(ACIPrensa/InfoCatólica) La Semana de Oración por la unidad de los cristianos se trata de una iniciativa de oración, cuyo lema principal es «Nosotros hemos visto aparecer su estrella en el Oriente y venimos a adorarlo», empezada el 18 de enero, por lo que concluirá el 25 del mismo mes.
Las fechas de dicha celebración fueron sugeridas en 1908 por el anglicano Paul Watson, buscando cubrir el tiempo entre la fiesta de San Pedro y la conversión de San Pablo.
En contexto del cierre de dicha celebración, el martes 25 de enero, día de la Solemnidad de la Conversión de San Pablo Apóstol, el Papa Francisco presidirá el rezo de las Vísperas a las 5:30 de la tarde (hora de Roma) en la Basílica San Pablo Extramuros.
Asimismo, respecto a esta semana especial, monseñor Demetrio Fernández, obispo de Córdoba (España), reflexionó sobre la importancia de que todos los cristianos nos apreciemos como hermanos, dejando a un lado las diferencias y reconociéndonos como una unidad.
El padre Fernández recordó que «una de las primeras intenciones del corazón de Cristo, desde su oración en el Cenáculo hasta el final de los tiempos», es «que todos sean uno», pues Él «vive esa unidad profunda con el Padre y el Espíritu Santo y quiere proyectarla en toda la humanidad, hasta formar una misma familia, en la que todos somos hermanos, porque somos hijos del mismo Padre».
Asimismo, advirtió a los fieles que «el pecado rompe la unidad: la unidad con Dios, la unidad de la persona, la unidad de la comunidad y la armonía con el universo». Por tanto, «la acción redentora de Cristo consiste en llevarnos a todos a la unidad, en recomponer las rupturas y reparar las heridas».
Monseñor Fenández afirmó que «la unidad es posible y está a nuestro alcance, porque Cristo nos ha reunido en un solo cuerpo mediante su sangre derramada en la Cruz». Sobre el tema, digo que «en medio de tantas tensiones en que vive la humanidad entera, y más concretamente la zona de Oriente Medio, sólo una luz que viene de lo alto» y que «provoca en nosotros una actitud de adoración».
Según el Prelado, «nunca llegaremos a la unidad si nos encasillamos en nuestras diferencias», por lo que motiva a los fieles a abrir nuestra «mente y corazón», para así superar «las rupturas históricas que han generado la división».
Sobre dichas divisiones, habló sobre la «ruptura del año 1050, que separó Oriente de Roma, y la otra más grande aún de 1520, que separó gran parte de la población europea de la comunión con el Papa».
Monseñor Fernández indica que los dos cismas han logrado superarse «en el movimiento ecuménico de hace más de un siglo», promoviendo que los «cristianos de todas las Iglesias y comunidades» nos miremos como hermanos.
Para concluir, afirma que «la Palabra de Dios es el alimento del camino, junto con la Eucaristía, la Palabra hecha carne»; e invitó a todos a leer la Biblia, pues es algo que tenemos en común y acerca entre sí a todos los seguidores de Jesús.
«Podemos reunirnos (en torno a la Palabra) para recibir la luz que viene de lo alto, la estrella que guió a los Magos y quiere guiar nuestras vidas. Ese caminar juntos, esa sinodalidad, es una dimensión esencial de la Iglesia. Recibid mi afecto y mi ben