(Fides/InfoCatólica) «Como hemos dicho en varias ocasiones, una auténtica democracia es el resultado de la aceptación convencida de valores como la dignidad de la persona, el respeto a los derechos humanos, la búsqueda del bien común como fin y criterio regulador de la política de vida. Si no hay un consenso generalizado sobre estos valores, se pierde el sentido de la democracia y se compromete su estabilidad». Así lo manifestaron los obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, reiterando que «la institucionalidad no es secundaria en un estado democrático, solo posible en un Estado de derecho en el que el ejercicio del poder está sujeto al cumplimiento de la ley sin restricciones y se caracteriza por la independencia y separación de los poderes estatales». «Estas son, entre otras, las condiciones básicas e indispensables para la celebración de elecciones libres, justas y transparentes», subrayan los obispos.
En un mensaje titulado «El auxilio me viene del Señor» dirigido «a sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos y a todos los hombres y mujeres amados por el Señor», la Conferencia Episcopal insta a todo nicaragüense, ante la situación que vivimos, a decidir y actuar «según la inviolable dignidad de su conciencia, con libertad» para hacer lo que considere más justo y conveniente en este momento para Nicaragua.
Farsa de elecciones
El domingo 7 de noviembre, cerca de 4 millones y medio de nicaragüenses están convocados a las urnas para elegir al Presidente de la República, 90 diputados de la Asamblea Nacional y 20 miembros del Parlamento Centroamericano. El actual presidente, Daniel Ortega, busca la reelección por tercera vez a cualquier precio, junto a su esposa, Rosario Murillo, como vicepresidenta. La tensión entre el gobierno y la Iglesia católica ha ido en aumento en los últimos tiempos. La archidiócesis de Managua ha denunciado en muchas ocasiones la violación sistemática de los derechos políticos y constitucionales y la persecución desatada por el régimen de Ortega contra opositores como candidatos presidenciales, periodistas y líderes políticos.
A esto se suman «las amenazas a la Iglesia Católica, las ofensas contra sus sacerdotes y obispos, las limitaciones en la expedición de visados o residencia para sacerdotes extranjeros y el hostigamiento a feligreses laicos y otras acciones ilegales e intimidatorias»
La Alta Comisionada de la ONU para los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, también ha denunciado el creciente ataque a las libertades en Nicaragua con motivo de las elecciones a través de detenciones arbitrarias, la invalidación de candidaturas y la eliminación de partidos políticos.
«Con el corazón de pastores caminamos entre el pueblo de Dios, experimentando las difíciles situaciones que viven los nicaragüenses. Estamos cerca de los enfermos, de las familias desintegradas por la emigración forzada, de los desempleados, de los refugiados, de los exiliados, de los privados de libertad y de sus familias», escriben los obispos en su última nota. Al final del mensaje, los prelados nicaragüenses recuerdan que «la oración es nuestra fuerza» y exhortan a intensificar los momentos de oración en los hogares, familias y comunidades: «Le pedimos a María Santísima, Auxiliadora de los cristianos, que interceda por nosotros».