(Vatican.news/InfoCatólica) El Pontífice, que el 25 de marzo presidió el Acto de Consagración de Rusia y Ucrania al Inmaculado Corazón de María en la Basílica de San Pedro, vuelve a alzar su voz para que se silencien las armas y se detenga el conflicto. «Ha pasado más de un mes -recuerda el Papa tras la oración mariana del Ángelus- desde la invasión de Ucrania, desde el inicio de esta guerra cruel y insensata que, como toda guerra, representa una derrota para todos, para todos nosotros. Es necesario repudiar la guerra, un lugar de muerte donde los padres y las madres entierran a sus hijos, donde los hombres matan a sus hermanos sin siquiera verlos, donde los poderosos deciden y los pobres mueren».
Y añadió
«La guerra no sólo devasta el presente, sino también el futuro de una sociedad. He leído que desde el comienzo de la agresión contra Ucrania, uno de cada dos niños ha sido desplazado del país. Esto significa destruir el futuro, causando un trauma dramático en los más jóvenes e inocentes de entre nosotros. ¡Esto es la bestialidad de la guerra, un acto bárbaro y sacrílego! La guerra no puede ser algo inevitable: ¡no debemos acostumbrarnos a ella! En cambio, debemos convertir la indignación de hoy en el compromiso de mañana. Porque, si salimos de esta situación como antes, todos seremos culpables de alguna manera. Ante el peligro de la autodestrucción, que la humanidad comprenda que ha llegado el momento de abolir la guerra, de cancelarla de la historia de la humanidad antes de que sea ella la que cancele al hombre de la historia».
Que callen las armas
Francisco vuelve a vincular el llamamiento a la paz con la oración:
«¡Ruego a todo dirigente político a que reflexione sobre esto, a que se comprometa con esto! Y, mirando a la martirizada Ucrania, comprendamos que cada día de guerra empeora la situación para todos. Por eso renuevo mi llamamiento: ¡basta, basta, que callen las armas, que se negocie seriamente por la paz! Recemos de nuevo, sin cansarnos, a la Reina de la Paz, a la que hemos consagrado a la humanidad, y en particular a Rusia y Ucrania, con una gran e intensa participación, por la que les doy las gracias a todos».
El Papa y los peregrinos y fieles reunidos en la Plaza de San Pedro procedieron al rezo de un Avemaría, implorando el fin de esta masacre.