(Vatican.news/InfoCatólica) «María: es la Madre que nos da al Hijo Jesús. Por eso la amamos y la veneramos. Y el pueblo eslovaco acude con fe y devoción a este Santuario nacional de Šaštín, porque sabe que es Ella la que nos da a Jesús», así ha comenzado el Papa Francisco su homilía.
María modelo de la fe
Francisco citando el Evangelio que acaba de ser proclamado (Lc 2, 33-35), indica: «María como modelo de la fe. Y reconocemos tres características de la fe: el camino, la profecía y la compasión».
María, una fe que se pone en camino
María inmediatamente ha recibido el anuncio del Ángel, dice el Papa, «se fue rápidamente a la región montañosa» (Lc 1,39) para ir a visitar y ayudar a Isabel, su prima.
Ante este hecho, el Papa llama la atención sobre la actitud de María: «No consideró un privilegio el haber sido llamada a convertirse en Madre del Salvador, no perdió la alegría sencilla de su humildad por haber recibido la visita del Ángel, no se quedó quieta contemplándose a sí misma entre las cuatro paredes de su casa».
Por otro lado, dice Francisco, María vive el don recibido, la misión recibida, como una exigencia para salir de su casa. Por eso, añade, «María se puso en camino».
«A la comodidad de la rutina prefirió las incertidumbres del viaje; a la estabilidad de la casa, el cansancio del camino; a la seguridad de una religiosidad tranquila, el riesgo de una fe que se pone en juego, haciéndose don de amor para el otro» profundiza el Papa.
«La Virgen es modelo de la fe de este pueblo eslovaco, una fe que se pone en camino, animada siempre por una devoción sencilla y sincera, peregrinando siempre en busca del Señor. Y, caminando, ustedes vencen la tentación de una fe estática, que se contenta con cualquier rito o tradición antigua, y en cambio salen de ustedes mismos, llevan en la mochila las alegrías y los dolores, y hacen de la vida una peregrinación de amor hacia Dios y los hermanos. ¡Gracias por este testimonio! Y, por favor, ¡sigan en camino!» subraya el Papa.
Seguidamente, Francisco puntualiza: «Quisiera añadir una cosa: he dicho: «No detenerse», porque cuando la Iglesia se detiene, se enferma; cuando los obispos se detienen, enferman la Iglesia; cuando los sacerdotes se detienen, enferman el pueblo de Dios».
Una fe profética
El Papa subraya que la fe de María es una fe profética. «Con su misma vida, la joven de Nazaret es profecía de la obra de Dios en la historia, de su obrar misericordioso que invierte la lógica del mundo, elevando a los humildes y dispersando a los soberbios (cf. Lc 1,52)».
María, dice Francisco, es la «representante de todos los «pobres de Yahvé», que gritan a Dios y esperan la venida del Mesías». Por eso, ella patentiza el obrar misericordioso de Dios «que invierte la lógica del mundo, elevando a los humildes y dispersando a los soberbios (cf. Lc 1,52)».
En María estamos llamados a «no reducir la fe a azúcar que endulza la vida. Jesús es signo de contradicción. Ha venido para llevar luz donde hay tinieblas, haciéndolas salir al descubierto y obligándolas a rendirse. Por eso las tinieblas luchan siempre contra Él. Quien acoge a Cristo y se abre a Él resurge, quien lo rechaza se cierra en la oscuridad y se arruina a sí mismo».
El Papa subraya: «Ante Jesús no se puede permanecer tibio, con «el pie en dos zapatos». Acogerlo significa aceptar que Él desvele mis contradicciones, mis ídolos, las sugestiones del mal; y que sea para mí resurrección, Aquel que siempre me levanta, que me toma de la mano y me hace volver a empezar».
Eslovaquia necesita hoy estos profetas
«También Eslovaquia necesita hoy estos profetas», indicó Francisco, «cristianos que saben mostrar con su vida la belleza del Evangelio, que son tejedores de diálogo allí donde las posiciones se endurecen, que hacen resplandecer la vida fraterna allí donde a menudo en la sociedad hay división y hostilidad, que difunden el buen perfume de la acogida y de la solidaridad».
María, Madre de la Compasión
La fe de María es compasiva, indica el Papa, ella «compartió con el Hijo la misión de la salvación, hasta el pie de la cruz. En ese momento, en el angustioso dolor vivido en el Calvario, Ella comprendió la profecía de Simeón: «Y a ti, una espada te traspasará el alma» (Lc 2,35)».
Francisco subraya que el dolor del Hijo, que «cargaba sobre sí los pecados y padecimientos de la humanidad, la atravesó también a Ella» y el Obispo de Roma añade: «Esta es la prueba de la compasión: permanecer al pie de la cruz. Permanecer con el rostro surcado por las lágrimas, pero con la fe de quien sabe que en su Hijo Dios transforma el dolor y vence la muerte».
«Y también nosotros, mirando a la Virgen Madre Dolorosa, nos abrimos a una fe que se hace compasión, que se hace comunión de vida con el que está herido, el que sufre y el que está obligado a cargar cruces pesadas sobre sus hombros. Una fe que no se queda en lo abstracto, sino que penetra en la carne y nos hace solidarios con quien pasa necesidad», afirma el Papa.
El Papa finalizó su homilía implorando: «que María Santísima les obtenga la gracia de que vuestra fe siempre siga en camino, tenga el respiro de la profecía y sea rica de compasión».