(InfoCatólica) Una entrevista realizada al arzobispo emérito de Los Ángeles, cardenal Roger Mahony, por Vatican News ha reavivado la polémica sobre la comunión de los políticos abortistas. La entrevista se encuadra en la próxima votación de los obispos estadounidenses sobre un documento relativo a la Eucaristía. El hecho de que el episcopado de un país publique un documento sobre el sacramento central de nuestra fe no debería ser noticia, pero ha constituido el núcleo de una gran polémica durante los últimos meses.
La controversia se refiere a la posibilidad de que los obispos recuerden públicamente en el documento algo que ya dice el Derecho Canónico y que tampoco debería ser noticia: «No deben ser admitidos a la sagrada comunión […] los que obstinadamente persistan en un manifiesto pecado grave» (canon 915). El problema está en que el apoyo al aborto es un «manifiesto pecado grave» de ese tipo y buena parte de los políticos «católicos» del país, incluidos el Presidente, Joe Biden, y la Presidenta de la Cámara de Representantes, Nancy Pelosi, se encuentran en esa situación.
El pasado mes de junio, los obispos votaron a favor de redactar un documento sobre la Eucaristía que incluiría la aplicación del canon 915 a los políticos abortistas, con una mayoría de 174 a 55 votos. Sin embargo, parte de los obispos norteamericanos no están dispuestos a negar la comunión a esos políticos y han hecho todo lo posible por sabotear la aprobación de un documento en que se recordara su obligación de hacerlo. Su postura se vio reforzada cuando, sorprendentemente, el mismo Vaticano intervino por medio de una carta del Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el cardenal Ladaria. En la carta se exhortaba a los obispos a «preservar la unidad de la conferencia episcopal» y a no aprobar un documento en que se recordara que no es lícito dar la comunión a los políticos favorables al aborto porque no había consenso sobre el tema y podría «convertirse en una fuente de discordia» entre los obispos. En cambio, se sugería el diálogo y hablar sobre la cuestión de forma general, en lugar de mencionar expresamente el caso de los políticos abortistas.
Para valorar lo extraordinario de esta intervención, conviene recordar que el propio cardenal Ratzinger, cuando era Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, el puesto que actualmente ocupa el cardenal Ladaria, escribió a los obispos norteamericanos, explicándoles que los políticos abortistas no podían recibir la comunión, que así debía explicárseles y que, cuando el político, «con obstinada persistencia, aun así se presente a recibir la Sagrada Comunión, el ministro de la Sagrada Comunión deberá rechazar dársela». En aquella ocasión, el cardenal Theodore McCarrick, destinatario de la carta y posteriormente condenado por abusos, hizo lo posible por mantenerla en secreto.
Desde de la reciente intervención de la Congregación, los obispos favorables a negar la comunión a los políticos partidarios del aborto parecen haber reconocido que no será posible aprobar un documento como el que deseaban. De hecho, el borrador actual, titulado «El misterio de la Eucaristía en la vida de la Iglesia», se limita a señalar, de forma general, que los propios fieles no deberían presentarse a la comunión si están en pecado. Sin embargo, los obispos contrarios al documento no han cejado en su empeño de evitar cualquier mención lejanamente relacionada con el tema de los políticos abortistas y la comunión.
En este contexto se sitúa la entrevista al cardenal Mahony que acaba de publicarse, en la que el purpurado interviene en la controversia para afirmar drásticamente que «no necesitamos este documento» y que, en cualquier caso, «nadie lo va a leer» y «no tendrá ningún impacto». Asimismo, criticó que el documento «estaba destinado principalmente a perseguir y penalizar a los legisladores católicos».
Según el cardenal, el hecho de que los norteamericanos vivan en «una república democrática» en la que Iglesia y Estado están separados», hace que los políticos católicos se encuentren en una «posición muy difícil» cuando «algunos en la Iglesia los presionan para que tomen todas sus decisiones según la doctrina de la Iglesia Católica». No explica, sin embargo, por qué los demás católicos deben actuar siempre según la enseñanza de la Iglesia y los políticos, aparentemente, no están obligados a ello.
En esa misma línea, el cardenal Mahony afirmó que le «encantó» una carta de 60 parlamentarios «católicos» abortistas publicada en junio y señaló que su reacción al leerla fue decir «¡Esto es lo que somos! ¡Esto es la Iglesia!». En la carta, los políticos hablaban de ofrecer alternativas al aborto, pero sin prohibirlo y reiterando su «apoyo al acceso seguro y legal de las mujeres al aborto». También afirmaron que ellos ayudaban «a los pobres, los necesitados y los oprimidos» y que negarles la comunión era «convertir la Eucaristía en un arma». La práctica totalidad de esos políticos han votado a favor de diversas leyes que promueven el aborto y otros males morales graves, como el matrimonio homosexual, los anticonceptivos, etc. El purpurado señaló que esperaba que los obispos, «en vez de preocuparnos por documentos, entremos en diálogo y empecemos a trabajar» con esos políticos católicos.
El hecho de que esta entrevista se publique en Vatican News, portal de información del Pontificio Consejo para las Comunicaciones Sociales se ha interpretado como un nuevo pronunciamiento del Vaticano en contra de que los obispos norteamericanos decidan en conjunto privar de la comunión a los políticos abortistas.
La publicación resulta especialmente significativa teniendo en cuenta que el cardenal Mahony tuvo que ser privado de todos sus «deberes administrativos o públicos» por su sucesor en 2013. Este paso extraordinario se dio cuando se hizo público que el cardenal Mahony había encubierto a multitud de sacerdotes culpables de abusos. El alcance de la prohibición de participar en actos públicos que afecta al cardenal no está claro, pero en cualquier caso no impidió que fuera nombrado enviado especial del Papa en 2018 con ocasión del 150º aniversario de una diócesis norteamericana, si bien las protestas generalizadas de los fieles le obligaron a renunciar.