(Fides/InfoCatólica) El uso de la lengua árabe en las liturgias de la Iglesia caldea no es una traición a la Tradición, y responde a la vocación misionera de anunciar la salvación de Cristo a los hombres y mujeres del tiempo presente. Con estos argumentos, el Patriarcado caldeo responde a las críticas formuladas por algunos círculos de la diáspora caldea contra la actualización litúrgica iniciada por el Patriarca Louis Raphael Sako y los obispos caldeos, que ha llevado entre otras cosas a la publicación de una versión árabe del Misal.
En una nota difundida a través de sus canales de comunicación, el Patriarcado Caldeo ha afirmado que la constante actualización litúrgica, según las necesidades de los tiempos, siempre ha caracterizado el camino de la Iglesia Católica, y también ha sido propuesta con autoridad por las enseñanzas del Concilio Vaticano II. Pero ciertos «super-Caldeos» - señala la nota patriarcal, cuestionando con esta irónica expresión a los críticos de las recientes reformas - «no se dan cuenta de que el mundo ha cambiado, de que muchos caldeos no conocen el siríaco ni el caldeo», y de que también muchos no cristianos (entre ellos un número creciente de musulmanes) muestran interés por las liturgias de la Iglesia caldea, «y tienen derecho a entender lo que oyen». Las autoridades eclesiásticas - asegura la nota del Patriarcado caldeo - saben distinguir entre los datos esenciales originales de la liturgia caldea y los elementos artificiales que se han añadido a lo largo de la historia. Y el criterio que se sigue es siempre el de comunicar a la gente la riqueza del patrimonio litúrgico en un lenguaje comprensible para ellos. Mientras que, a veces, quienes se oponen a cualquier actualización de las formas litúrgicas no tienen una auténtica familiaridad con el origen de los ritos, la teología que expresan y el rico tesoro que representan para la santificación y la salvación de las almas.
En el pasado reciente el Patriarca Sako ya había explicado el espíritu y las razones que le llevaron a él y a los obispos caldeos a iniciar el proceso de actualización de la liturgia celebrada por su Iglesia.
La liturgia – había subrayado el cardenal iraquí en su intervención - no es «la representación de un espectáculo», sino que es «la expresión más fuerte de la fe viva de la Iglesia», la obra de Cristo mismo que a través de ella «nos llama a formar parte de su misterio pascual». Precisamente la naturaleza íntima de la acción litúrgica – había señalado el Patriarca Sako - es la que sugiere los criterios elementales para cualquier renovación auténtica de las prácticas litúrgicas. Una «renovación» que sólo puede lograrse permaneciendo en el marco de la Tradición, que nunca es «nostalgia del pasado», sino que «lleva adelante» a la Iglesia en su recorrido por la historia.
Como sugería el gran teólogo Jean Corbon, apasionado del cristianismo oriental y de las Iglesias árabes, en toda auténtica renovación litúrgica realizada siguiendo la Tradición, «el misterio de la fuente se encuentra y se repite: es siempre el mismo, pero el agua viva que brota de él es siempre nueva».