(Die Tagespot/InfoCatólica) Tal como recuerda Mons. Voderholzer, el celibato sacerdotal siempre se acepta voluntariamente. El «celibato por el reino de los cielos» debe ser asumido como algo «que permite la fecundidad espiritual y el testimonio de Cristo».
El estilo de vida célibe no es el de un luchador solitario: «Debe haber una conciencia desde el primer día de formación sacerdotal de que hay que dar forma a este estilo de vida», dice el obispo. Por eso, es importante prestar atención también a los otros dos consejos evangélicos además del celibato –la pobreza y la obediencia– para que no se convierta en una «soltería burguesa».
Según monseñor Voderholzer, los sacerdotes casados también presentarían nuevos desafíos a la iglesia y la comunidad. Se refirió al modelo de las Iglesias orientales citado como ejemplo por la asamblea sinodal alemana. En él se puede ordenar a quien está casado pero no casarse si ya ha sido previamente ordenado y en el celibato es un requisito previo para el oficio de obispo.
«Si un sacerdote secular opta voluntariamente por el celibato en estas condiciones, inevitablemente se expone a la sospecha de ser homosexual o de querer ser obispo», señala el obispo de Ratisbona. Y añade que la experiencia en las comunidades eclesiales protestantes y en el judaísmo también ha demostrado que sin el celibato obligatorio, un «matrimonio obligatorio» puede provocar que los sacerdotes rápidamente «busquen una novia al lado».
En cuanto a las otras demandas de la asamblea sinodal, el obispo de Ratisbona dice que la comprensión del ministerio sacramental está en declive. El hecho de que alguien que ha cuidado durante años a un enfermo no pueda administrar la Unción de los Enfermos no es una «exageración del cuidado pastoral», sino que expresa que el sacramento es un don de Cristo.