(Fides/InfoCatólica) La liturgia no es «la representación de un espectáculo», sino que es «la expresión más fuerte de la fe viva de la Iglesia», la obra de Cristo mismo que a través de ella «nos llama a formar parte de su misterio pascual». Así lo ha asegurado el cardenal iraquí Luis Raphael Sako, patriarca de la Iglesia caldea, en un discurso difundido a través de los canales de comunicación oficiales del Patriarcado como contribución al proceso de actualización litúrgica en curso en la Iglesia en Irak.
En la primera parte de su discurso, el Patriarca Sako expone la naturaleza de la acción litúrgica y su centralidad en la vida de la Iglesia. «La liturgia -señala el cardenal iraquí- es la celebración de la presencia de Cristo en su misterio pascual, de forma atractiva, entusiasta y alegre. Esto es lo que debemos percibir en cada celebración litúrgica. Es lamentable ver que en algunas prácticas litúrgicas, incluida la misa, nos sentimos como si estuviéramos de luto, o en la escena de un espectáculo, y no en la alegría de celebrar la presencia de Cristo glorificado, prenda de nuestra vida eterna». Está por ver cómo se las arregla el cardenal para hacer encajar su tesis con el hecho de que en la Misa se celebra el sacrificio de Cristo en la cruz.
Precisamente la importancia de la liturgia en la vida de la Iglesia -continúa el Patriarca- conlleva «la necesidad de preparar bien la celebración», siguiendo los tiempos litúrgicos definidos por la Iglesia que prevén «oraciones adecuadas, con cantos y lecturas, para cada estación. Esta vida cotidiana marcada por los tiempos y momentos de la liturgia es la que han vivido nuestros santos y mártires, y es a la que debemos tender ardientemente».
Precisamente la naturaleza íntima de la acción litúrgica -señala el cardenal Sako, continuando su reflexión- es la que sugiere los criterios elementales para cualquier renovación auténtica de las prácticas litúrgicas. Una «renovación» que sólo puede lograrse permaneciendo en el marco de la Tradición, que nunca es «nostalgia del pasado», sino que «lleva adelante» a la Iglesia en su recorrido por la historia. El Concilio Vaticano II, en la Constitución Sacrosanctum Concilium sobre la Sagrada Liturgia -citada por el Patriarca Sako- definió de manera paradigmática los rasgos distintivos de todo auténtico proceso de reforma litúrgica, que debe iniciarse para que «el pueblo cristiano obtenga con mayor seguridad las abundantes gracias que contiene la sagrada liturgia». Por eso –como ha enseñado el último Concilio Ecuménico- en las auténticas reformas litúrgicas «la disposición de los textos y de los ritos debe realizarse de manera que las realidades santas que significan se expresen con mayor claridad y el pueblo cristiano pueda comprender más fácilmente su significado y participar en ellas con una celebración plena, activa y comunitaria».
Estas directrices - sugiere el cardenal iraquí - pueden alimentar y guiar provechosamente también la necesaria renovación litúrgica en la Iglesia caldea. Poniendo sobre la mesa circunstancias y casos concretos, el Patriarca Sako señala que en la bendición final de la misa dominical y festiva caldea «el celebrante reza: Dios, que nos ha bendecido con todas las bendiciones espirituales en Jesucristo nuestro Señor... bendice nuestra asamblea, reúnenos y santifica a nuestro pueblo que ha venido y disfrutado del poder de estos misterios gloriosos...'. ¿Pero si los fieles no entienden estas fórmulas, ¿cómo pueden disfrutarlas?». Siguiendo el mismo criterio, conviene fijar «un tiempo adecuado para la celebración, teniendo en cuenta las necesidades de los estudiantes y de los trabajadores, y no las del celebrante, sea obispo o sacerdote».
«En la Iglesia caldea -añade el cardenal iraquí- la expresión litúrgica ha madurado dentro de «una cultura particular y en una lengua que hoy se habla poco. Nuestros ritos actuales se remontan a más de 1.400 años, y a veces su contenido, lenguaje y estilo no encajan con la cultura y la sensibilidad de nuestro tiempo». En la última mitad del siglo pasado, los caldeos bautizados «abandonaron el campo por las grandes ciudades» y en las últimas décadas, debido al deterioro de las condiciones de seguridad, «la mayor parte de la población caldea ha emigrado a países donde la cultura es diferente, el sistema es diferente, las costumbres son diferentes, el idioma es diferente». Como resultado de estos procesos históricos, «la mayoría de nuestras parroquias han perdido la práctica de la oración ritual debido al lenguaje, la duración, la repetición y la falta de actualización». Por ello, el Patriarca Sako considera que la renovación de la liturgia caldea es «una oportunidad», a pesar de «las críticas de los conservadores y extremistas».
Como sugiere el gran teólogo Jean Corbon, apasionado del cristianismo oriental y de las Iglesias árabes, en toda auténtica renovación litúrgica realizada siguiendo la Tradición, el misterio de la fuente se encuentra y se repite: es siempre el mismo, pero el agua viva que brota de él es siempre nueva».