(Katolisch/InfoCatólica) Mons. Büchel sigue la senda heterodoxa de gran parte del episcopado centroeuropeo y ha decidido ignorar el hecho de que el Magisterio de la Iglesia, por medio de San Juan Pablo II, zanjó de forma definitiva e infaliblela posiblidad de ordenar mujeres como sacerdotes.
Igualmente, ha lanzado una andanada contra el celibato asegurando que no puede ordenar hombre precisamente por esa disciplina.
Ha preguntado a los fieles de su diócesis de San Gall sobre el proceso sinodal. A la pregunta «¿Quién está excluido?», el 64% respondió: las mujeres.
En la diócesis de Sankt Gallen hemos integrado a las mujeres en la medida de lo posible. Pero en el Ordo (ndr: el ministerio ordenado) todavía no están presentes. La cuestión de la oficina debe verse en un contexto más amplio. Es cierto: No puedo ordenar mujeres sacerdotes. Pero tampoco puedo ordenar hombres en la diócesis de San Gall por el momento, porque los hombres no quieren ser sacerdotes a causa del celibato. Por ello, organizamos los equipos pastorales de forma diferente para relevar a los sacerdotes. Pero ni siquiera eso es siempre tan fácil. En la Iglesia no sólo hay jugadores de equipo, sino que el estilo de liderazgo cooperativo no está en primera línea.
¿Se debe permitir que las mujeres sean sacerdotes?
Me imagino a muchas mujeres como sacerdotes.
¿Ha tenido alguna vez problemas con Roma debido a esta actitud?
No. Ya lo dije una vez en una entrevista tras mi elección como obispo. En aquella época había una ordenación de mujeres en el lago de Constanza; por eso los periodistas me preguntaron eso en su momento. Dije claramente: esta es una cuestión que podemos discutir; no debe ser un tabú. También lo hablé con el Papa Benedicto XVI. Quería reunirse conmigo después de mi elección como obispo. Nos encontramos en Castel Candolfo, y allí me preguntó por la entrevista. Me sorprendió que supiera lo de la entrevista (risas). Pero no fue una paliza, sino un intercambio fraternal.
Eso fue en 2006. ¿Dónde estamos hoy, en 2022?
Mientras tanto, hay más voces que son más abiertas. Estamos en camino, pero aún no es el momento. Como obispo, tengo que tomar nota de ello. Por lo tanto, a día de hoy, una mujer como sacerdote católico es una utopía.
Tema zanjado de forma infalible por el Magisterio de la Iglesia
La realidad, por mucho que quieran cambiarla en Alemania, es que la Iglesia no puede en ninguna manera admitir la ordenación de mujeres. Se encargó de zanjar el asunto Juan Pablo II tal y como recordó recientemente el cardenal Luis Ladaria, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
San Juan Pablo II, Papa, dedicó una carta apostólica, Ordinatio sacerdotalis, a explicar por qué la Iglesia no puede ordenar mujeres como sacerdotes, poniendo en juego toda la autoridad papal para zanjar definitivamente la cuestión. La carta acaba así:
«Si bien la doctrina sobre la ordenación sacerdotal, reservada sólo a los hombres, sea conservada por la Tradición constante y universal de la Iglesia, y sea enseñada firmemente por el Magisterio en los documentos más recientes, no obstante, en nuestro tiempo y en diversos lugares se la considera discutible, o incluso se atribuye un valor meramente disciplinar a la decisión de la Iglesia de no admitir a las mujeres a tal ordenación.
Por tanto, con el fin de alejar toda duda sobre una cuestión de gran importancia, que atañe a la misma constitución divina de la Iglesia, en virtud de mi ministerio de confirmar en la fe a los hermanos (cf. Lc 22,32), declaro que la Iglesia no tiene en modo alguno la facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres, y que este dictamen debe ser considerado como definitivo por todos los fieles de la Iglesia».
La Congregación para la Doctrina de la Fe respondió a una dubia sobre la naturaleza del pronunciamiento pontificio, advirtiendo que se trata de una doctrina propuesta infaliblemente por la Iglesia:
Pregunta: Si la doctrina que debe mantenerse de manera definitiva, según la cual la Iglesia no tiene facultad de conferir la ordenación sacerdotal a las mujeres propuesta en la Carta Apostólica Ordinatio sacerdotalis, se ha de entender como perteneciente al depósito de la fe.
Respuesta: Sí. Esta doctrina exige un asentimiento definitivo, puesto que, basada en la Palabra de Dios escrita y constantemente conservada y aplicada en la Tradición de la Iglesia desde el principio, ha sido propuesta infaliblemente por el Magisterio ordinario y universal (cf. Lumen gentium, 25,2). Por consiguiente, en las presentes circunstancias, el Sumo Pontífice, al ejercer su ministerio de confirmar en la fe a sus hermanos (cf. Lc 22,32), ha propuesto la misma doctrina con una declaración formal, afirmando explícitamente lo que siempre, en todas partes y por todos los fieles se debe mantener, en cuanto perteneciente al depósito de la fe.