(Asia News/InfoCatólica) Las autoridades habían detenido a Sergij hace un año, tras el desalojo forzoso del monasterio, donde el «starets» (guía religioso) de los negacionistas de la pandemia por Covid-19, antivacunas y renuentes a toda directiva sanitaria eclesiástica o civil se había encerrado con monjas leales a él y un centenar de seguidores acérrimos. Frente al tribunal, bajo los copos de nieve y el gélido viento del invierno moscovita, un grupo de discípulos de Sergij esperó la sentencia. Sus seguidores exhibieron iconos, crucifijos y rosarios junto a carteles con la imagen del santón, e improvisaron una vigilia de oración «por la salvación de Rusia».
La hija espiritual más conocida del higúmeno, la diputada y ex fiscal de Crimea Natalia Poklonskaya, no pudo asistir a la vigilia de protesta porque fue enviada a Cabo Verde como embajadora. El traslado es una medida para frenar la publicidad que la política daba al líder de los ortodoxos más extremistas. Al frente de los manifestantes estaba otra conocida activista, Elena Rokhlina, hija del legendario general Lev Rokhlin, héroe de muchas guerras soviéticas y rusas, que fue asesinado en 1988 en circunstancias misteriosas.
En declaraciones a RusNews, Rokhlina comentó la sentencia y dijo: «es ridículo considerar las homilías como una incitación al suicidio, la verdad es que con las vacunas y los códigos QR [el Green Pass] quieren encerrarnos a todos en un gran campo de concentración. Es una pena que los liberales estén todos callados, debería ser su tema: la libertad de expresión y de opinión».
La sesión del tribunal no fue transmitida. Los periodistas no cubrieron la noticia porque se les negó el acceso a la sala, aduciendo las medidas de precaución sanitaria, ya que Rusia sigue en plena pandemia de Covid-19. El propio Sergij había llamado a la revuelta contra el «chipping» (la inserción de microchips con la vacuna) impuesto por el «poder -secular y eclesiástico- de los que niegan a Dios,, que quiere cerrar las iglesias por la pseudo pandemia».
El Patriarca de Moscú, Kirill (Gundjaev), se anticipó a la sentencia del tribunal el mes pasado: dirigiéndose al ex higúmeno, dijo que «lo importante es que nuestra Iglesia se vacuna contra todas estas payasadas, contra estas distorsiones de la vida eclesiástica... hemos superado cismas y divisiones, estamos unidos y firmes en la fe». El Patriarca recordó que «este tipo de personas aparecen de vez en cuando en el horizonte, poseídas por delirios de grandeza, con eslóganes rimbombantes que exaltan su carisma en las almas débiles, para proponer experiencias que inevitablemente caen en formas de totalitarismo».
Una de las monjas devotas de Sergij, Elena Zhukova, que había tomado el nombre de Sergina, declaró como testigo ante el tribunal. Intentó defender a su director espiritual: «El padre no nos animaba a hacer nada extremo, eran sólo conversaciones con sus discípulos... se entregaba totalmente a sus ellos, con gran energía espiritual y jamás escatimaba en nada. Nos animó a acoger a los peregrinos y a los enfermos, incluso a los más graves, que a menudo salían curados, o al menos recuperaban el ánimo en el espíritu».
Tras la lectura de la sentencia, el ex higúmeno reaccionó con estas palabras «Doy mi vida por ustedes y por toda Rusia», según informaron algunos testigos.