(Fides) «La Conferencia Episcopal de Myanmar promueve la justicia, la paz y la reconciliación, y pide encarecidamente a todas las partes interesadas que faciliten el acceso de la ayuda humanitaria a las personas que sufren y a los desplazados, con el fin de proporcionarles la asistencia humanitaria básica. La dignidad humana y el derecho a la vida no pueden verse comprometidos. Pedimos con la misma firmeza que se respete la vida, la santidad de los lugares de culto, los hospitales y las escuelas. Hay que proteger y ayudar a todos los que se esfuerzan por ayudar a la gente». Así lo afirma un comunicado oficial emitido por los obispos birmanos al término de su asamblea anual, celebrada en Yangon del 11 al 14 de enero.
El texto, enviado a la Agencia Fides -firmado por el Presidente de la Conferencia Episcopal de Myanmar (CBCM), el cardenal Charles Maung Bo y todos los demás prelados- expresa «un profundo dolor por la situación actual del país», y la preocupación «por el altísimo riesgo que corre la vida y la seguridad de personas inocentes y, especialmente, de los niños desplazados, las mujeres, los ancianos y los enfermos en las zonas afectadas, independientemente de su origen étnico o de sus creencias religiosas». «Miles de personas se desplazan y millones padecen hambre», afirma el comunicado.
Los obispos birmanos dicen estar «inmensamente agradecidos a todos los sacerdotes, religiosos y catequistas que acompañan a los fieles en su camino por los peligros de la vida y les proporcionan apoyo pastoral y los sacramentos». Por ello, animan a los sacerdotes, religiosos y catequistas «a continuar su misión de amor y sacrificio con los necesitados, independientemente de su origen étnico o fe religiosa».
«Nos inspira la comunión de todo el pueblo de Myanmar, que ha acogido compasivamente a los que huyen, ofreciéndoles refugio y comida. Grandes y pequeños gestos que serán la cura para este país», se lee en el comunicado.
De cara al futuro, los obispos seguirán buscando la comunión de la Iglesia universal y de la comunidad de donantes para apoyar a todo el pueblo de Myanmar sin discriminación», con la certeza de que «todo es posible con Dios». Los obispos hacen un sentido llamamiento a todas las diócesis para que «promuevan la paz en nuestro país con todos los esfuerzos posibles, especialmente a través de una intensa oración». Nuestro acompañamiento pastoral llevará consuelo a los necesitados. Nuestra ayuda y apoyo en esta nación llegará a todos, sin discriminación de origen o religión».
Ejército criminal
La situación en Myanmar es la propia de un pueblo aplastado por el totalitarismo asesino. El ejército consuma masacres entre la población civil de forma constante. La última conocida tuvo lugar a finales del pasado mes de diciembre en el pueblo de Hpruso, donde 35 civiles fueron asesinados y quemados. Martin Griffiths, secretario general adjunto para Asuntos Humanitarios y coordinador de la Ayuda de Emergencia de la ONU, describió lo ocurrido en una operación de «limpieza étnica»:
«Al menos 35 personas, entre las que figura por lo menos un niño, fueron obligadas a abandonar sus vehículos, asesinadas y quemadas. Dos trabajadores humanitarios continúan en paradero desconocido»