(InfoCatólica) Tras de una ausencia de 230 años, los monjes benedictinos han vuelto a ocupar la emblemática Abadía de Solignac, sita en pleno corazón de Lemosín, en el departamento del Alto Vienne del centro de Francia.
Es la primera vez desde la Revolución Francesa que los benedictinos regresan a este histórico lugar cristiano fundado por San Eligio en el siglo VII. Este evento, considerado un signo de la providencia por parte de los católicos de la zona, tiene de hecho un significado simbólico, dado que estamos en un momento de la historia en que muchos edificios religiosos en Francia están siendo abandonados, demolidos o comprados con fines seculares.
Después de que los revolucionarios franceses anti-clericales expulsaran a los benedictinos en 1790, la abadía fue utilizada sucesivamente como prisión, internado para niñas y como fábrica de porcelana hasta 1930.
Durante la Segunda Guerra Mundial, sirvió como refugio para maestros católicos antes de acoger a las Cooperadoras Oblatas Misioneras de la Inmaculada a partir 1945. Las religiosas permanecieron hasta la década de 1990 y finalmente se transfirió la propiedad a la diócesis en 2011. La abadía había permanecido deshabitada durante los últimos 17 años.