(InfoCatho/ACIPrensa) Sin ningún motivo oficial, la Santa Sede pidió a sus representantes en Hong Kong y Taiwán que se retiraran de estos dos países.
Así, el 31 de enero de 2022, monseñor Arnaldo Catalán, que se encontraba en Taipéi, fue destinado a Ruanda. En cuanto a Monseñor Javier Herrera Corona, quien se encuentra en Hong Kong, fue destinado a Congo-Brazzaville el 5 de febrero.
Una decisión que parecería reflejar la voluntad de la Santa Sede de apaciguar a Pekín tomando una medida que sigue siendo radical. Las misiones diplomáticas no están por tanto cerradas, pero esta iniciativa sorprende en un contexto en el que Santa Sede ha sido criticada por sus excesivas concesiones a las autoridades chinas.
Una decisión que, por lo tanto, seguirá causando cierta perplejidad, ya sea en la Iglesia, en Roma o incluso dentro de la Iglesia de China.
El cambio se produce a puertas de la conmemoración de los 80 años de relaciones diplomáticas entre Taiwán y el Vaticano.
Mientras que la Santa Sede reconoce aún a Taiwán como un país legítimo, la República Popular China, gobernada por el Partido Comunista Chino, lo considera una provincia en rebeldía.
En 1997, Hong Kong fue entregada a la República Popular China. Aunque formalmente se permite una autonomía especial en la isla, particularmente en el sistema económico, en los últimos años las denuncias de intentos de imposición del sistema autoritario comunista han ocasionado multitudinarias protestas.
El Obispo Emérito de Hong Kong, Cardenal Joseph Zen, uno de los más duros críticos del régimen comunista chino, advirtió en 2020 que una serie de nuevas normas que amenazarían la libertad religiosa en la isla, en la que hay mayor libertad de culto en comparación a la restricción absoluta que vive la China continental.