(InfoCatólica) Mons. Juan Antonio Reig Pla advierte en Caminar juntos sirviendo fielmente a Cristo y a la Iglesia que «el empobrecimiento espiritual y la perdida de sentido lleva a vivir en un nihilismo sin drama. El olvido de Dios, la indiferencia religiosa, la despreocupación por las cuestiones fundamentales sobre el origen y destino trascendente del ser humano, influyen en el comportamiento moral y social de los individuos. Muchos autodenominados creyentes viven y organizan su existencia «como si Dios no existiera»”
El prelado crer que hay un guión trazado para descristianizar el mundo, que logra su objetivo porque las masas lo aceptan sin dificultad:
«Todo este proceso de transformación… es impulsado por un intento deliberado de «deconstrucción» o desmontaje, en concreto, de la cosmovisión cristiana. Pareciera que hay un guión bien trazado con calendario y finalidades tremendas. Emerge, teledirigida, una propuesta neopagana que pretende construir una sociedad nueva, para lo cual es preciso «deconstruir». Así asistimos a un constructivismo antropológico en las muy extendidas corrientes ideológicas de género y en la aceptación social del aborto y la eutanasia; un constructivismo histórico y también pedagógico, reforzado con el dominio de la escuela, para lo cual es preciso «deconstruir»… Todo ello ocurre de manera indolora, pues la cultura de masas, basada en emociones y sensaciones, está logrando que este proceso de derribo se viva de manera casi indiferente, más aún como un logro de la libertad».
En cuanto a la labor de la Iglesia, el obispo lamenta que esté presente «la mundanidad¸ que pone más la confianza en los medios humanos que en la gracia y reduce el mensaje a una propuesta moral, y la autorreferencialidad, que nos hace estar más preocupados por los asuntos eclesiásticos que por la misión». A su vez se da una «falta de comunión en la manera de vivir la unidad de la fe de la Iglesia en su catolicidad. Esto provoca para muchos cristianos un clima de confusión».
Reig Pla aborda en su carta la crisis de la institución familiar usando los argumentos habituales que ya ha expuesto en ocasiones anteriores. El obispo advierte que las ideologías contrarias a la ley natural y la correcta antropología humana están llegandoa la educación de los niños y adolescentes «a través de los “Estándares de educación sexual” inspirados fundamentalmente por organizaciones vinculadas a “Planned Parenthood” y que han sido introducidos radicalmente por la nueva ley de educación en España, la llamada ley Celaá».
Más adelante, don Juan Antonio alerta de que todos, desde los niños hasta los adultos, han caído en la trampa:
«Nuestros niños, adolescentes, jóvenes y, a su modo, los adultos, están atrapados en todas estas redes del pensamiento único, de carácter totalitario, que les llega a través de una sociedad mediática y digital que pone en sus manos los teléfonos móviles inteligentes y toda clase de antenas para modelar sus criterios, dirigir sus deseos, estimularlos y crear espacios para la emoción y el consumo incluso del propio cuerpo».
En definitiva, añade el prelado complutense:
«...existe un contraste entre la mentalidad del mundo y la vida de fe. Por eso, la mundanización, el acomodarse a la mentalidad del mundo con todas sus ideologías, es una tentación que hay que superar. Para ello no se trata simplemente de recibir una formación teórica del hecho cristiano y de las «ideas» de Jesús. Se trata más bien de una conversión interior y de una transformación de nuestra mentalidad, que no se alcanza sin la luz y la gracia del Espíritu Santo».
El obispo da también una adecuada catequesis sobre el pecado original, sus consecuencias en el hombre, y de paso en la sociedad, y recuerda que «para regenerar el sujeto humano (la persona) es imprescindible curar la herida del pecado y capacitarlo para el ejercicio del bien hacia la plenitud humana. Curar la herida y la concupiscencia es obra de la gracia bautismal secundada por las virtudes. La renovación interior del hombre es, en efecto, obra de la gracia santificante, que opera en el hombre por la acción del Espíritu Santo».
La verdadera libertad
Mons. Reig Pla recuerda una gran verdad católica, hoy ignorada u ocultada, cuando no negada y despreciada:
«...hemos de entender que la libertad humana comienza con el fruto de la liberación del pecado y progresa por el ejercicio de las virtudes».
El obispo explica en que consiste verdaderamente el decir que Cristo nos liberó de la ley mosaica:
«Cristo nos ha liberado de la ley que mostraba el camino del bien, pero no nos daba la capacidad para seguirlo. Ahora, por el perdón de Dios y la acción santificadora del Espíritu Santo, somos librados del pecado y capacitados por el mismo Espíritu para cumplir la voluntad de Dios».
Para ayudar a los cristianos, el obispo de Alcalá de Henares propone recuperar una figura bastante abandonada en los últimos tiempos:
«Conociendo bien el drama de la libertad, que hoy se ve asaltada por variedad de estímulos que llegan en nuestra sociedad mediática y digital, es urgente recuperar la figura del maestro y del director espiritual».
Y ofrece para ello formación a sacerdotes y religiosos:
«...los sacerdotes y los miembros de la vida consagrada podrán contar con la Escuela de Directores de Ejercicios Espirituales para aumentar su capacidad para ser maestros y guías de la vida cristiana de los fieles»
La familia cristiana, al rescate de la sociedad
El prelado asevera que todavía no vemos bien las consecuencias de la descristianización de la sociedad:
«El peor drama que está sufriendo la libertad de las generaciones más jóvenes es que han olvidado aprender a amar. Este es el fruto más pernicioso de la revolución sexual e identitaria que han sido vehiculadas por el sistema educativo presente en las escuelas e institutos. Todavía no somos conscientes de la decadencia epocal que supone la baja tasa de nupcialidad y la destrucción de tantos matrimonios y familias. Haber corrompido la vocación al amor y haber acogido la «ideología de género» y los «modelos diversos de familias» u «orientación sexual», es uno de los déficits de humanidad más graves que está sufriendo la sociedad actual».
Y propone que la familia cristiana se robustezca por la oración y la escucha de la Palabra
«Cada familia cristiana debe edificarse sobre la roca que es Cristo (Mt 7,24- 27) y crecer como una pequeña iglesia doméstica. Para ello, además de defenderse ordenadamente de todo el impacto mediático (móviles, tabletas, TV, redes sociales, etc.), debe crear espacios para la oración, la escucha de la Palabra, el diálogo conyugal y familiar, etc. Cada vez se hace más evidente aquella propuesta: «Apaga el televisor y enciende el cerebro». Aunque resulte chocante, es necesario tomar decisiones con responsabilidad y evitar que otros dirijan nuestras vidas».
Mons. Reig Pla reconocer que «en España llevamos mucho tiempo en el que la dimensión social de la fe está muy difuminada y sin incidencia en el foro público, donde se deciden las estrategias a seguir en la vida social» y por ello cree urgente «reclamar con voz clara una mayor presencia de la Doctrina Social de la Iglesia en los procesos catequéticos y de formación de los sacerdotes, la vida consagrada y los fieles cristianos laicos».
El obispo acaba su carta volviendo a recordar que:
«Sin las virtudes, obra de la gracia y de la colaboración nuestra, el hombre (sujeto humano-persona) no puede ponerse en pie y gobernar su libertad para no verse esclavizado por el espíritu del mundo».
Texto completo de la carta «Caminar Juntos sirviendo fielmente a Cristo y a la Iglesia»