(La Voz de Córdoba/InfoCatólica) Santiago Cantera Montenegro es monje benedictino, doctor en Historia y prior de la Abadía del Valle de los Caídos. Tiene 50 años recién cumplidos y tomó los hábitos en 2014. Antes de su vida como religioso fue profesor en la Universidad San Pablo CEU que depende de la Asociación Católica de Propagandistas (ACdP), asociación que lo ha llevado hasta Córdoba para hablar del tema que protagoniza su último ensayo «La crisis de Occidente. Orígenes , actualidad y futuro» (Sekotia Editorial, 2020). Una reflexión, desde el punto de vista cristiano, de los orígenes de los males que golpean principalmente a Europa pero también de la esperanza en superarlos.
El acto, precedido por la bienvenida del responsable de la ACdP en Córdoba, Antonio Muñoz, contó con la asistencia entre otros del obispo de la diócesis, monseñor Demetrio Fernández; el canónigo don Fernando Cruz-Conde; la edil portavoz de VOX, Paula Badanelli; la escritora e historiadora Almudena Villegas y exconcejales populares como Luis Martín y Amelia Caracuel. La presentación del ponente le correspondió a José Javier Rodríguez Alcaide, profesor emérito de la Universidad de Córdoba y que tuvo un emocionado recuerdo para José Luis García Palacios, que nomina las instalaciones de la Caja Rural en donde se celebró la ponencia con un salón casi lleno de asistentes (había fútbol). Rodriguez Alcaide recordó la amistad con García Palacios nacida en el periodo constituyente de la democracia cuando coincidieron uno como diputado y otro como senador en un momento decisivo de nuestra historia. La historia sería la protagonista de la ponencia y Rodriguez Alcaide confesó, («yo que no soy hombre de Letras») que ha disfrutado con los distintos libros escritos por Santiago Cantera. Parafraseando al Evangelio del 15 de febrero dijo que «debemos estar atentos», justo lo que nos propuso el hermano Cantera.
Repaso histórico: desde la semilla clásica hasta el posmodernismo
Santiago Cantera nos situó en un primer marco que señala la debilidad de Occidente y en concreto de Europa, en hechos aparentemente intrascendentes o equivocadamente valorados como la retirada de las tropas occidentales de Afganistán, la crisis económica y social derivada de la pandemia o la ausencia de grandes líderes frente a una mediocridad que lo inunda todo.
En el periplo histórico que nos ha traído hasta aquí, Cantera inició el recorrido recordando el origen helenístico y romano de Europa, un legado clásico enriquecido con parte de los pueblos bárbaros y una Edad Media cristiana, época histórica de la que destacó el papel que jugó el monacato, «barriendo para casa», en la conservación del «viento vital del Cristianismo». El nacimiento de las naciones y el papel de la Corona española en la posterior expansión de la civilización occidental y del cristianismo estaban marcadas por el papel de la «centralidad de Dios y Cristo como eje de la Historia y de salvación». Hasta entonces el hombre tenía una visión trascendente de la vida y una idea natural, en cuanto a su origen, de la sociedad.
Los elementos de quiebra durante la Modernidad llegarían con la Reforma protestante que afecta también al pensamiento filosófico, desde el realismo clásico hasta el subjetivismo. La verdad deja de ser algo objetivo, lo que «conlleva también una ruptura en la visión de la vida, inmanentista, que apunta solo a un progreso que lleve a un paraíso terrenal sin Dios».
El prior destacó cómo se pasa de las monarquías al concepto de estado totalitario y divinizado (ruptura del pensamiento político) a través de las revoluciones liberales y también, posteriormente, marxistas, con un punto de inflexión en la Revolución Francesa. Puso sobre el estrado los nombres propios de Maquiavelo, Spinoza, Hobbes, Calvino y sobre todo Hegel como parte del cuerpo intelectual – de diferentes épocas- que han contribuido a las «trágicas utopías» que se hicieron más patentes en el siglo XX.
Las raíces espirituales de la crisis
Como religioso, Santiago Cantera no dejó de avisar en todo momento y durante el resumido recorrido histórico realizado que la base que siempre ha acompañado a la Historia, sus épocas y crisis, ha sido espiritual, bien por un reconocimiento de esa condición – vinculada a la tradición cristiana y al origen natural de la sociedad y el hombre- o por un alejamiento de la misma, que ha derivado en «una sociedad débil y un pensamiento débil». Las consecuencias de ello se traducen en «una ruptura del equilibrio interior del hombre, el desprecio por la vida y la negación del orden natural». Ese vacío se trata de suplir con las «nuevas utopías» como la ideología de género o el transhumanismo («el hombre maquinizado») y que se encuadran en un globalismo cuyo objetivo es desarraigar a los hombres también de su identidad territorial y cultural. Advirtió sobre las nuevas religiones, que se pueden definir como «un nuevo sincretismo neognóstico» y no tuvo reparo en decir que «si nos dejamos embaucar por el lenguaje del mundo podemos convertir a la Iglesia en una ONG».
La esperanza como virtud teologal
Los cristianos están llamados a la santidad y a la esperanza «ahora más que nunca», manifestó Cantera. Y regresó a la «visión cristiana de la Historia, donde existe una armonía entre la Providencia y el libre albedrío del hombre», recordando que «el Espíritu Santo sigue alentando al mundo y a la Iglesia. Y el triunfo siempre será de Cristo».
Puso el acento en los países del Este (Polonia, Hungría o Eslovaquia) «recién salidos de dictaduras comunistas y que vivieron bajo un ateísmo militante» y que eso precisamente es lo que «les ha impulsado a regresar a la fe». Así mismo destacó la resistencia que hay en Hispanoamérica frente a la agenda globalista.
Y concluyó pidiendo que depositáramos «la esperanza en María Santísima. Ella nos traerá la luz».