(Li Qiang/AsiaNews) El presidente Xi Jinping quiere «mejorar» el control «democrático» sobre las religiones, según sus declaraciones del pasado fin de semana, durante una conferencia religiosa nacional, la primera que tiene lugar en China desde el 2016. Así lo informó hoy la agencia estatal Xinhua.
En la vigilia de la cumbre por la democracia convocada por Joe Biden (9 y 10 de diciembre), el presidente chino continúa revistiendo las políticas del régimen con un barniz de democracia, distorsionando el verdadero significado del término «democracia» en el ámbito interno.
El control democrático sobre la religión no es otra cosa que un incremento de la represión que aplica el régimen del Partido Comunista Chino (PCC) contra las religiones. Xi declaró que el país seguirá promoviendo aún más la «sinización» de la religión, proceso que fue lanzado oficialmente en 2015. Las actividades de culto online también sufrirán mayores controles. Xi dejó claro que los asuntos religiosos deben llevarse a cabo respetando la ley y sin interferir en las actividades administrativas, judiciales y educativas, como tampoco en la «vida social» del país.
Como subraya el South China Morning Post, la semana pasada, el gobierno de los Estados Unidos incluyó a China entre los países que generan «especial preocupación», por las violaciones de la libertad religiosa que se cometen. La respuesta de China fue rotunda: publicó un reporte sumamente crítico sobre el estado de la democracia en los Estados Unidos. Según la dirigencia comunista, la política estadounidense está dominada por el dinero, controlada por unas pocas personas, y paralizada por los vetos cruzados de demócratas y republicanos en el Congreso. Toda una lección de democracia por parte de los dirigentes chinos, teniendo en cuenta que, en China, en la más plural de las hipótesis, todas las decisiones las toman siete personas. Se trata de los miembros (no electos) del Comité Permanente del Politburó, dominado por una única figura: Xi, el secretario general del Partido.
El fin de semana pasado, Xi habló durante la conferencia en materia religiosa presidida por el primer ministro Li Keqiang. Xi explicó bien que las religiones deben adaptarse al hecho de que China es un país socialista. Según el líder supremo y «núcleo» del PCC, las masas de creyentes deben unirse al Partido y al gobierno, y rechazar toda influencia extranjera.
En febrero de este año, la Administración Estatal de Asuntos Religiosos publicó las «Medidas administrativas para el personal religioso», un documento que aborda la gestión del clero, los monjes, sacerdotes, obispos, y otros. En febrero de 2018, el Partido había adoptado los «Nuevos reglamentos sobre las actividades religiosas», una normativa según la cual el personal religioso solo puede desarrollar sus funciones si adhiere a los organismos «oficiales» y se somete al PCC.
En lo que respecta a la Iglesia Católica, tras el Acuerdo sino-vaticano sobre el nombramiento de Obispos -firmado en 2018 y renovado en octubre del 2020- no se detuvo la persecución contra sus miembros, y mucho menos contra aquellos de las comunidades no-oficiales. Además del reciente caso de mons. Shao Zhumin, arrestado (y luego liberado) por enésima vez, cabe mencionar el de mons. Jia Zhiguo, actualmente bajo arresto domiciliario. A otros obispos -como mons. Guo Xijin- les han cortado el suministro de luz y agua incluso en sus domicilios particulares, o bien los someten a sesiones políticas, como a Zhang Weizhu.