(Vatican.news/InfoCatólica) Entrevista a Mons. Farrell:
Monseñor Farrell, ¿por qué se pidió al Consejo de Iglesias Orientales que eligiera el tema de la Semana por la Unidad de los Cristianos de este año?
Es sabido que la Semana de Oración por la Unidad existe, de una u otra forma, desde hace más de 100 años, y desde hace 50 años existe una colaboración entre el Consejo Pontificio para la Unidad y el Consejo Ecuménico de las Iglesias por la que cada año, alternativamente, nosotros o ellos elegimos un grupo ecuménico o un grupo de cristianos de un país o región para preparar el material. En 2020 el Consejo de Iglesias de Oriente Medio parecía una muy buena opción porque en esas regiones hay mucho sufrimiento humano, guerra, pobreza, falta de derechos, y al mismo tiempo tantas Iglesias de diferentes tradiciones siempre han convivido. Así que en esos lugares hay un ecumenismo que se vive con naturalidad, a diario, en la sociedad y muchas veces también en las familias. El Consejo de Iglesias de Oriente Medio tiene su sede en la capital libanesa y aquella terrible explosión en el puerto de Beirut en agosto de 2020 trajo tanto sufrimiento: pensamos que allí había un mensaje para el mundo, para nosotros los cristianos, y por eso decidimos implicar a los cristianos de Oriente Medio esta vez.
«En Oriente vimos aparecer su estrella y hemos venido aquí a honrarle» es un tema que, a primera vista, parece tener poco que ver con la unidad de los cristianos. Sin embargo, ¿qué relación ve usted entre este episodio de los Reyes Magos y la búsqueda de la unidad?
Yo diría que, en primer lugar, el episodio de los Reyes Magos nos recuerda que ésta es la región donde nació Cristo, y la búsqueda de la unidad de los cristianos sólo da frutos si Cristo es el centro, el criterio, la fuente de nuestros esfuerzos. Se trata de reconstituir la comunión entre los seguidores de Jesús por la que él rezó la noche anterior a su pasión. El ecumenismo es obediencia a la voluntad de Cristo, y recuerdo lo que dijo recientemente el Papa Francisco: los Reyes Magos caminan hacia Belén, su peregrinación nos habla también a nosotros que estamos llamados a caminar hacia Jesús porque él es la estrella polar que ilumina los cielos de la vida y dirige nuestros pasos hacia la verdadera alegría. En otras palabras, el ecumenismo, la búsqueda de la unidad de los cristianos, sólo avanza en la medida en que todos seamos fieles al Señor, y esto es lo fundamental, en mi opinión.
Como ha dicho hace un momento, Oriente Medio es una tierra en la que siempre han convivido cristianos de diferentes Iglesias y confesiones, pero ¿a qué punto está esta convivencia? ¿Qué importancia tendría una mayor comunión, porque quizás aún no es perfecta?
Por supuesto. Lo primero que hay que decir, en mi opinión, es que toda la diversidad de ritos y tradiciones y la historia de los cristianos de Oriente Medio, es una riqueza extraordinaria, una gracia que nos viene de la Divina Providencia que ha dirigido el desarrollo de las Iglesias en medio de diversos pueblos y culturas desde el principio. No se trata, pues, de buscar la uniformidad entre todos, sino la comunión, es decir, la participación de todos juntos en la historia de la salvación. El movimiento ecuménico existe precisamente porque esto no se ha conseguido, en el transcurso de la historia se ha pecado de división y, en determinadas circunstancias, han prevalecido los intereses, incluso doctrinales, de unos sobre otros. Por eso, como nos recuerda el decreto del Concilio Vaticano II sobre el ecumenismo, tal división no sólo se opone abiertamente a la voluntad de Cristo, sino que es un escándalo para el mundo y perjudica la predicación del Evangelio a toda criatura. Hay que decir que allí, en Oriente Medio, tenemos la visión, el horizonte de los cristianos de diferentes tradiciones viviendo juntos, por supuesto se trata de rezar y trabajar para que esta comunión sea cada vez más fuerte.
Pero, ¿hasta dónde ha llegado esta experiencia de comunión?
En general, diría que desde hace muchos años estamos experimentando un crecimiento, un entendimiento y una reconciliación entre las numerosas Iglesias, y esto se puede ver claramente en Oriente Medio, donde, ante tantos desafíos, tanto sufrimiento e incluso, a veces, muerte y guerras, los cristianos se muestran solidarios entre sí y se ayudan mutuamente. Veo que desde hace muchos años hay una situación totalmente nueva en la que ya no hay rivalidad y conflicto entre las Iglesias, sino cooperación y solidaridad.
¿Cuál es el mensaje principal o el llamamiento más fuerte que los cristianos de Oriente dirigen a todas las comunidades del mundo a través del tema que han elegido para esta Semana de Oración por la Unidad?
Creo que la principal invitación que nos hacen los textos de la Semana es volver a los orígenes, es decir, a Cristo. No reducir la Iglesia a una organización humana más, a una fuerza política o cultural, sino hacer que el encuentro con el misterio revelado en la cuna de Belén, la historia de los Reyes Magos, sea el centro de toda la vida y los esfuerzos de las Iglesias. Rezamos por la unidad de los cristianos, pero no se trata de una unidad de intereses o de estrategias o de políticas, sino de una unidad en la que el Evangelio se convierta en la norma de nuestras vidas y el compromiso de hacer de la enseñanza de Jesús, sobre todo del amor a Dios y al prójimo, el verdadero camino de nuestras vidas. En mi opinión, ésta es la principal invitación que nos hacen los textos de este año.
En su opinión, ¿cuál es la relación entre la unidad entre las Iglesias cristianas y la fraternidad universal y la paz en el mundo, que tanto reclama el Papa Francisco y que es tan necesaria hoy en día?
Gracias por esta pregunta porque la encuentro muy apropiada. Recordaremos que en la encíclica Fratelli tutti, ante un mundo confuso, dividido, un mundo en el que incluso hay tanto descarte de seres humanos, el Papa Francisco nos pide que soñemos y trabajemos por el renacimiento de un sentido de fraternidad universal que sería la consecuencia de un corazón abierto a todos. Este es, en mi opinión, el contexto adecuado para entender el ecumenismo y para entender las relaciones ecuménicas: se trata de que los cristianos pasen del rechazo mutuo, de la división y del conflicto a la comprensión mutua, al respeto, a la solidaridad y a la cooperación. Cuanto más se reconcilien los cristianos de las distintas Iglesias, más serán signo e instrumento de la unidad de la familia humana, de la fraternidad universal. Este es, según lo que nos enseña el Papa, el único camino para que se produzca la paz y la justicia, para que haya un futuro mejor para las generaciones venideras. La unidad de los cristianos, por tanto, es un factor indispensable para construir ese mundo futuro.