perdón».
A la vez, ha pedido tener en cuenta que el vía crucis «no es un acto político» y que «bajo la cruz de Jesús hay sitio para buenos y malos, agresores y víctimas». «Es una oración a Jesús para que salve a todos, para detener al agresor y empujarlo a la reconciliación», subrayó.
El Vaticano ha evitado responder públicamente. Su órgano oficial, el Osservatore Romano, ha publicado bajo el título «Amar al enemigo» la historia de otras dos mujeres de Rusia y Ucrania que han protagonizado un Vía Crucis online.