(ACIPrensa/InfoCatólica) Iris Moses Gwanube es un sacerdote católico recientemente ordenado para la Diócesis de Jalingo, en Nigeria, el 25 de febrero de este año, quien comparte su testimonio acerca de su conversión del islam al catolicismo, la cual estuvo llena de retos.
El padre Moses comentó, en entrevista con ACI África (agencia del grupo ACI), que a pesar de dichas dificultades se siente «muy feliz» de tener la oportunidad de celebrar la Santa Misa y administrar los sacramentos.
El padre Moses, originario de Mararraba, estado de Taraba, Nigeria, creció junto a su familia, quienes practicaban el islam, y fue con 14 años, en 2004, cuando inició su «camino vocacional».
En ese tiempo se dedicaba a vender pan a los niños de la parroquia católica de la localidad. Es así como él mismo lo recuerda: «Ese día hice buenas ventas; como resultado, la iglesia se convirtió en un centro de negocios para mí».
Después de un tiempo, decidió convertirse a la religión católica a espaldas de sus padres, quienes no lo supieron hasta que estaba «profundamente involucrado en la fe y era un catecúmeno».
El clérigo explica que realizó su proceso de tal modo ya que, para los hombres, las conversiones del islam al cristianismo son mucho más complicadas que para las mujeres.
El padre Moses comenta: «Dos de mis medias hermanas son cristianas no católicas, porque se casaron con cristianos» y afirma que, aunque les costó, «les fue más fácil porque son mujeres».
Comparte que este hecho proviene «de una cultura donde las mujeres parecen no tener una religión propia. Por eso, la religión de su esposo se convierte en la de ella. Mi conversión fue más dura, porque soy el único hijo de mi padre que se convirtió».
El nuevo sacerdote comenta que cuando su familia se enteró de lo que estaba haciendo fue muy duro pues sufrió distintos maltratos y acabó por ser echado de su casa. Él recuerda: «Cada vez que iba a allí mis hermanos mayores siempre me golpeaban. Perdí a todos mis amigos. Una vez, mi madre me mató de hambre».
Respecto al momento donde ser expulsado de su hogar, el padre Moses comenta: «Recuerdo haber estado encerrado en una habitación, porque iba al programa carismático católico, pero con la ayuda de Dios, escapé por la ventana de la casa parroquial», dijo. Unos días después, durante una noche lluviosa, cuando «uno de nuestros vecinos pidió permiso para llevarme a una prisión juvenil, mi papá me pidió que saliera de su casa», añadió.
Fue entonces a la casa de su padrino de bautizo, el señor Anthony Ishaya, a quien amenazaron con una orden judicial. «Fue allí que mi entonces párroco, el P. Kieran Danfulani, intervino», quien le ayudó a viajar para huir de Mararraba.
Moses, entonces, logró inscribirse en el Seminario Menor del Sagrado Corazón en Jalingo, llegando a graduarse en el año 2012.
Respecto a su camino al sacerdocio, el padre testimonia: «Enfrenté tantas crisis, tanto dentro como fuera (del seminario). Pero como la mano de Dios estaba allí, superé todo para cumplir mi destino: el sacerdocio».
También comenta que en alguna ocasión estuvo cerca de dejar el seminario, pero que «Dios usó a algunos de mis compañeros y amigos, directores espirituales para que me hablen y den razones para quedarme y discernir bien».
Además, enfrentó fuertes dificultades físicas después de haber sido rechazado en varias iglesias del campo y llegando a contraer malaria por las picaduras de mosquitos e ingesta de alimentos inadecuados.
Sus padres estuvieron presentes en su ordenación sacerdotal, por lo que el padre Moses siente que todos sus «sacrificios no fueron en vano».
Asimismo, durante la entrevista, el joven sacerdote también habló sobre la fuerte realidad que vive Nigeria respecto a la persecución de los cristianos.
«En algunos estados de Nigeria, los cristianos no se quedan en la misma zona que los musulmanes. (…) Hay algunas oportunidades de trabajo que como cristiano, no se te pueden ofrecer en algunos lugares».
Hay zonas en el país en las que «los cristianos no pueden adorar libremente», cuyos nombres no puede mencionar por razones de seguridad. Informó también que «en algunos estados de Nigeria la tierra no se puede vender a los cristianos para construir lugares de culto» y que «muchos sacerdotes, pastores, han sido asesinados, secuestrados e iglesias han sido quemadas a causa de su fe».
El padre Moses invita a todos los nigerianos a «que superen el fanatismo y sean realistas sobre la libertad religiosa», como en los países occidentales, «donde las personas pueden practicar la religión de su elección».