(BLes/InfoCatólica) Según la revista sobre libertad religiosa y Derechos Humanos en China, Bitter Winter, durante las audiencias de septiembre del Tribunal Uigur, varios denunciantes han comunicado sus experiencias con las violaciones a los derechos humanos que sus grupos minoritarios étnicos han sufrido en la región de Xinjiang, China.
La sede de este tribunal independiente se encuentra en Reino Unido e inició el 3 de septiembre del 2020 con la finalidad de investigar las «atrocidades en curso y el posible genocidio» que se está llevando contra los uigures y algunas poblaciones musulmanas turcas.
Durante las segundas audiencias, realizadas en septiembre, se pudo contar con diversos y numerosos testimonios, exponiendo los diferentes métodos de acción y censura que tiene el Partido Comunista Chino (PCCh).
Entre quienes declaraban, se encontraba un refugiado en Japón quien, durante una videollamada con su hermano desde Xinxiang, pudo notar que tenía distintos tipos de signos de tortura y que al fondo había varios oficiales del régimen chino.
Este refugiado era Khalmat Rozakhon, quien tras haber terminado sus estudios se mudó definitivamente a Japón. Asimismo, comenta que, a pesar de tener marcas en el cuello y el rostro, su hermano afirmaba con seguridad nunca haber recibido torturas de parte de funcionarios chinos y le pidió no hablar en contra del PCCh.
Uno de los funcionarios que se encontraba en el lugar se acercó para unirse a la llamada, asegurándole a Rozakhon la seguridad de su hermano y pidiéndole a cambio información respecto a las actividades de la Asociación Uigur en Tokio y se comprometió a ayudarle a conseguir la residencia en Japón con contactos de la embajada.
Rozakhon también declaró que el funcionario le hablaba con un tono amenazante y que en los últimos minutos de la llamada sitió como si lo «quemaran en el fuego de infierno».
Entre otras denuncias se encontraba la de una joven que reside en Australia, quien se había enterado recientemente que podría ver a su esposo encarcelado en china nada menos que dentro de 25 años.
También presentó su denuncia un hombre que, desde hace cuatro años, desconoce el paradero de su padre, quien desapareció junto a otros uigures.
Cade destacar que, además de los uigures, los practicantes de la escuela Buda, Falun Dafa, también han sido perseguidos, asesinados y utilizados como fuentes vivas para tráfico de órganos desde hace más de 20 años.